Anoche Donald Trump tiró la casa por la ventana para aceptar su nominación a la reelección como presidente de Estados Unidos. Lo hizo además de manera casi literal, porque el escenario que eligió para pronunciar su discurso fue ni más ni menos que la Casa Blanca, privilegiado telón de fondo para una fiesta que muchos críticos han comparado con un acto de exaltación al líder más propio de la corte de Versalles que de un país democrático, y en el que, para colmo, las mascarillas brillaron por su ausencia y no se respetaron las normas de distancia social.
“Trump quiere que la gente vea que la Casa blanca es suya, que la presidencia es suya, y que Biden es un usurpador”, resumía en Twitter el periodista del Washington Post Philip Bump. “Jamás hubiera imaginado algo así: el jardín de la Casa Blanca transformado en el escenario de una convención política”, decía por su parte Jon Karl, corresponsal de ABC News.
La fiesta republicana acaparó también el famoso obelisco monumento a Washington, sobre el cual cayó una lluvia de fuegos artificiales con el mensaje “TRUMP 2020” como colofón. “Trump profana un monumento público como final a una convención de mentiras”, titulaba después The Washington Post una de sus columnas de opinión sobre el discurso de Trump.
Ninguno de los cinco hijos de Trump quiso faltar a esta hagiografía en directo del presidente. Incluso Tiffany Trump, hasta ahora la más alejada de la familia presidencial y del propio Donald, respaldó anoche a su padre, aunque la tarea de presentarle ante la multitud de asistentes recayó en Ivanka Trump, la más popular de los hermanos. “Esta noche estoy aquí ante vosotros como la orgullosa hija del presidente del pueblo”, dijo Ivanka vestida con un conjunto de pantalón y blazer con los hombros al descubierto en azul marino de Gabriela Hearst.
Su estilismo, por cierto, enmascaraba también cierta profanación, ya que como apuntaba ayer la corresponsal de la CNN Kate Bennet, a Gabriela Hearst le decepcionó tanto la llegada de Trump al poder que en 2017 diseñó una colección inspirada en mujeres del partido demócrata como Kamala Harris, hoy candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos con Joe Biden.
Fue de todos modos Melania Trump quien volvió a centrar la atención de todos. La primera dama se presentó en el acto con un vestido crepé plisado en color verde lima y con capa de Valentino, una firma para la que ha confiado en otras citas importantes como su cita con la reina Isabel II del año pasado. Y decimos verde lima porque así lo describe la propia firma en su página web, pero a los cazadores de memes el color de la tela les recordó más bien a una pantalla de croma perfecta para vestir a la primera dama con toda clase de maldades: trajes estampados con las cifras de contagios por coronavirus en EEUU, con la cara de Kamala Harris o Biden…
Tanto interés como los atuendos de Melania Trump generan siempre sus gestos. Anoche, los usuarios de Twitter también tuvieron suerte en este aspecto y no pasaron por alto la sonrisa que le dedicó la primera dama a Ivanka Trump después de que esta terminara de presentar a su padre: en cuanto Ivanka Trump pasó de largo, Melania borró su sonrisa y torció el gesto, señal para muchos de su mala relación con su hijastra y de que nada es perfecto en este nuevo Versalles.
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