Ella es Donna Rotunno, la abogada defensora de Harvey Weinstein

Si Charlize Theron vio por televisión la llegada del productor Harvey Weinstein y la abogada Donna Rotunno a los juzgados de Nueva York, seguro que pensó: “Ahí va mi próximo personaje”. No es descabellado pensar que Rotunno, consciente de estar viviendo meses que definirán el resto de su vida, pueda estar también pensando en cómo la tratará el cine, Netflix o HBO. ¿Será Theron, Nicole Kidman o Julia Roberts la elegida? La abogada más incomprendida del planeta tiene el porte de una amazona, la seguridad de una primera ministra y un sentido de la moda poderoso e híper femenino, digno de cualquier flagship de Milán. Sin embargo, la llaman “el bulldog”, tanto por la firmeza con la que defiende a sus clientes como por su minuciosidad a la hora de analizar la verosimilitud de los testigos. Una vez que muerde un caso, no cesa. La estrategia de su defensa está clara: desacreditar los testimonios de las víctimas dentro y fuera de la sala. Especializada en la defensa de acusados de agresión sexual, ha conseguido librar de la cárcel a 40 hombres. ¿Cuándo elige una mujer dedicarse a estos casos? “En el momento en que empieza a ganarlos”, ha respondido, de forma implacable, al diario francés Le Figaro.

Hija de padre empresario y madre profesora de Matemáticas, Rotunno creció en una familia católica a unos 30 kilómetros de Chicago. Entre sus antiguos profesores, recuerda el juez retirado David Erickson, “siempre fue muy buena defendiendo a los que iban perdiendo. Y todavía lo es”. Hermética con su vida privada (no se sabe si está casada), descendiente de una familia italoamericana, sin hijos, amante del ciclismo y madrina de 14 ahijados, su victorioso historial solo tiene una mancha. En un caso de violación a una chica de 15 años, aconsejó un juicio sin jurado pensando que un juez sería más sensible a su argumentación. Perdió y su cliente fue condenado a 16 años de cárcel.

Me especialicé en este tipo de casos porque empecé a ganarlos. Y duermo muy bien”.

Rotunno estima que, de los hombres que representa, aproximadamente el 20% es inocente, el 20% es culpable y el 60% restante cae en un área de grises, así que la abogada reconoce abiertamente que no solo se mueve bien sino que está cómoda en los grises judiciales: “Porque toda persona merece una defensa, es la única manera de que el sistema funcione”. Su única línea roja: “No acepto casos en los que las víctimas sean niños –dice–. Simplemente no quiero que me pongan en esa posición”.

¿Por qué decidió representar a Weinstein? “Porque es el tipo de caso con el que sueña cualquier abogado penalista”, reconoció a Fox News. “Además, los hechos y las pruebas están a nuestro favor –dice–. Ahora solo es cuestión de reunir un jurado justo y convencerlo de que vea las cosas como realmente son”.

Como “realmente” son según su defensa, claro. Y es que a pesar de estar especializada en este tipo de crímenes, esta altísima mujer (1,85 centímetros sobre sus tacones) de 44 años llegó al caso Weinstein en julio de forma accidentada: el productor (67 años) había despedido a dos equipos legales por desavenencias económicas (no pagaba) y de estrategia y se estaba quedando sin tiempo. De hecho, la abogada ha retomado el enfoque del caso que inició Benjamin Brafman, el primer abogado de Weinstein y también defensor de Dominique Strauss-Kahn y Michael Jackson: aducir que las relaciones sexuales que se impugnan fueron consentidas. “Es fácil mirar atrás y pensar que un encuentro no fue agradable. Bien. Pero arrepentirse no es lo mismo que violación”, ha aducido Rotunno. Este giro no está exento de complicación: más de 100 mujeres han denunciado en las redes sociales y en los medios de comunicación los abusos del todopoderoso productor con unos relatos inquietantemente similares.

El fundador del estudio Miramax y ganador de un Óscar por Shakespeare enamorado (1998) se enfrenta en Nueva York a cinco delitos sexuales, dos de ellos de violación, por incidentes relacionados con dos mujeres, aunque se espera que sean cinco las que testifiquen para demostrar la existencia de un patrón de “conducta depredadora”. Además, tiene pendiente otro juicio en Los Ángeles, donde ha sido acusado de asalto sexual a dos mujeres en 2013, con los cargos de violación, cópula oral forzada, penetración sexual por el uso de la fuerza y agresión sexual. Jackie Lacey, fiscal del distrito, ha revelado que aún está investigando tres casos más en la costa oeste. Sin embargo, el frente que más se le complica a Weinstein es el del acuerdo económico que había pactado con más de 30 denunciantes, en principio dispuestas a conformarse con 500.000 dólares y renunciar a una disculpa pública. De momento, cuatro de ellas han abandonado el acuerdo y se disponen a pleitear.

“Harvey Weinstein ha actuado como si estuviera buscando reparto para una película. Para su caso necesitaba un tipo muy concreto de abogado y creo que elegir a una mujer puede marcar la diferencia”, explicó Donna Rotunno a CNN. Tiene razón: hasta el juez Brett Kavanaugh recurrió a una abogada para cuestionar a Christine Blassey Ford, la respetada profesora e investigadora en Stanford que le acusó de agresión sexual. “A la hora de interrogar a los testigos en el estrado, es más efectivo que sea una mujer la que pregunte. Puede que él sea un excelente abogado, pero si recurre al mismo tipo de veneno que yo, parecerá un matón. Sin embargo, conmigo la gente ni parpadea”, explicó en 2018 a la revista Chicago Magazine. De momento, ya ha tratado de menoscabar la credibilidad de Annabelle Sciorra, la actriz que acusa a Weinstein de haberla violado en 1993, afirmando que “estará estupenda en el estrado porque se gana la vida con la interpretación”. Tras las protestas de la acusación, el juez James Burke ha terminado prohibiéndole que hable de las testigos en sus manifestaciones públicas.

La severa abogada está encantada de dar la batalla legal y también la mediática. De hecho, no ha dejado pasar ninguna oportunidad de aparecer en los grandes canales de televisión y periódicos, encarnando irónicamente a la mujer empoderada, pero impecablemente femenina. Sus estilismos son tan interesantes, su melena tan cautivadora, su convicción tan inexpugnable, que resulta fácil digerir sus argumentos sin poner peros. Rotunno declaró a Wall Street Journal que con su implicación en el caso Weinstein esperaba animar a las mujeres a hacerse responsables de sus actos, ya que “quizá si no hubieran entrado en aquella habitación de hotel, ahora no estaríamos teniendo esta conversación”. La lógica es aplastante, aunque este tipo de razonamiento responsabilice a las víctimas de un comportamiento sobre el que no tienen ningún tipo de control.

Los esfuerzos de la abogada estrella se centran, de momento, en influir al máximo en la opinión pública y, por el camino, en el jurado. Tras entrevistar a 700 candidatos, incluida la modelo Gigi Hadid, han pasado la criba seis hombres, cinco de ellos blancos, y cinco mujeres, solo dos de ellas blancas. La obsesión de la abogada de Weinstein era evitar en lo posible a mujeres blancas jóvenes, probables simpatizantes del #MeToo.

Rotunno cuenta con una ventaja añadida a la hora de captar clientes que se enfrentan a acusaciones de delitos sexuales: es crítica con el #MeToo, precisamente impulsado por las actrices asaltadas por Weinstein. Hablamos de pesos pesados de Hollywood, como Angelina Jolie, Gwyneth Paltrow, Ashley Judd, Mira Sorvino o Salma Hayek. “No estoy aquí para decir que el sr. Weinstein no ha pecado. Estoy aquí para decir que hay una diferencia entre un pecado y un crimen”, ha dicho Rotunno, y ese será sin duda el centro de su argumento. Desde su primera aparición televisiva, la abogada no ha parado de aludir al movimiento #MeToo como “un peligro” por “despojar a los hombres del derecho a la presunción de inocencia y a un juicio justo. […] Me siento frustrada cuando escucho a estas mujeres decir que no tenían otra opción. En realidad, usted tenía una opción y la tomó”.

Además, ha lamentado que “los hombres tengan que pensárselo dos veces antes de piropear a las mujeres”. Paradójicamente, su argumentario es idéntico al de Camille Paglia, que critica al movimiento desde el “feminismo libertario”. “Si las mujeres esperan un trato igual en la sociedad, deben abandonar el infantilismo de exigir medidas de protección especial”, escribió Paglia –que acaba de visitar nuestro país– en Feminismo pasado y presente (Turner). Su posición obvia la realidad de los datos: según el informe Estudio Global de Homicidios 2019, publicado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), el 60% de las 87.000 mujeres asesinadas en 2017 en todo el mundo lo fue por sus parejas, exparejas o familiares varones.

“En la práctica del Derecho, a la hora de defender a una persona todo vale. Otra cosa es que tenga efecto”, explica Olatz Alberdi, socia de ABA Abogadas, sobre la estrategia de desviar la atención de los medios aludiendo a debates sobre feminismo. En el libro #MeToo, Weinstein and Feminism (Palgrave Macmillan), la investigadora de la Universidad de Strathclyde (Glasgow) Karen Boyle muestra que el daño colateral de la cobertura mediática de este fenómeno ha sido que la conversación se ha enfocado hacia los intereses de los hombres: su derecho a la libertad sexual, a piropear, a ligar… en lugar de centrarse en la violencia ejercida sobre las mujeres.

Para muchas de sus congéneres, la abogada podría ser vista como una traidora. Pero ella responde fríamente: “Duermo muy bien por las noches, gracias”.

Gloria Allred , su némesis

Aunque la contendiente directa de Rotunno en la corte será Joan Illuzzi-Orbon (57 años), una de las mejores litigadoras del país, la mano que mueve los hilos de la acusación contra Weinstein es Gloria Allred (78 años), considerada una de las mejores abogadas del mundo, defensora de las víctimas de Bill Cosby, Jeffrey Epstein y, ahora, las de Weinstein (representa a las dos mujeres que le acusan en Nueva York). En su opinión, la agresividad made in Chicago de los interrogatorios de Donna Rotunno no será efectiva en su ciudad. “No creo que sea apropiado perseguir venenosamente a las víctimas que suben al estrado. Si esa va a ser su estrategia, comprobará cómo disgusta a los jurados de Nueva York”, ha declarado a The New York Times.

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