La foto más difundida de Raquel Perera y Alejandro Sanz, la que abre estas líneas, se produjo el 26 de mayo de 2012. Una boda sorpresa, en la que los invitados pensaban que acudían al bautizo en Cáceres de Dylan, el primer hijo de la pareja, nacido en 2011, y se encontraron una renovación de votos matrimoniales. La pareja se había casado legalmente tres días antes en Barcelona y quisieron compartir con sus seres queridos la sorpresa. Ocho años más tarde, han firmado el acuerdo de divorcio. Que, entre otras cosas, conlleva la residencia en España de los excónyuges, para que los dos hijos de la pareja (Dylan y Alma) no tengan que crecer separados de ninguno de sus progenitores.
Una pareja hecha de Grammys
Pero antes de eso la relación entre ambos se había convertido en una de las revoluciones de la industria musical. Durante estos años, Sanz y Perera habían sido un matrimonio, socios empresariales (una relación deshecha oficialmente en enero de 2020), y hasta diseñadores aficionados, con su propia colección de camisetas en 2014. Pero la estampa que mejor acompañaba la del matrimonio, y menos conocida, se produjo en 2011. Cuando fueron juntos a protagonizar una foto aparentemente menos trascendente en lo personal, pero mucho más en lo profesional: en junio de ese año, Raquel Perera y Alejandro Sanz entraban juntos en las oficinas de Universal Music para firmar un cambio de rumbo en la carrera del cantante, antes ligado a Warner.
¿El disco que protagonizaría ese cambio? La música no se toca, donde como tercer single se lanzó Mi marciana, la canción que Sanz dedicaría a su mujer, manager, compañera, madre de dos de sus hijos y, para el cantante, "risa más fresca de todas las fuentes". El cambio de discográfica, el disco, la nueva paternidad, la boda, el bautizo: entre 2011 y 2012, Sanz y Perera, Perera y Sanz, eran un equipo imbatible.
El peor momento de Alejandro
Raquel Perera empezó siendo parte del equipo personal de Sanz. Una profesional especializada en Comunicación y Marketing (aunque empezó estudiando Psicología) que arropó al cantante en sus años más duros: tras las separación de Jaydy Michel en 2005 –una relación que duró 10 años– y el intento de extorsión que llevó en 2006 a la detención del mayordomo de Sanz y de la mujer de éste. Sumados a una baja médica por agotamiento y estrés, Sanz pasó dos de los peores años de su vida en lo personal.
Para entonces, Perera ya era parte del círculo de confianza del cantante, y a principios de 2007 se dejaron ver juntos en varios viajes, aunque la relación seguía pareciendo solo profesional. Por entonces, el cantante estaba especialmente centrado en su carrera (gracias El tren de los momentos, octavo disco del cantante y uno de los más exitosos, donde se refugió en esos años tempestuosos, grabado íntegramente en su casa de Miami) y tanto en entrevistas como en la tranquilidad de los escasos titulares amorosos, parecía estar fuera de los vaivenes de lo sentimental.
Sin embargo, en verano de ese mismo año, la relación con la que ha sido asistente personal, responsable de comunicación artística, manager y figura clave en el desarrollo de la carrera de Sanz era más que evidente: los paparazzi cazan a la nueva pareja en Mallorca, en evidentes muestras de afecto, entre besos y arrumacos. Aunque, oficialmente, el silencio fue la tónica. De Perera poco se sabía aparte de su relación profesional con Sanz. Que también se fue afianzando: a principios de 2008, es una figura presidencial, Óscar Arias, mandatario de Costa Rica, el que certifica la relación, cuando la pareja posa junto al presidente. En las entregas de premios, y en los honores que recibe durante ese año, Perera siempre está ahí, cercana, con una elegancia que empieza a despertar el interés, pese a que siempre se ha confesado que es más de comprar online. Hasta su vestido de boda fue adquirido vía Internet.
La familia que trabaja unida…
El tándem funcionó bien durante la mayor parte de esta década: en 2014, cuando lanzaron su aventura fashion, Raquel Perera(ya embarazada de Alma) declaraba en una entrevista a S Moda el secreto de la colaboración entre ambos: "nos conocimos trabajando juntos, así que sabemos dividir muy bien cuál es la función de cada uno. Hay cosas en las que yo directamente no me meto, solo doy mi opinión, y otras en las que él delega, sobre todo, en aspectos más ejecutivos".
La figura de Perera fue cada vez más trascendental en los negocios de Sanz. Aparte de en los propios: la empresaria ha diversificado sus intereses con presencia en varías corporaciones a ambos lados del Atlántico. Pero el momento más trascendental fue quizás el nombramiento de Perera como gerente de Gazul, una de las principales sociedades de Sanz, y que coincidió en el tiempo con la ruptura unilateral de Sanz con su representante en exclusiva de toda la vida, Rosa Lagarrigue, entre 2016 y 2017.
En lo personal, Rachel Valdés, la actual pareja del cantante, nos contaba que "hace un tiempo, a través de amigos comunes" y en Miami, Sanz y ella se conocieron. El chispazo por la artista y empresaria cubana terminó desplazando, en el amor y en los negocios, a Perera. Desde 2019, y hasta el acuerdo de divorcio, todo lo que ha quedado es cómo separar una relación que va mucho más allá del corazón partío, y en la que los negocios y la familia eran casi uno y lo mismo.
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