La industria del automóvil no vive su mejor momento. La crisis del coronavirus le ha pillado de lleno: han bajado las ventas y han comenzado los despidos. Basta con ver lo que ha sucedido con la planta de Nissan en Barcelona. Ante este panorama, prima ser conservador y apostar por nuestro vehículo habitual, que empieza a circular de nuevo tras la desescalada.
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1. Antes de arrancar el vehículo, abre el capó y observa posibles fugas de refrigerante, aceite o combustible. En caso de detectarlas, rellena.
2. La batería puede estar baja de carga. Con todo apagado, acciona la puesta en marcha
con el embrague pisado a fondo.
3. Cuando el motor esté en marcha, vuelve a revisar el cofre de motor para buscar posibles fugas de líquidos tras la activación. En coches antiguos y de gasolina, los conductos de combustible de goma se suelen agrietar y es posible que aparezcan fugas, con el riesgo de incendio.
4. Antes de iniciar la marcha, deja que el motor y el cambio tomen temperatura y que el aceite circule, manteniendo el coche al ralentí y en punto muerto.
5. Acciona el pedal del freno y el del embrague unos minutos, para activar ambos sistemas hidráulicos; las juntas de goma pueden haberse resecado. Gira la dirección de tope a tope para hacer circular el fluido por la servodirección.
6. Comprueba que todas las luces funcionan bien y que no hay ninguna bombilla fundida.
7. Limpia los cristales y espejos para que la visión y luminosidad sea la adecuada.
8. En la gasolinera, reposta el combustible, si lo necesitas, y comprueba la presión de los neumáticos, que habrá bajado.
9. Conecta el aire acondicionado para que el gas circule por el circuito.
10. Tras la inactividad, haz un trayecto largo. Es conveniente circular al menos 45 minutos.
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