Como a todos, a Blanca Romero se le hizo difícil el confinamiento. La actriz y modelo se quedó atrapada en México y sufrió un ataque de ansiedad al pensar en su hijo pequeño, Martín, de ocho años, que estaba en España. Para ella, "acostumbrada a vivir en el mar, en la playa, libre y sin horarios estrictos", y que se define como "bastante anárquica", los días de confinamiento fueron duros. Sin embargo, es precisamente su estilo de vida lo que la hace perfecta como madrina de la versión camperizada del Spacetourer de Citroën, como nos cuenta en el desayuno virtual Nuevos hábitos, nuevas iniciativas de la compañía. Afortunadamente, la actriz pudo regresar a su hogar en Gijón y pasar el encierro con el pequeño y con su hija Lucía Rivera. "Tenemos una terraza y los tres nos llevamos fenomenal”, afirma.
La actriz ya ha vuelto al trabajo, pero durante los últimos meses mostró su lado más divertido a través de la red social Tik Tok, donde se ha hecho con más de cuarenta mil seguidores y ha compartido 190 vídeos. "Me aburría y un día vi a Lucy con ello. Me hizo gracia y me hice adicta", confiesa. "Me parece una aplicación muy real, con gente de todo tipo, de todas las edades, es graciosísima. Me lo pasé bomba y si alegré un poco a la gente, pues algo bueno que hice. Me salvó la cuarentena”, explica. Sin embargo, Internet tiene un lado desagradable que conoce muy bien: los haters.
"Siempre hubo crueldad en las redes y yo la he padecido", recuerda de su época de casada con el torero Cayetano Rivera –y siendo, además, hija de torero– cuando confiesa haber salido a la calle llevando el casco de la moto por miedo a las protestas antitaurinas. También reconoce haber contestado a un hater por privado durante la cuarentena "y me llegó a pedir perdón. Nunca lo había hecho, pero te das cuenta de que poniendo a la gente en su sitio a lo mejor la ayudas a salir de ese odio".
Romero también reconoce que sus amigos han sido una parte fundamental para sobrevellar los últimos meses: “Hicimos muchas llamadas, estuvimos bastante pendientes y tuvimos incluso más tiempo para hablar. Y organizamos alguna ‘fiestuki’ online superdivertida en la que cantamos, bailamos y llegó a alargarse bastante…". Ha llegado, incluso, a verle el lado positivo a las quedadas virtuales: "Yo creo que al final detrás de una pantalla transmites mucho. Transmites energía, transmites casi igual que en persona”. Cuando por fin pudo celebrar el cumpleaños de su hijo y los niños se pelearon bromeó sobre celebrarlo de forma virtual el próximo año. También en el terreno laboral le ha parecido un avance poder disfrutar de los desfiles de moda desde el ordenador: “Me parece genial verlos desde tu casa y no tener que desplazarte". También percibe como una mejora evitar los besos en los rodajes, "que los guionistas lo expliquen de otra manera y que se entienda el amor de otra manera”.
Respecto a su carrera, disfruta trabajando con su hija Lucía, ya que desde que era muy pequeña ha acompañado a su madre a los rodajes y entiende cómo funcionan. "Tenemos un código muy claro y a la hora de trabajar mantenemos ese idioma nuestro", explica. Sin embargo, si no fuera junto a su hija, reconoce que "jamás me pondría a hacerme fotos en bikini con una niña".
Los proyectos profesionales que tenía en marcha se pospusieron a causa del coronavirus. Ahora que ha vuelto al trabajo, descarta volver a cantar de momento pero admite que está entre las cosas que le hace feliz junto a cocinar y bailar, "así que quizá algún día monte un tablao flamenco en Gijón, que no hay, en el que yo misma prepare tortillas de patata", mientras tanto, y "hasta que Brad Pitt se case conmigo y me lleve a su mansión de Los Ángeles debo trabajar”, bromea la actriz. Se adelanta a las preguntas de los periodistas y asegura no estar enamorada. De hecho, tampoco quiere tener novio. "Estoy buscando un convento para hacer galletas y ponerme cruces y santinas. Las mojas viven bien, tienen una piel fantástica y me parece mejor sitio que una residencia de ancianos", bromea.
Coincidiendo con el aniversario de la muerte de Carmina Ordoñez, recuerda a la que fue su suegra de esta manera: "La mujer más guapa de España. Supo disfrutar y vivir su vida como quiso; bailó, cantó y lo pasó muy bien".
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