El equipo de prensa de la presidencia de Joe Biden es el más diverso y femenino hasta ahora: siete mujeres, seis de ellas madres de niños pequeños, con Jen Psaki al frente como nueva secretaria de Prensa, uno de los cargos más relevantes de cualquier presidencia. Psaki se propuso –en su primera rueda de prensa tras la inauguración– devolver "la verdad y la transparencia a la sala de prensa" de la Casa Blanca. Un trabajo que es una prolongación natural de las labores que ya hiciera para el antecesor demócrata de Biden: durante las presidencias de Obama, Psaki fue portavoz del Departamento de Estado, y directora de comunicaciones en los últimos dos años del segundo mandato de Obama.
Es un reto que ya tuvo que compaginar en su momento con la maternidad: cuando Obama le encargó el puesto de directora de comunicaciones, Psaki estaba embarazada de seis meses. De su marido desde 2010, Gregory Mecher, al que conoció cuando ambos trabajaban para el Partido Demócrata. Para ser exactos, le conoció en enero de 2006, vía telefónica: ella trabajaba en prensa para el director del Comité Nacional Demócrata para el Congreso –tras haber participado en la campaña de John Kerry en 2004– y él servía en el departamento financiero de ese mismo director, el político Rahm Emanuel. A los dos los separaba un móvil, unos cuántos kilómetros y un puñado de orientaciones: Mecher y el director se habían perdido por las carreteras de Pensilvania, y Psaki fue la responsable de guiarlos –más o menos– hasta su destino, cuando ya se vieron en persona por primera vez.
Ambos siguieron manteniendo una relación más o menos profesional hasta que Mecher reunió el valor para invitar a Psaki a una cita: "nunca había estado tan nervioso", le contaba Mecher al Washington Post. "Tenía 30 años por entonces, no era la primera vez que le pedía salir a una chica". Fue en noviembre de ese mismo mes. En diciembre, ya eran novios y tenían planeado un viaje a Costa Rica juntos. Aunque había otro obstáculo: el trabajo de Psaki.
La comunicadora se había apuntado a la campaña de uno de los candidatos más prometedores para las presidenciales de 2008: Barack Obama. Algo que en la práctica tuvo a Psaki viajanado por todo Estados Unidos durante casi dos años, entre primarias y presidenciales. Mecher contaba que podían estar más de un mes sin verse y, cuando podían, era para un breve encuentro entre paradas de la campaña.
Finalmente, ambos se instalaron en Washington, se casaron en 2010, fueron felices y entonces Trump ganó las elecciones de 2016. Psaki no participó en la campaña de Hillary Clinton. Tampoco en la de Biden para las presidenciales de 2020. Se dedicó a trabajar en prensa para el Fondo Carnegie para la Paz Internacional (uno de los think tanks más importantes de Washington) y como colaboradora política para la CNN. Cuando Biden marcó su número tras las elecciones de noviembre, no esperaba implicarse demasiado. Biden quería reclutarla para el equipo de transición. Y ella fue la primera en decirle que tenía dos hijos pequeños y ciertas prioridades en su vida.
Algo que no evitó que pocos días después estuviese redactando el comunicado de prensa con los primeros nombramientos del futuro gabinete de Biden al mismo tiempo que bañaba a sus hijos: Genevieve, Vivi, la mayor con cinco años; y un "pequeño humano" de dos años. Fue el propio presidente electo el que, al entrevistarla para el cargo más visible de cualquier administración, le dijo: "Háblame de tus hijos". Y, después de que Psaki le pusiese al corriente, fue Biden el que dijo: "Mira, le digo lo mismo a todos los que trabajan para mí: si en cualquier momento tienes algún asunto famliar, si hace falta que esté ahí para tu familia, no tienes por qué darme explicaciones. Sólo avísanos, y todo estará bien".
Ambos también conjugarán así un difícil malabarismo: Psaki (exnadadora, exsocorrista y ex maestra de natación infantil)no quiere eternizarse en el puesto, algo que ha dicho por activa y pasiva en todos los medios estadounidenses. Su experiencia es vital a la hora de apagar todos los incendios comunicativos que dejó encendidos la anterior administración, pero su presencia también puede resultar descorazonadora para los miembros de la campaña de Biden. Psaki es la primera secretaria de Prensa desde los ochenta que no llega al cargo directamente desde la campaña electoral.
Aunque su papel será en parte el de formar a su sustituta, mientras intenta demostrar que la conciliación es posible incluso en las más altas esferas del poder político. Quizás con la ayuda de su marido, que acaba de quedarse sin ocupación directa: el día 3 de enero fue el último como congresista de Joe Kennedy, miembro de la dinastía política más famosa de EE.UU., y para el que Mecher había trabajado como jefe de gabinete desde 2013 hasta hace tres semanas.
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