· Carta del director · Un nuevo chic

Las primeras líneas de esta carta las escribo en mi cabeza. Me he echado cera fijadora en el pelo y por eso el viento que lo golpea no lo hace revolotear como un cometa. Si acaso, lo fija más fuerte hasta dejar mi flequillo como un tobogán, dirección el cielo. Cuando llegue a tierra intentaré arreglar el estropicio. Doy vueltas a varios pensamientos más sofisticados que mi look mientras un taxi-lancha está a punto de dejarme de vuelta en el aeropuerto de Venecia después de 24 horas de stendhalazo.Ayer visité el Lido junto a una expedición de periodistas españoles y vimos una película olvidable dentro de un marco inolvidable. De su título me cuesta acordarme, pero no de la sensación de poderío de la Mostra; digna, regia, pomposa, chic. Se nos ofreció la posibilidad de caminar la alfombra roja rumbo al pase de gala y accedimos. Sobre todo nos precedían y nos sucedían estrellas locales, pues la cinta era italiana. Ellos iban bien vestidos y peinados, los esmóquines impecables. Ellas, altas y luminosas, generosas en transparencias o con grandes colas, a veces las dos cosas simultáneamente. Es raro o necio quien no se anima a fotografiar esa liturgia: uno mismo en la red carpet. Como si ese paseíllo lleno de dignidad legitimara la propuesta artística. Cada una cuenta con su troupe y en ocasiones se habla más del antes que del durante.

El año pasado el festival se celebró en unas condiciones mucho más timoratas, sin cerca del 70% de la población vacunada, de hecho, sin nadie vacunado aún. Ahora la extrema fiscalización de certificados y pruebas complementarias a los mismos hacen que no vayamos del todo seguros, pero sí que atisbemos una meta en la que volver a celebrar un festival como los de los viejos tiempos, lleno de besos y abrazos, prolijo en selfies.

Media hora antes de nuestra entrada triunfal hemos tomado un cóctel a base de prosecco en la terraza del Excelsior y nos han chivado que Jennifer Lopez y Ben Affleck ya están en la ciudad para promocionar la última película de él, que se estrena adía siguiente. Los curiosos entran en estado de excitación, y también algunos de los periodistas de mi comitiva, que se preguntan si coincidiremos con ellos para hacerles unas preguntas con el móvil. Si acaso Bennifer no salieran de su crisálida, varios han puesto en marcha un plan para rondarlos en la puerta del hotel donde se hospedan. Necesitan chequear si su amor es tan exuberante como hace dos semanas, pero sobre todo como hace 18 años, cuando se desarrolló la primera parte de su particular película de no ficción. La palabra “paparazzi” proviene del apellido de uno de los fotógrafos que aparecía en La Dolce Vita.

Antes que a nosotros y a la pareja de moda, los pasillos del Excelsior albergaron a artistas de la talla de Pedro Almodóvar (a quien entrevistamos en el presente número), Penélope Cruz (premiada por Madres paralelas), Milena Smit, Jane Campion, Benedict Cumberbatch, Kristen Stewart, Jessica Chastain o Paolo Sorrentino. Dicen que ha sido la Mostra con mayor nivel artístico y de artistas de los últimos años, pues la coyuntura ha hecho que Cannes dejara pasar piezas que naturalmente habría acaparado. Todos ellos bajaron de la lancha y subieron a la siguiente con la misma poca o mucha gracia que yo demostré. El truco para que no se te ponga el pelo como un tobogán cuando te echas cera y el viento es tan intenso que a las gaviotas les cuesta avanzar es meterte dentro de la cabina, pero entonces los fotógrafos y los curiosos no verían a sus ídolos, y nos encontramos ante el renacimiento del glamour después de año y medio prácticamente encerrados. Por favor, un esfuerzo.

Para simbolizar esta nueva puesta en marcha, esta celebración de las aperturas y la vuelta a la vida parecida a como una vez la conocimos, encomendamos nuestra portada a la universal Naty Abascal, maniquí eterno de la piel de toro y embajadora de nuestra moda por los front rows de toda Europa. Su vitalidad hoy en día fascina al runner más consagrado y su agenda compite con la del ejecutivo más agresivo. Celebramos con ella, divina en alta costura, que las mascarillas puedan convertirse pronto en vestigios arqueológicos. Ojalá.

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