Sabemos que la respuesta a la pregunta de, ¿cada cuánto tiempo deberíamos tener sexo para ser felices? es muy ambigua. Más que nada porque depende de cada persona, sus gustos y circunstancias. Sin embargo, los expertos en la materia coinciden en algo: la frecuencia general con la que tenemos relaciones sexuales ha bajado. Así lo anunció un estudio masivo llevado a cabo el pasado año por Britain’s National Survey of Sexual Attitudes and Lifestyles. En el se determinó que la frecuencia mundial había disminuido: “Es probable que se deba a varios factores, pero uno de ellos puede ser el estresante ritmo de la vida moderna”, decían.
Y no sabemos si echarle la culpa a la vida moderna, a Tinder o al estrés del día a día. Pero el caso es que esto ha hecho que también se modifique el baremo que relaciona la felicidad con el sexo. ¿Cuántas veces a la semana deberíamos practicarlo para sentirnos bien? Según contó el doctor Peter Kanaris, terapeuta sexual, a Usa Today: “un día, una vez a la semana”. Para el sería la cifra ideal, aunque dice que depende también de la edad: “Las personas de entre 40 y 50 años suelen practicarlo una vez por semana, mientras que los jóvenes menores de 30 lo hacen unas dos veces”, explica.
Una vez a la semana sería la cifra que, en teoría, nos resultaría óptima, ya que tampoco conlleva una gran presión, algo que resultaría fatídico para el sexo. “En la sociedad preocupa entrar ‘dentro de lo normal’”, dice. “Pero lo cierto es que las parejas no deben obsesionarse o hacer de su vida sexual una métrica. Lo importante es que ambos se sientan satisfechos sexualmente, ese debería ser el objetivo”.
En el estudio que llevaron acabo los expertos, no solo echaban la culpa de la falta de sexo a la “vida moderna”. También a otros factores: “Los medicamentos, como los antidepresivos o ansiolíticos, pueden inhibir la libido”, explicaban los doctores. “También la situación en casa, ya que un dormitorio que esté muy cerca del de los niños podría ser un impedimento para la intimidad”.
Aunque la tecnología también juega su papel: “Si te pones a mirar el móvil cuando estás con tu pareja, hará que vuestras interacciones pierdan valor, lo que podría traducirse en una experiencia sexual peor”.
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