Todos somos extrovertidos en algunas ocasiones y tímidos en otras, pero para saber si la extroversión o la introversión es nuestra tendencia natural nos solemos fijar más en cómo nos comportamos que en lo que sentimos y las reacciones de nuestro cuerpo. Para sacarnos del error de nuestras percepciones en 1960 los pioneros de la psicología de la personalidad idearon una prueba para saber cómo vamos de introversión: el test del limón. ¿Quieres probarlo?
Ahora deja que el bastoncillo cuelgue del hilo y observa si ambos lados quedan en equilibrio o no. Si se mantiene horizontal, enhorabuena, eres una extrovertida; pero si el lado que pusiste en tu boca después de tragar el limón está hacia abajo, tienes muchas probabilidades de ser una persona introvertida.
Cómo funciona el test del limón
Este test tan sencillo se basa en una idea: que el cuerpo de las personas introvertidas reaccionan más ante los estímulos que las personas extrovertidas y una de esas respuestas es el aumento de salivación. Ante un estímulo como el zumo concentrado del limón, una persona introvertida produce más saliva que una extrovertida, o al menos esa es su respuesta fisiológica.
Como este test ya tiene sus años investigaciones posteriores han intentado confirmar esta teoría sobre la activación a los estímulos y confirmaron que, aunque los resultados distan mucho de ser exactos, las personas introvertidas tienden a reaccionar más intensamente que las extrovertidas… pero solo a determinados estímulos sensoriales. Por lo que si el hisopo de algodón se inclina ante ti, tienes más probabilidades de ser una persona sensible a los estímulos intensos y moderados, quizá, un poco introvertida.
Fuente: Leer Artículo Completo