40 años sin Las Grecas, las estrellas del flamenco-rock que acabaron devoradas por el escándalo

Pocas cosas más hipster que ver a Rosalía poniendo hace unos meses patas arriba el californiano festival Coachella con su particular versión de Te estoy amando locamente. Solo una estrella como ella es capaz de camelarse a los millennials más exigentes y volver a poner a las autoras de ese hit de la España cañí —Carmen y Edelina Muñoz Barrull, las dos componentes de Las Grecas— en el mapamundi musical.

Al igual que la revolucionaria artista catalana, Las Grecas  —que se disolvieron este año hace cuatro décadas— apostaron en su día por la fusión del rock con el flamenco y sacudieron el panorama musical de los setenta, ejerciendo de azote de los puristas, y alimentando algunos años después (muy a su pesar) su leyenda de artistas malditas.

Carmela y Tina, dos hermanas gitanas procedentes del madrileño barrio de San Blas, recibieron en casa el amor por la música desde pequeñas. Siendo aún adolescentes —y después de pasar una temporada en Argentina junto a su padre— empezaron a tantear el negocio del artisteo. “Aunque me hubiera gustado estudiar para azafata o enfermera, no había medios y dejé los estudios tras obtener el graduado escolar, como mi hermana […] Intenté abrirme paso cantando en algunos tablaos madrileños y lie a mi hermana para que me acompañase el día que hicimos una prueba ante Manolo Caracol, Camarón y Paco de Lucía en Los Canasteros”, contó en una entrevista Carmela, a la que al principio nadie quería contratar por ser rubia. No casaba con el prototipo de belleza típicamente española que buscaban los turistas de la época.

Después de que Caracol decidiera apostar por ellas, fue la mismísima Lola Flores quien las contrataría —pagándoles bastante más, eso sí— para cantar en Caripen, su tablao flamenco privado. Las hermanas Muñoz pensaron entonces que sus dotes musicales podían salvar la maltrecha economía de su familia. De hecho, pusieron las primeras 4.000 pesetas que ganaron encima de la mesilla de noche de su entonces enferma madre. No se equivocaron. Aquellas primeras actuaciones sirvieron como punto de partida de una carrera tan exitosa como breve.

Un sonido revolucionario

Una noche como otra cualquiera, el ejecutivo José Luis de Carlos y el compositor Felipe Campuzano —autor de temas como La minifalda de Manolo Escobar— acudieron a ver una de sus actuaciones y se enamoraron de su desparpajo y decidieron ficharlas para la discográfica CBS. A principios de 1973, y rebautizadas como Las Grecas —ya que la gente hablaba de ellas como ‘las niñas que cantan en griego’, por su forma de interpretar el tema Sagapó—, el dúo grabó en los estudios Audiofilm su primer disco-single, compuesto por las canciones Te estoy amando locamente y Amma Immi.

En unos meses, y para sorpresa de todos, alcanzó el número uno de las listas de ventas y despachó sin promoción más de medio millón de copias. Te estoy amando locamente, escrito por ellas mismas, empezó a sonar en todas partes y se erigió rápidamente en himno de lo cañí. Con el tiempo, sería versionado hasta la saciedad. Incluso el genio Paco de Lucía llegó a inspirarse en esa canción para componer su tema Entre dos aguas.

El exitazo de su debut hizo que las adolescentes hermanas volvieran a meterse rápidamente en el estudio de grabación para dar forma a su primer elepé, titulado Gipsy Rock (1974) y compuesto por diez temas. Así lo definía su productor, José Luis de Carlos: “Gipsy Rock no es la sofisticación gratuita de una idea con mayor o menor gancho comercial. Se trata simplemente del nombre dado a la realización de una idea basada en la fusión de elementos originalmente dispares en lo cultural, pero compatibles y curiosamente coincidentes en muchos aspectos. El swing ‘gitano’ y el ‘son’ rockero se han mezclado en Las Grecas, y eso es su Gipsy Rock”.

El revolucionario estilo de las hermanas, su poderosa presencia sobre el escenario —con los outfits más coloridos y modernos del momento— y la pasión que ponían en cada uno de aquellos bailes totalmente improvisados, conectaron rápidamente con la juventud de la época, ávida de gracejo y color. Y Las Grecas, que llegaron a versionar el Achilipú que popularizó Dolores Vargas, empezaron a hacer galas y a salir en televisión un día sí y otro también.

Después de aquello, volvieron a grabar con CBS tres discos más —Mucho más (1975), Tercer álbum (1976) y Casta viva (1977)—, pero ninguno de ellos alcanzó las cotas de éxito del primero. Al parecer, la actitud prepotente del mánager del dúo dinamitó la carrera de las hermanas. Cuando las contrataciones empezaron a escasear, Las Grecas decidieron despedirle. Descubrieron después que además de estafarlas, usó su influencia en el mundillo para boicotearlas. Fue uno de los motivos que propiciaron la disolución del duo en 1979.

https://youtube.com/watch?v=qfCqsWJ5o8c%3Frel%3D0

Los malos años

El fin de su fulgurante carrera hundió el ánimo (y la economía) de las hermanas. Volvieron a la rutinaria vida de barrio que tenían antes de ser famosas. Carmela, por ejemplo, estuvo a punto de perder la vida en 1978 tras intentar suicidarse. Acababa de sufrir un desengaño amoroso y se tomó dos tubos de barbitúricos. Por su parte, Tina, que se casó en varias ocasiones y tuvo cinco hijas, fue diagnosticada en 1983 de esquizofrenia paranoide. Se vio forzada a dar en adopción y dejando a cargo de familiares a todos y cada uno de sus retoños.

Intentaron, sin éxito, regresar (tanto juntas como por separado) al candelero musical. El declive profesional del dúo les llevó a convertirse en rostros habituales de las revistas de la época, y Carmela llegó a posar desnuda para Interviú. También de los programas de crónicas de sucesos, gracias a sus escándalos personales.

Las cantantes se vieron envueltas en un proceso de desahucio. Tina, víctima de un brote psicótico, cogió un enorme cuchillo de cocina y apuñaló en el hombro a su hermana. Inmediatamente después, fue detenida por lo ocurrido y acabó dando con sus huesos en la cárcel de mujeres de Yeserías. Allí pasó más de 20 días y pudo salir después de que un amigo pagase la fianza.

Lo que vino después no fue mucho mejor. Tina acabó sin techo y en la más absoluta miseria. Carmela, que tuvo que afrontar los gastos de las diferentes clínicas psiquiátricas por las que pasó su hermana menor, acabó en la ruina y frustrada al ver lo poco que se dejaba ayudar su hermana. Para poder seguir manteniéndola, Carmela se vio obligada a rehacer en 1994 el dúo Las Grecas con una conocida, Alicia Robledo ‘Malicia’. Se habían cruzado un día casualmente mientras la artista vendía telas en un mercadillo para subsistir.Pero la salud de la menor de las Muñoz Barrull siguió empeorando, y el consumo de drogas aceleró su esquizofrenia. Tina llegó a escaparse en varias ocasiones de las clínicas psiquiátricas en las que había ingresado, y fue vista mendigando por las calles de Madrid. Ella misma llegó a contar que dormía en coches abandonados para poder cobijarse del frío. Falleció en un centro de acogida de Aranjuez en enero de 1995, con 37 años, por complicaciones derivadas del sida que padecía.

Carmela, por su parte, tampoco logró levantar cabeza desde entonces. Su unión con ‘Malicia’ no llegó a buen puerto. Volvió a intentarlo formando tándem con su sobrina Saray, pero acabó dando por finalizada su carrera musical poco después. ‘Malicia’ se quedó con los derechos del nombre Las Grecas y ha seguido actuando junto a una nueva compañera. Hoy día, Carmela vive tranquila y aparece esporádicamente en alguna actuación en salas de fiestas. “Durante mucho tiempo, eché de menos los focos y los escenarios, pero ya no. Nunca dejaré de ser artista, pero en la vida hay cosas más importantes que cantar”, aseguró en una de sus últimas entrevistas.

El crítico sevillano Luis Clemente decía de Las Grecas que “abrieron camino, se adelantaron a su tiempo y pagaron por ello”. El carisma y la modernidad del grupo trascendieron su tiempo. El género del gipsy rock que abanderaron estas hermanas sigue a día de hoy inspirando a artistas de diferentes generaciones. Lo que no han encontrado es sustitutas. Ni las hay, ni se las espera.

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