Cuando uno piensa en Love Actually, es probable que le vengan a la cabeza dos escenas memorables: la de Andrew Lincoln declarándose a Keira Knightley con unos carteles y la de Hugh Grant bailando en 10 Downing Street. Pero pese a ser la segunda una de las más icónicas del filme, Grant no es tan fan.
En Love Actually, Grant interpreta al Primer Ministro británico. La escena le tiene a él en la residencia ejecutiva escuchando música. El personaje se empieza a dejar llevar por el ritmo de ‘Jump (For My Love)’ de The Pointer Sisters y acaba bailando a lo grande por las salas y pasillos de 10 Downing Street hasta que una de sus empleadas le caza en pleno éxtasis musical.
"Va a ser insoportable", dice el actor recordar cuando supo que tendría que rodar la secuencia. En Hugh Grant: A Life on Screen, un nuevo documental de la BBC sobre la carrera de la estrella, Grant añade: "Y tiene que ser la escena más insoportable jamás pensada para el celuloide".
Grant asegura en el avance del documental que odió tener que grabar la escena. De hecho, incluso trató de librarse de tener que ensayarla en las semanas previas al rodaje con excusas como: "Hoy me duele la rodilla". Así que nunca la ensayaron.
"Y entonces, en el día de rodaje… Quiero decir, imagínate. Eres un actor inglés gruñón de 40 años. Son las 7 de la mañana. Estás completamente sobrio y te dicen, ‘Vale, Hugh, si pudieras volverte loco ahora mismo…’", añade Grant. "Fue un absoluto infierno".
Compañeros de Grant como Colin Firth también recuerdan que el actor se quejó en repetidas ocasiones. Según el cineasta Richard Curtis: "Odiaba la escena del baile. Hugh es la persona menos musical del mundo". Pero los espectadores sí la adoraron y Grant tuvo que asumir que lo que más detestó rodar se convirtió en uno de los momentos icónicos de la que también es una de las mayores comedias románticas de culto.
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