El antiguo rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej, padre del actual, fue uno de los reyes más queridos de la historia del país. Su carisma y compromiso con la corona hicieron que no abdicara y continuara ejerciendo el poder a sus más de 88 años y a pesar de su deteriorado estado de salud. Antes de fallecer, fue hospitalizado en varias ocasiones, además de padecer de Alzheimer. Una de las principales razones que encontró para no dejar el poder en manos del príncipe heredero antes de su muerte fue la mala fama de Maha Vajiralongkorn, que causaba un rechazo generalizado entre los súbditos del país.
Tanto es así, que la buena reputación e imagen con las que Bhumibol Adulyadej dejó a la monarquía del país se han esfumado y son historia. Ahora, prevalece la aversión a la monarquía, que se expresa mediante un movimiento multitudinario en redes bajo el hashtag "Por qué necesitamos un rey", que se intensifica como consecuencia de la actitud de Maha durante la pandemia. Todo ello a pesar del castigo que existe en Tailandia a las críticas a la monarquía con hasta 15 años de cárcel. Aquí hacemos un resumen de las últimas salidas de tono del rey más odiado del mundo.
La orden de no mirar
La reina Sirikit, madre del actual rey de Tailandia, se encuentra hospitalizada en el centro Chulalongkorn, del que lleva saliendo y entrando de forma intermitente desde el año 2012, cuando sufrió un infarto cerebral que ha hecho que su salud se deteriore desde entonces. Con motivo de su 88 cumpleaños, celebrado el pasado martes 12 de agosto, el rey Maha Vajiralongkorn decidió salir de la que parece que es su nueva residencia en Alemania, para volver a su país de origen y hacerle una vista a su madre en el hospital.
El rey ha salido del hotel de lujo Grand Sonnenbichl, que tiene reservado por completo para sí mismo y su harén de 20 mujeres desde -que se sepa- el inicio de la pandemia. Desde ahí se ha dirigido hasta la ciudad suiza de Zurich, donde su mujer Suthida reside en otro hotel, para poner rumbo a Tailandia.
Una vez en su país de origen, el rey ha puesto una serie de restricciones para evitar a toda costa cualquier acercamiento con sus súbditos. Lo que más ha llamado atención, ha sido su orden de cerrar las cortinas y no mirar por la ventana, dirigida a todos los residentes del hospital Chulalongkorn. Sin embargo, las limitaciones no se quedan en eso: también se ha prohibido el tráfico y cerrado los aparcamientos cercanos al hospital durante las horas próximas a su visita, además de restringir el uso de los ascensores del centro y ordenar recoger cualquier ropa colgada que se estuviera secando.
Unas medidas que solo habrán enfadado más a una población ya molesta con la actitud de su rey, en la que se dan protestas en contra de su figura casi a diario, sobre todo procedentes del entorno estudiantil. Un panorama que el rey no tendrá que vivir durante mucho tiempo, puesto que sus planes son de estar en el país menos de 24 horas, de forma muy parecida a la última vez que voló a Tailandia.
Una cuarentena controvertida
A finales del pasado mes de marzo el rey Maha Vajiralongkorn acaparaba titulares en toda la prensa europea por su decisión de permanecer a más de 8.000 kilómetros del país que reina, cuando la crisis provocada por el coronavirus acababa de estallar. Para entonces, el soberano no se había dejado ver por su país desde el mes de febrero, una actitud antagónica a la de su padre, que no abandonó Tailandia durante sus últimos 24 años de vida.
Rama X -su nombre dinástico- encontró en el hotel alemán Grand Sonnenbichl, el mejor refugio en tiempos de pandemia y se instaló en él de forma permanente junto a su harén de 20 mujeres y todo su servicio. A pesar de ser criticado por salir a pasear en bici con numerosas mujeres cuando las medidas de confinamiento eran estrictas, el rey sí que tomó algunas medidas contra la covid-19. Decidió expulsar de vuelta a Tailandia a todo el personal que tenía síntomas de haber contraído la enfermedad.
El hotel permanece blindado para el rey, que se resiste desde entonces a volver a su país más de 24 horas seguidas, con lo que ha provocado todo un movimiento en su contra que se venía fraguando años atrás por su insolente actitud.
Ida y vuelta exprés a Tailandia
Mientras que Maha se encontraba en un hotel alemán, la reina consorte Suthida hacía lo propio en uno suizo, alejada de su marido. A principios de abril la pareja decidió reunirse en Zurich para poner rumbo a Tailandia, pero no por mucho tiempo. El motivo era la celebración del día Chakri, que conmemora el establecimiento de la dinastía con el mismo nombre, de la mano del rey Rama I en 1782. Hoy continúa su reinado en el país de la mano de Rama X.
La celebración tuvo lugar el pasado 6 de abril y, tan solo dos días más tarde, los reyes ya estaban de vuelta cada uno en su nueva residencia. Así, se perdieron la relevante celebración del año nuevo tailandés (Songkram), que tuvo lugar el 13 de abril, enfadando aún más a la población.
Las protestas llegan a Alemania
Durante la noche del 6 a 7 del pasado mes de mayo, la entrada principal del hotel Sonnenbichl se inundó de activistas tailandeses que protestaban contra su rey. “¿Por qué Tailandia necesita un rey que vive en Alemania?”, fue el lema que proyectaron sobre la misma fachada del complejo. Con tan solo un año desde que fue entronizado, Rama X ya había conseguido en el mes de mayo una oleada de protestas en su contra. A la situación del coronavirus se sumaba la cuestión de que el rey estuviera en un hotel, mientras que todos permanecían cerrados. La explicación es que se trataba de un grupo homogéneo que no iba a entrar ni salir y no suponía ningún riesgo añadido.
Un pasado marcado por los escándalos
Los casos de corrupción de la princesa Srirasmi,exmujer de Rama X, relacionados con vídeos filtrados de fiestas de lujo en las que los excesos eran protagonistas hizo que la imagen de Maha fuera deteriorándose durante sus años como príncipe heredero. A pesar de divorciarse de Srirasmi en 2014, la población ya no confiaba en su futuro rey y su actitud durante los siguientes años tampoco contribuyó a que su imagen mejorara. A día de hoy, el resultado es una monarquía que se sostiene gracias a la censura y a las prohibiciones en cuanto a manifestaciones en su contra, que aún así suceden a diario.
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