El estrés es una sensación desagradable, pero necesaria para sobrevivir. Otra cosa es el estrés que se alarga durante días, semanas y meses, una lacra que contribuye a debilitar nuestras defensas y propicia sufrir todo un rosario de enfermedades mentales y físicas. Pero no hay mal sin remedio y para muchos esa solución es la meditación. Ahora la ciencia les da la razón.
Una nueva investigación de la Queen’s University Belfast y la Universidad Victoria de Melbourne ha comprobado el vínculo entre la meditación y los beneficios que esta disciplina aporta para nuestra salud mental.
Paradójicamente, el secreto del estrés no se esconde en nuestro cerebro, sino en el sistema endocrino que es el encargado de lidiar con él. El equipo de investigación de ambas universidades realizó un metaanálisis de estudios previos y analizó cómo la meditación podía afectar a las hormonas que se relacionan con el estrés… y ha encontrado esa conexión en tres niveles diferentes.
Por una parte, este análisis ha descubierto que cuando meditamos (e incluso cuando hacemos yoga) uno de los principales “ejes” endocrinos (el HPA) se regula consiguiendo reducir el nivel de estrés. No está solo en esa tarea, porque la meditación también influye en otro eje endocrino (el HPT) ayudando a regular la producción de las hormonas tiroidea que están muy relacionadas con la depresión y la ansiedad.
Por último el sistema Renina-Angiotensina-Aldosterona (RAA), que regula la presión sanguínea también parece que siente la influencia beneficiosa de la meditación lo que se corresponde con una sensación de bienestar y cambios en el estrés hormonal. Por todo ello, aunque aún quedan por descubrir muchos de los procesos psicológicos, fisiológicos y neurológicos que se esconden tras el estrés, no está de más que tú, mientras tanto, te apuntes a un par de clases de meditación guiada. Tus hormonas te lo agradecerán.
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