Raphael acude a nuestra cita vestida de manera deportiva, nadie al verle diría que ha pasado la barrera de los 75, y que hace años fue sometido a un trasplante de hígado que le permitió empezar una nueva vida llena de éxitos, hasta el punto de haberse convertido en un ídolo no sólo para el público que le sigue desde sus inicios, sino también para muchos jóvenes cantantes que ven en él un ejemplo a seguir.
Raphael, ¿de dónde saca la energía para seguir en activo durante tantos años?
De la ilusión que tengo por lo que hago, por hacer cosas nuevas, pero sobre todo porque tengo la inmensa suerte de tener la voz que tengo y que a veces ni me creo que pueda conservar como la conservo.
Hay quien dice que en vez de cuerdas vocales tiene un diamante en la garganta.
No lo sé, pero sé que es extraño lo que me ocurre porque lo habitual es que la voz se vaya apagando con el paso de los años, incluso que vaya tomando un tono oscuro, lo que propiciaría que mis agudos no deberían sonar como suenan, pero no sé qué me pasa para que todo eso no me ocurra a mí. Creo que tiene que ver con mi estado físico y de ánimo. Con la voz ocurre como con la piel que, según pasa el tiempo, salen cositas, manchas, lunares; en cambio, a mí nada de eso me ocurre.
Será porque es un privilegiado, después de haber pasado por un trasplante.
No es algo que yo desee a nadie: si pasé por eso fue porque no me quedó más remedio, no por gusto o placer, a mí hubo que operarme sí o sí.
Ahora vuelve con un doble CD titulado ‘Sinphónico&RESinphónico’.
Es el resultado de una búsqueda que hizo Lucas Vidal y que le ha salido genial. Yo había hecho ya Sinphónico y había quedado feliz con Fernando Velasco, que fue quien hizo los arreglos. Lo que no imaginaba es que había este otro mundo detrás, de ahí que se trate de un proyecto muy especial para mí.
¿Qué lo diferencia de lo que ha hecho anteriormente?
La constante evolución de mi trayectoria, en el que la mezcla de lo sinfónico con lo electrónico ha sido un éxito.
Encandilar a todo tipo de público no debe ser fácil.
Y no lo es, porque hay un público al que le gustan mis canciones de toda la vida, y otros a quienes hay que atraer con cosas nuevas. Sinceramente, te digo que este espectáculo que estoy presentando por toda España va a ser el más visto de cuantos he hecho.
Reconozca que es un caso raro.
¿Por qué lo dices?
Porque pocos cantantes veteranos pueden presumir de haberse convertido en ídolo de generaciones jóvenes.
Si he de ser sincero, tengo que reconocer que yo siempre he estado rodeado de gente joven; en ese sentido, he sido tan amigo de los amigos de mis hijos como de los míos y esa forma de ser mía ayuda a eso que dices.
“Al escenario salgo seguro, tranquilo, porque salgo a disfrutar”
¿La juventud es contagiosa?
Algo de eso hay, pero sobre todo lo que se contagia es su forma de pensar, más despreocupada o no, pero siempre interesante porque te hacen ver la vida de otra manera.
Sin embargo, en este CD doble vuelve con algunas de sus viejas canciones, además de otras nuevas. ¿Es un guiño a ese público?
Rosa, para hacer esta clase de discos lo que hace falta es que las canciones sean muy contundentes, me explico: no puedes meter metralla porque la mayoría de esa música no tiene melodías, sobre todo porque estamos hablando de música sinfónica que requiere canciones muy potentes como son las mías, no sólo en cuanto a la música, también en cuanto a las letras de canciones que nacen ya muy potentes por lo buenas que son y que no se pueden cantar como otras de quita y pon.
La mayoría forman parte de nuestra memoria musical.
La gente, como las ha cantado tantas veces, las ha escuchado tanto en sus casas, han conseguido que los hijos las aprendan y las recuerden como suyas.
En la suya, ¿quién canta: usted, Natalia, sus hijos?
Ja, ja, en mi casa cantamos todos.
Que no haya protagonizado escándalos, ¿le ha favorecido?
Indudablemente, no sé si como artista, pero como persona, sin duda. Yo soy el mismo dentro y fuera del escenario. Si algo he aprendido en esta vida, es a mostrarme en el escenario como soy. Recuerdo que en mis tiempos jóvenes cuando iba a cantar salía nervioso.
¿Con mariposas en el estómago?
Agobiado por la responsabilidad, hasta que a la quinta canción volvía a reconducir la voz, ya no me ocurre.
¿Tan seguro se siente?
No lo sé, salgo seguro, tranquilo, porque salgo a disfrutar. Siento pellizcos en el estómago, pero no me molesta para cantar.
¿Cree que haga lo que haga el público está de su parte?
Es un compendio de muchas cosas. Me gusta lo que veo, y es que el público disfruta. Hay una cosa que me ha ocurrido recientemente.
Cuénteme, por favor.
Verás, hablando con el ingeniero de sonido que lleva muchos años conmigo, y que en los conciertos está en la parte de atrás del escenario de cara al público, me dijo: un día te voy a grabar lo que dice la gente cuando sale del concierto y que nunca oyes.
¿Le ha sorprendido la opinión que tienen de usted?
Algunas cosas sí; otras no, a la mayoría les llama la atención la fuerza de voz que no he perdido.
¿Su voz requiere muchos mimos?
Sí, es mi arma de trabajo. Hubo un tiempo en el que tuve que aprender a fumar porque hice películas en las que fumaba, se notaba mucho que no sabía y tuve que aprender, pero tampoco soy muy fumador. Fumé durante un tiempo pero lo dejé porque es malo para la salud, igual que es malo beber.
¿El pasado, pasado está?
Hoy ya es pasado para mí.
Sin duda, es un afortunado.
Lo soy, muy afortunado, sí.
¿Recuerda qué cambió su vida para siempre?
Perfectamente. La primera vez que yo fui a un teatro portátil fue en Cuatro Caminos para ver ‘La vida es sueño’. Y mirando aquello pensé: yo voy a ser de ésos, de los que están arriba del escenario. No estaba pensando en cantar cuando lo hacía todos los días, pensaba en otra cosa.
“Si no llego a cantar todas esas canciones de Manuel Alejandro, no sería el que soy”
¿En ser famoso quizá?
No. Mira, tener éxito en la vida es un compendio de cosas que te van ocurriendo oportunamente, que tienes que salvar con buen tino, y depende mucho de la persona que elijas para que te acompañe en la vida y de las personas en las que pones tu confianza.
¿Qué hubiera sido de Raphael sin Manuel Alejandro?
Manuel Alejandro ha sido vital en mi vida, es la mitad de mi persona. Si no llego a cantar todas esas canciones compuestas por Manuel Alejandro, no sería el que soy.
¿Cómo trabajan: usted le dice lo que quiere cantar y él pone el resto, o cómo?
¡Dios me libre de decirle lo que tiene qué hacer! Lo que ocurre es que como me conoce tan bien, va tomando apuntes y creo que de alguna manera adivinaba lo que me iba a pasar. Se me ponen los pelos de punta cuando recuerdo que me hizo la canción “Volveré a nacer”, describiendo lo que me pasó años después. Para mí Manuel Alejandro ha sido providencial.
¿Alguna vez rechazó alguna de sus canciones?
Nunca, porque yo he tenido la libertad siempre de que me daba canciones que le sobraban porque él también componía para otros cantantes, y decía que yo no podía tener complejos. Y ésa ha sido mi política en esta vida. Si a mí me gustaba una canción me daba igual quién la hubiera cantado. Cuando yo llego a la casa de discos y digo que voy a grabar ‘El pequeño tamborilero’, o ‘A mí manera’, hubo un cierto rechazo porque las había grabado Frank Sinatra.
Duro competidor.
Me dio igual, de la misma manera que me dio igual que Alain Barrière hubiera cantando Ma vie. Yo, afortunadamente, no he tenido complejos y he cantado lo que he querido cantar, porque cada uno le da un color diferente a las canciones.
¿En qué momento es consciente de que ya ha triunfado?
De eso nunca he sido consciente. Es ahora cuando empiezo a serlo, cuando me doy cuenta de todo lo que he hecho, todo lo que llevo a mis espaldas. Me ocurre con los viajes. Si decidimos ir a Londres, por ejemplo, ya he estado, he viajado tanto, he dado tantos conciertos…
En algún lugar no habrá estado que le gustaría ir.
En África no, porque considero que esos países necesitan algo más importante que lo que yo puedo ofrecerles, que es mi música.
¿En algún momento se ha comportado como un divo?
No, lo que me he sentido siempre es muy agradecido por cómo el público ha sido conmigo. Desde el comienzo de mi carrera, el público me señaló con el dedo y hasta hoy, y la prensa ha ido acomodándose a mí también, y les gusta porque ahora las críticas son más profundas que antes.
¿Quiénes han cambiado más, la prensa o los artistas?
Yo creo que ahora hay menos relación personal que antes. Y eso se debe a que hay tanta gente de por medio con la que lidiar que a veces os resulta difícil llegar al artista, a la persona. A mí me han tocado dos épocas, la primera y ésta, que es más importante para la música, pero que no hay tiempo. Yo ahora veo menos a la prensa, pero bueno hay otras formas de relacionarnos, a través de Internet, o de las redes sociales, que facilitan mucho la relación.
¿Usted maneja las redes sociales?
Sí, un poco, no todos los días, pero sí.
Recuerdo que me dijo Natalia que ustedes, durante años, se comunicaban a través del fax.
Antes de eso nos escribíamos cartas, tarjetas postales, a ti también te he mandado muchas. Natalia tenía un don especial para calcular los tiempos, de manera que cuando yo llegaba a un país tenía una carta suya y de los niños. Después pasamos al fax, y ahora con whatsapp todo el tiempo. Me gusta porque es privado y te permite estar a todas horas en contacto.
¿Tiene alguna manía antes de actuar?
No, estoy por el escenario varias horas antes del concierto y, cuando ya entra el público, me voy al camerino. Lo que sí que hago es que el día que canto, no hablo, lo llevo a rajatabla. Esto que hago hoy contigo, estar hablando, es una excepción.
Hábleme de Natalia.
¿Qué quieres que te diga?
¿Cómo han conseguido llegar hasta aquí?
Porque hay que saber renovarse y yo tengo la mentalidad de estar empezando siempre.
¿Quién es Raphael?
Nació en Linares (Jaén), en mayo de 1943.
Inicios: A los tres años comienza a cantar con el sobrenombre de El ruiseñor de Linares. A los nueve es reconocido como la mejor voz infantil de Europa en el festival de Salzburgo, Austria.
Trayectoria: Gana el Festival de Benidorm en 1962. En 1966 y 67 representa a España en Eurovisión con ‘Yo soy aquel’ y ‘Hablemos del amor’. Ese mismo año actúa en el mítico Olympia de París, y más tarde en el Madison Square Garden, Nueva York. En 1992 consigue un gran éxito con ‘Escándalo’, compuesto por Willy Chirino. En 2003 tuvo que someterse a un trasplante de hígado. En 2009 celebra sus 50 años como cantante con un concierto en la Plaza de Toros de las Ventas. En 2011 inaugura su propio museo en Linares. En 2015 emprende una gira mundial con Raphael Sinphónico World Tour, hasta el 2017. Acaba de sacar al mercado un CD doble: Sinphónico&RESinphónico.
Familia: Casado con la escritora y periodista Natalia Figueroa, la pareja tiene 3 hijos: Jacobo, Alejandra y Manuel.
La foto favorita de Raphael
“Esta foto me gusta porque me la tomaron en el Olympia de París, el pasado mes de marzo, 52 años después de mi primera vez en esa mítica sala”.
(Entrevista realizada en el Hotel Me de madrid. Tel.: 917 01 60 00)
Fuente: Leer Artículo Completo