Hija de príncipe y duquesa y madre del actual rey de los belgas, Paola de Bélgica tuvo, durante muchos años, un papel secundario en la corte europea, pero siempre rivalizó en elegancia con las más admiradas de la época, como Grace Kelly. Nacida en Italia, pertenece a una de las familias nobles más conocidas del país, los Ruffo di Calabria. Con 22 años contrajo matrimonio con Alberto de Bélgica, príncipe de Lieja y hermano del entonces rey de los belgas, Balduino, casado con la española Fabiola de Mora y Aragón.
Aunque formaba parte de una Casa Real, Paola siempre fue un espíritu libre, a veces rebelde, atractiva y admirada, a quien el cantante Adamo dedicó la canción Dolce Paola. Una personalidad que se dejaba notar en sus elecciones estilísticas: Paola adoraba las minifaldas, los sombreros de todo tipo, las gafas de sol, los vestidos con escote en la espalda, el print animal, los abrigos de piel y los recogidos de pelo más atrevidos.
Aunque su matrimonio no fue fácil y hubo infidelidades por ambas partes (Alberto se ha visto obligado a reconocer a su hija ilegítima Delphine Boel mientras que Paola fue fotografiada en una playa con un fotógrafo de la revista Paris Match), la pareja supo salvar las distancias y terminaron reinando durante dos décadas, tras la muerte de Balduino de Bélgica sin descendientes directos. Así una de las princesas más bellas, atractivas y elegantes subió al trono. Una época de madurez que no fue capaz de eclipsar sus estelares apariciones de juventud, cuando los flashes siempre apuntaban en su dirección para retratar a una mujer fascinante que, décadas después, sigue inspirando por su estilo propio.
La pareja contrajo matrimonio en 1959. En esta imagen, ambos aparecen relajados durante una sesión de fotos, con ella luciendo un vestido de estampado floral en tonos verdes.
Con un vestido plisado blanco, la entonces princesa Paola visitando el monumento a la princesa Astrid, madre del príncipe Alberto.
Para su boda con Alberto, Paola lució un vestido con cuello redondo y gran lazo en la cintura y un impresionante velo de encaje.
Una jovencísima Paola vistiendo un abrigo de efecto piel en color negro.
Una bella imagen de Paola con su hija Astrid sobre los hombros, luciendo una camisa estampada y un pañuelo en la cabeza.
La cercanía y la naturalidad han sido dos de las grandes bazas de Paola, que en una visita a una mina no tuvo inconveniente en ponerse el mismo atuendo que los trabajadores.
Una imagen casual de Paola, con gafas de sol, top y moño italiano, conduciendo un coche en Roma.
Paola y Alberto durante un concierto en el Chateau Belvedere, con la princesa luciendo un vestido de terciopelo y una chaqueta con margaritas bordadas.
Durante una vacaciones en la Costa Azul en 1965, con vestido de tirantes de flores, banda en el pelo y sandalias planas: un look atípico para una princesa.
Un precioso primer plano de Paola, con abrigo acolchado en blanco y turbante de piel a juego.
La princesa Paola en un baile de gala con vestido blanco y espectaculares joyas.
La princesa Paola luciendo un abrigo rojo y un gorro tipo casquete, un look muy Jackie Kennedy, en los años 60.
Amante de las artes, la princesa Paola es una apasionada de la fotografía. Sus looks beauty, como su gusto por los labios rojos, tampoco pasaban desapercibidos.
Con un vestido brocado de inspiración oriental y un voluminoso moño, Paola nunca ha dejado de atreverse con distintos recogidos y peinados.
Con un abrigo de print de leopardo, en la década de los 60 Paola rompía moldes.
El nuevo complemento fetiche de Kate Middleton ya lo llevaba Paola de Bélgica en los años sesenta.
Un look clásico y atemporal que siempre ha sido del gusto de la realeza.
Paola siempre imprimía a sus looks un toque atrevido, el escote en la espalda era una manera sutil de lograrlo.
Con un traje de chaqueta con falda de vuelo y blusa blanca con botones de perlas: el look con el Paola de Bélgica llegó a Mónaco en 1966.
Paola y Grace juntas, dos estilos distintos pero elegancia compartida: Paola apostó por un vestido de grandes cuadros rosas y blancos sin mangas y Grace por un vestido de lentejuelas en azul.
Uno de los colores que triunfan en 2020 y que ya llevaba Paola de Bélgica a finales de los años 60.
Paola con minifalda, la prenda que en los años 60 era el mejor exponente de rebeldía.
Un peinado rompedor para una royal de la época: coleta alta de bucles.
Un bello retrato de Paola a finales de los años 70, con un vestido de flores bordadas y cuerpo transparente.
Paola con un vestido de seda salvaje palabra de honor en una visita a Holanda.
Difícil no acordarse del parecido entre Paola y la actriz belga en este look con moño y tiara que escogió para la recepción previa a la boda de Fabiola y Balduino.
Paola no dudó en lucir estampados en colores llamativos que tenían poca cabida en los armarios reales.
Sombreros, diademas, lazos, pañuelos… los accesorios de pelo eran indispensables para Paola.
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