Tres lecciones de influencer que Ana Soria, la novia de Enrique Ponce, puede aprender de Mar Torres, la ex de Froilán

Aunque su destino parecía ligado a ejercer la abogacía en el bufete de su padre, Ana Soria podría estar planteándose un nuevo futuro: influencer de moda. No es una decisión del todo improvisada: algunos compañeros de estudios (cursa Derecho en la Universidad de Granada) cuentan que la nueva novia de Enrique Ponce siempre ha manifestado interés por las tendencias. El anuncio de su relación con el torero podría precipitar esta vocación cosmética, ya que sus primeros posados han pasado de interesar a 500 seguidores a concitar a casi 40.000 (y subiendo) personas en su perfil de Instagram. El reto es importante, ya que la joven Soria es una absoluta amateur en el marketing digital, como se puede ver en las fotografías que ha compartido en su IG. Ejercer de influencer no es tan fácil como parece.

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No es nada fácil presentar una imagen de marca personal consistente en la realidad digital multicanal en la que se desenvuelven las influencers. De hecho, nada tiene que ver la fama del mundo del corazón con la influencia de moda. Como famosa sí puede limitarse a posar perfectamente maquillada y vestida por un equipo de estilistas que la van a cuidar al máximo. Sin embargo, si pretende un futuro representando marcas tendrá que dominar la naturalidad digital, aprender a seducir sin timideces, producir imágenes estéticas e interesantes y vídeos que puedan tener interés en espacios tan competitivos como TikTok. Son muchas habilidades de difícil adquisición, pero puede ir tomando nota de otra recién llegada que también se convirtió en aspirante a influencers en cero coma: Mar Torres.

La nueva naturalidad

Una de las primeras cosas que tendrá que plantearse la aspiranteAna Soria es su concepto de «naturalidad». Las influencers que han logrado atraer a las marcas más importantes han renunciado a su imagen de partida para labrarse un nuevo yo debidamente realzado. Cada caso requiere una intervención distinta: pechos, dientes, labios, pómulos, liposucciones… La metamorfosis de Mar Torres ha sido de las más espectaculares, ya que remodeló completamente su rostro gracias a una bichectomía (extracción de los acúmulos de grasa de las mejillas), una rinoplastia, relleno de labios y la elevación de las cejas con bótox. Se trata de obtener la llamada «cara de Instagram» sin perder del todo la identidad. Lo han conseguido María Pombo (se ha tocado la nariz), Paula Ordovás, Ana Moya o Teresa Andrés Gonzalvo (que se han aumentado el pecho). Alexandra Pereira puede ser otra que ha cambiado muchísmo desde sus inicios: su cara es totalmente distinta.

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De vuelta en Madrid ???

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Objetivos aspiracionales

Además de remozar su imagen facial con los requerimientos de lo digital, Ana Soria tiene que ocuparse de otro aspecto básico y fundamental para triunfar como influencer: sus estilismos. Como no ha ido ampliando poco a poco su esfera de influencia, queda descartada la posibilidad de que sus ‘outfits’ vayan subiendo de intensidad ‘fashion’ naturalmente. Como le ocurrió a Mar Torres, a Ana Soria no le queda más remedio que acelerar y descartar prácticamente todo su armario de persona anónima para comenzar a mostrar por dónde van sus intenciones de moda. Mientras que no sea imagen de las marcas mas interesantes, su contenido de moda tiene que ser aspiracional: vestir lo que le gustaría representar. Por ser novia de quien es, se impone la regla de los accesorios del lujo: los bolsos que muestre en sus publicaciones (cuidado, además, con las repeticiones) tienen que ser de marcas importantes.

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It feels like a normal day ?

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Seducción indisimulada

La última gran lección que la influencer principiante Mar Torres puede darle a la aspirante Ana Soria tiene que ver con la frecuencia en la que emite el marketing de moda, una longitud de onda que todas las influencers deben dominar: la seducción. Los posados de portada más bien estáticos y de estilo regio son, en realidad, prerrogativa de muy pocas: prácticamente divas de la lista A de las revistas más elitistas cuya elegancia es ya indiscutible. Las aspirantes e influencers tienen que vender y venderse constantemente, y utilizar todos los recursos a su alcance para hacerlo. Todo en una fotografía o un vídeo tiene que seducir al espectador: la luz, la composición, el escenario, la ropa, la postura, la mirada. Exhibirse el alguna modalidad de lo sexy supone, hoy por hoy, el 50% del éxito de una influencer. Y no se trata simplemente de posar en bikini, sino de algo mucho más difícil: seducir con la mirada.

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