El discurso de Melania Trump en la apertura de la convención republicana ha dejado comentarios para todos los gustos: unos se congratulan de que la Primera Dama haya reconocido al fin a las víctimas del coronavirus, otros hablan de un fingimiento de empatía solo comparable a la pretensión de magnanimidad de su esposo, el Presidente Trump. Lo que no ha pasado inadvertido para los analistas ha sido el escenario del discurso, un encuadre impresionante en el pórtico que da pie al legendario jardín de las rosas de la Casa Blanca, uno de los lugares más icónicos por ser obra de otra primera dama, Jacqueline Kennedy.
Los fieles y los detractores de la pareja presidencial llevaban semanas en aviso: Melania Trump ya había anunciado su intención de reformar el jardín de las rosas antes de que terminara la legislatura. Una iniciativa que no se ha entendido del todo, especialmente dado el duro momento que viven un país en plena lucha contra el coronavirus: la reforma se ha valorado en 60 millones de dólares. Además, el jardín es una reliquia histórica. Diseñado por Bunny Mellon y supervisado por Jackie Kennedy en 1962, optaron por un espacio alegre, en el que los vivos colores delas flores fueran protagonistas. Quiso que fuera un símbolo de felicidad y de diversidad, con distintos tipos de flores y rosas de distintas tonalidades.
La rehabilitación que anunció Melania Trump no ha sido, de hecho, tal. Ha sido más bien una reforma total. O un cambiazo histórico. Porque no queda nada del jardín que soño Jackie Kennedy: se ha arrancado toda la flor y hasta diez árboles han sido eliminados. En su lugar, tenemos grandes extensiones de verde y monótonas plantaciones de flores blancas, que en opiniónde los Trump suponen un mejor escenario para las retransmisiones televisivas. Para la gran mayoría de los expertos y analistas que se han manifestado en las redes, esta versión del jardín de las rosas se paree más a un memorial o incluso a un cementerio.
El jardín de las rosas fue una idea de Jackie Kennedy, pero en realidad siempre fue un espacio ajardinado en el que, desde el año 1913, todas las primeras damas plantaron flores de su elección. Lo que Melania Trump se ha llevado pues por delante no es simplemente una de las señas de identidad demócrata que persistían en la Casa Blanca, sino la huella en forma de flor de todas y cada una de las familias presidenciales que vivieron allí desde principios del siglo pasado.
Aunque parezca una ‘boutade’, la obsesión de Donald y Melania Trump podría ser la de presentarse como unos nuevos Kennedy, un calificativo que sí lograron los Obama durante su paso por la Casa Blanca. De hecho, algunos colaboradores del presidente como Peter Navarro ya han comentado en televisión que Melania es la nueva Jackie Kennedy, por su «belleza, su elegancia y su suave manera de hablar». Le falta, sin duda, la calidez y la alegría, como ya se pudo comprobar en la gélida, incluso tétrica, decoración navideña que elige cada año. En el jardín de las rosas lo ha vuelto a demostrar: al quitarle el color le ha arrancado vida para convertirlo en un escenario más.
Fuente: Leer Artículo Completo