Olivia Valère: “Admiro a María Teresa Campos”

Olivia Valère llegó a Marbella en 1984, invitada por la cantante coreana Kimera, en pleno reinado de Regine, la reina de la noche por aquel entonces, pero ocurrió lo inesperado: en un abrir y cerrar de ojos, Olivia se alzó con el título, desbancando a su competidora más poderosa. De eso hace ya 36 años, y aquí sigue, luchando contra la mayor crisis económica y sanitaria desde la segunda guerra mundial: la COVID-19, que ha ocasionado una pandemia que amenaza al mundo de la noche, en este caso al imperio que tanto trabajo le costó levantar a una mujer que, pese a los inconvenientes, se niega a tirar la toalla.

Olivia me recibe en su casa, de estilo andaluz, situada en una de las zonas más exclusivas de Marbella. Un paraíso en el que vive rodeada de plantas y animales exóticos, y que comparte con Albert, su ex marido y padre de sus dos hijos mayores, y Phillippe, su actual marido, un prestigioso abogado con el que lleva 47 años y con el que tiene un hijo en común.


Olivia ¿qué supone para usted el cierre de los lugares de ocio?

Es una catástrofe, porque vivimos de la temporada de verano y teníamos la esperanza de que las cosas volverían a la normalidad. No ha sido así y eso supone un grave quebranto económico para Marbella, y para nosotros.

¿Lo peor es no saber hasta cuándo puede durar esta situación?

Efectivamente, se han tomado medias muy drásticas y la situación es dramática porque calculo que hasta Navidad no podremos abrir, y eso supone la ruina.

Más para usted, que abre su discoteca todos los días del año.

Soy la única que lo hace desde 1985, incluidos fines de semana. Con un personal fijo que tiene que mantener a sus familias, y otros que trabajan por horas o días para sacarse un sobresueldo. Si no hay trabajo, la situación va a ser muy complicada, están desesperados porque la mayoría no tiene ahorros.

¿Esta pandemia finiquitará la vida nocturna de las ciudades?

Supongo que sí porque aquí en Marbella la gente sale muy tarde a cenar, y después se van a las discotecas hasta altas horas de la madrugada; ahora, si los restaurantes tienen que cerrar a la una, ya me dirás… Esto lo vamos a sentir los grandes y los pequeños empresarios de todos los sectores, porque si la gente no ingresa no gasta. Yo tengo créditos pendientes que tengo que pagar. Ahora, venir a Marbella sin visitar la discoteca de Olivia Valère es como ir a Roma y no visitar el Vaticano.

¿Desaparecerá el lujo tal y como lo conocemos?

Tenemos el lujo a un precio interesante, pero creo que, aunque la pandemia no te haya afectado directamente y no te hayas contagiado, está afectando a la gente de muchas maneras. Los veo muy deprimidos, y aunque salen a cenar o van a una fiesta, han perdido la alegría que tenían antes.

¿Qué sociedad saldrá de esta crisis mundial?

El cambio no sólo va a ser económico, ya está siendo psicológico también. Nos hemos dado cuenta con el confinamiento de que no necesitamos tener dos coches, los armarios llenos de ropa, tantas cosas para ser felices. No necesitamos consumir tanto, ni viajar tanto para estar bien. Y algo más.

¿Cómo qué?

La gente que trabaja mucho, que tiene muchas responsabilidades, apenas tienen tiempo para estar con los hijos, con su familia, y de pronto han aprendido cosas de ellos que no sabían, sus cualidades y sus defectos, porque han tenido tiempo de analizar a sus hijos, a sus parejas, a observarles, ya que tienen un tiempo que antes no tenían, y eso es muy positivo.

¿Usted dónde y cómo pasó el confinamiento?

Yo pasé el mes de febrero en Miami, de allí me fui a París para ver a mi familia, a mis nietos, a mis amigas, y el 13 de marzo cogía un vuelo a Málaga. Mi marido tuvo que quedarse por asuntos profesionales y cogió el último vuelo para confinarse conmigo.

¿Echaba de menos no salir de noche?

No, no. El primer mes lo dediqué a disfrutar de este tipo de vida, sin obligaciones, levantándome tarde, ya que no podíamos salir ni ir a comer a casa de los amigos. Es cuando me di cuenta de que la vida no es sólo lujo y fiestas, es mucho más. No sabes lo que he cocinado y limpiado en esos meses. Igual que algunas de mis amigas que, gracias a eso, han descubierto lo buenas cocineras que son.

Debe ser la primera vez que lo hace.

No creas, yo soy muy ordenada y muy limpia. No soporto una taza sucia ni un papel en el suelo porque soy una obsesa de la limpieza y del orden. A veces, cuando terminamos de comer, ayudo a mis chicas a recoger la mesa y les pongo la suya para que ellas coman, porque lo que más me gusta es que la gente que está a mi alrededor sea feliz, por eso tengo personas que llevan veinte años trabajando conmigo.

Rebosa felicidad.

Porque he tenido mucha suerte en mi vida; lo que sí he descubierto en estos meses es que no necesito mucho para vivir, y que el lujo es superficial, porque ante una crisis como la que vivimos no hay mucha diferencia entre lo que sienten los ricos y lo que sienten los pobres.

El dinero no da la felicidad, pero ayuda a resolver problemas.

En eso tienes razón. A mí me da mucha pena la gente que vive con tres o cuatro niños en 50 metros, mientras otros lo hacen en 300 metros cuadrados: esas cosas me parten el corazón.

¿Qué le angustia más?

La enfermedad, pero como soy muy creyente pienso que si me toca es Dios quien va a decidir. Yo hago todo lo que puedo para protegerme, para no contagiarme. Pero creo que no podemos vivir con esta angustia porque no es bueno ni para la salud física ni para la salud mental.

De acuerdo, pero no hay que perder el respeto a un virus que está costando tantas vidas.

Al menos hasta que no se descubra la vacuna debemos tomar todas las precauciones posibles. La salud es lo primero y la razón por la que todas las empresas de todos los países del mundo han tenido que cerrar, pero esto no puede durar eternamente porque sería una hecatombe mundial de imprevisibles consecuencias, ya que la gente necesita trabajar para vivir, para dar de comer a sus hijos, también porque los jóvenes no estén eternamente encerrados y puedan ir a clase.

Si tuviera que hacer un balance de su vida, ¿diría que le han compensado tantos desvelos?

Cuando yo tengo algo en mi mente, en mi cabeza, hasta que lo llevo a cabo no me acuesto, aunque sean las 5 o las 6 de la mañana. Es mi naturaleza, y lo que me mantiene en pie. Yo he luchado mucho, mucho, pero lo he hecho porque eso me hacía feliz. Cuando la gente se acerca a mí en la discoteca para hacerse una foto, yo se lo agradezco, porque el amor que me dan me compensa de los malos momentos que haya podido tener.

Cómo mujer y madre, ¿no ha sentido remordimiento por dedicar más tiempo al trabajo que a la familia?

Posiblemente. Cuando empecé en el mundo de la noche trabajé muchísimo y quizá no les dediqué a mis hijos todo el tiempo que debería haberles dedicado, pero he tratado de compensar esas carencias dando todo mi amor a mis nietos.

¿Qué le aportan?

Ternura, algunas veces me vuelven loca, porque no son como éramos nosotros en nuestra adolescencia y juventud; antes, si nuestros padres nos regañaban, nos callábamos y punto. Hoy en día hacen lo que les da la gana, vivimos en otro mundo, y eso que yo no puedo quejarme porque mis nietos están muy bien educados. Hay uno que ha nacido cocinero.

No me diga.

Sí, sí. El hijo de Arnau, que tiene 15 años, el otro día me hizo churros. Todos los días busca en Internet y nos hace comidas fantásticas.

Con su experiencia, si volviera a empezar, ¿a qué se dedicaría?

Siempre me ha gustado emprender, organizar, porque va mucho con mi forma de ser, y son cualidades que he podido desarrollar. También me ha gustado mucho la interpretación, el teatro, el cine; cuando yo tenía 10 años y me preguntaban qué quería hacer, yo decía: actuar. A mí toda la vida me han gustado mucho las películas de los años 60-70, en las que las actrices abrían un armario y estaban llenos de pieles de colores, de trajes maravillosos, de sombreros, zapatos…

Yo he visto los suyos, y bien podrían ser los de una actriz.

Es verdad, siempre me ha gustado el cine americano, las grandes producciones de Hollywood. En cambio ahora, las actrices no lucen esos trajes, todo es mucho más sencillo, diferente.

¿De los famosos que frecuentaban Marbella, quién le impresionó más?

Había algunos que eran grandes señores, pero sin duda el que más me impresionó fue Adam Kashogui.

¡Pero si era un traficante de armas!

En los negocios tenía mala fama, es cierto, pero en el trato personal, no. Yo recuerdo que era igual de simpático con el fontanero que con la duquesa de Alba. Y que, cuando recibía en su casa, ponía el mismo interés en agradar al electricista que a la princesa Soraya. Y si alguien le decía que no encontraba su sitio en la mesa, él le cedía el suyo. Siempre fue una persona muy abierta y muy simpático.

Y de mujeres, ¿a quién admiraba?

Posiblemente a María Teresa Campos, porque además de ser una gran persona era una gran profesional. Pero no encuentro muchas más…

¿No será que es más exigente con las mujeres que con los hombres?

Sí, lo reconozco, pero eso se debe a que ellos, los hombres, son el sexo débil, las fuertes somos las mujeres. Prueba de ello es que hay más viudas que viudos.

Llegó a España en 1984. ¿Qué le sorprendió de los andaluces?

Que los franceses, en determinados niveles de la sociedad, estaban más adelantados que los españoles, sin embargo, la gente normal era mil veces más simpática que los franceses. Yo conocía muy bien España, aunque no Andalucía, porque durante muchos años tuve casa en Sant Feliu de Guisols, en la Costa Brava.

¿Era su lugar de vacaciones?

Cuando yo me casé en 1975 con mi primer marido, él tenía allí una casa maravillosa, en la montaña, desde donde se veía el puerto y S’Agaró. Pero cuando descubrí Andalucía, en este caso Marbella, ya no quise moverme de aquí.

¿Qué tiene de especial Marbella?

La gente: son felices con una copita y un pincho, y eso no lo tienen en muchos países. Me gusta esa canción que dice: “Andalucía es mi tierra/ yo soy del Sur”.

Que cantaban los del Río.

Sabes que los del Río, el año que yo abrí mi primera discoteca en Puerto Banús, vinieron a cantar, casi nadie les conocía. Unos sevillanos organizaron una fiesta convirtiendo la pista de baile en una plaza de toros, y así, mientras Los del Río cantaban, yo toreé una vaquilla que se volvió loca.

¿Le gustan los toros?

Es una fiesta muy particular que forma parte de la cultura española. Si lo piensas, es muy violenta, pero no cabe duda que es un arte.

¿Le daría pena que se suspendieran las corridas como piden algunos?

Si seguimos así, van a desaparecer muchas cosas. Nos vamos a quedar sin sabores que formaban parte de nuestra vida; lo único que no nos van a prohibir es hacer el amor, supongo.

¿Ha pensado cómo le gustaría que la recordasen?

Como una gran anfitriona, una mujer a quien le gustaba recibir a la gente, haciendo todo lo posible porque fueran felices.

¿Por qué Marbella no le ha rendido el homenaje que merece?

Me lo han prometido todos los alcaldes, incluso me prometieron poner a una calle mi nombre, pero no lo han hecho. Aprovecho para pedirle a la actual alcaldesa, Ángeles Muñoz, que se apresure porque tengo 74 años.

¿Qué destacaría de esta ciudad?

A mí me dicen que soy la embajadora de Marbella, y lo soy, pero es muy fácil venderla porque tiene todo: es el cóctel de la felicidad, y la razón por la que viene tanta gente, porque es diferente, acogedora…

No sabía que fuese tan romántica.

Lo soy, nada me gusta más que salir a comer o a bailar con mi marido, ver las estrellas, escuchar música, viajar. Si viniera alguien y me dijera que viene a pagar todas mis facturas, puedo asegurarte que, de ahí en adelante, no me iba a aburrir nada.

La foto favorita de Olivia Valère

“Con Phillipe llevo casada 45 años, nada hay más maravilloso que pasar la vida con alguien que te respeta y te quiere.”

¿Quién es Olivia Valère?

Nació en Marruecos en 1946. Sus padres eran franceses.

Trayectoria: Estudió Literatura en París, tras su paso por el Senado como relaciones públicas, que abandonó para hacer sus pinitos como emprendedora, actriz y cantante. En París abrió su primera discoteca, Apocalipsis, que ella compara con el Estudio 54 de Nueva York. En Marbella desembarca en 1984, invitada por la cantante Kimera. Se instala en Puerto Banús y allí, en apenas un par de meses, construye la discoteca más grande y lujosa de la zona. 3000 metros, una especie de paraíso por donde han pasado los artistas más famosos, los árabes más ricos, los españoles afincados en la Milla de Oro y, por supuesto, los rusos. Se convierte en la reina de la noche marbellí. Años más tarde se asocia con su hijo Arnaud, fruto de su primer matrimonio, al igual que Karen. De su segundo matrimonio con el prestigioso abogado francés tiene a Javier, el tercero de sus hijos. Actualmente, como el resto de los empresarios de Marbella, está sufriendo las secuelas de la COVID-19

Breves respuestas a grandes preguntas

¿Qué es la felicidad para usted?

Tener salud, estar rodeada de mi familia, de mis amigos, y evitar a la gente tóxica.

¿Cree en Dios?

Sí, creo que Dios existe, y que hay una fuerza superior que es la que mueve el mundo.


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