Las historias que han inspirado los perfumes de Chanel

En ocasiones, un perfume está cargado de un significado que se desconoce y que, al saberse, dota a la fragancia de un carácter todavía más profundo y único. El olfato es el sentido más conectado a los sentimientos, de modo que los ingredientes que se emplean en la elaboración de una fragancia que lleva el sello de una gran casa de modas suelen tener alguna relación con la vida del fundador.

De igual manera que las colecciones de moda a menudo están articuladas en torno a un concepto que nace de la inspiración del diseñador, los perfumes también cuentan con una historia detrás de su creación. Es obvio que no siempre pueden estar conectados con un suceso íntimo del creador, pero las apuestas más fuertes de cada firma en ocasiones dejan conocer detalles íntimos de sus fundadores.

En el caso de Chanel, su último perfume (disponible a partir del 1 de junio) cumple con esto. Paris-Édimbourg es la quinta fragancia de la línea Les Eaux de Chanel y ha sido creada por Olivier Polge, el actual perfumista de la maison. En su portfolio particular hay muchas otras, como Misia o Nº5 L’eau de Chanel. Paris-Édimbourg es muy aromática y amaderada, con acordes que recuerdan a las Highlands escocesas y, según la propia casa, “tan confortable como una chaqueta de tweed”.

Pero no una chaqueta de tweed cualquiera, sino “una prestada del armario del hombre que fue toda una inspiración para Gabrielle Chanel”, en palabras de Olivier Polge. Paris-Édimbourg está inspirada en el romance que mantuvo Chanel con el duque de Westminster (cuyo apodo era Bendor) durante diez años.

Se conocieron en Montecarlo en 1923. Él no tardó en comenzar a cortejarla, agasajándola con regalos caros que le enviaba envueltos en plantas extraídas de su propio jardín. Ella, por supuesto, cayó seducida. A partir del año siguiente, Gabrielle Chanel empezó a conocer Escocia en profundidad gracias a Bendor: por una parte, el mundo aristocrático del país y, por otro, unos paisajes que quedaron para siempre en su memoria. Las Highlands. Unas montañas verdes que se extendían más allá de lo que alcanzaba la vista, bañadas en una particularísima luz blanca. Allí, el duque de Westminster poseía tres propiedades: Stack Lodge, que era una casa de campo rústica; Lochmore, una mansión victoriana y la finca Rosehall, que ella pudo decorar a su antojo.

Las Highlands fue donde Chanel se dejó inspirar por los jerseys de colores con estampados geométricos, los cuadros tartán, las boinas de cuadros y, por supuesto, las chaquetas de tweed que después reinterpretó en tantas ocasiones. Es el paisaje en el que Olivier Polge se ha introducido para crear Paris-Édimbourg. La baya de enebro y la madera de turba son dos de los acordes predominantes en esta nueva fragancia, que bebe también de la tradición de las aguas inglesas para hombres, aromáticas y muy poderosas. El cedro, la lavanda y el vetiver desempeñan, por supuesto, un rol

fundamental en Paris-Édimbourg, que cuenta también con matices de vainilla, humo y almizcle en las notas de fondo. Todo ello hace de esta nueva fragancia la más terrosa y andrógina de la colección Les Eaux de Chanel a la que pertenece.

La historia detrás de Chanel Nº5

Sin embargo, Paris-Édimbourg no es la única con una historia de amor detrás. El perfume más famoso del mundo, Chanel Nº5, también está relacionado con los romances que vivió la diseñadora. En el caso de este perfume, que está cumpliendo 100 años, hay dos partes de la historia que merece la pena conocer.

La segunda parte ha sido la más divulgada a lo largo de la historia. Chanel Nº5 debe su nombre a que, cuando la diseñadora le hizo el encargo al perfumista Ernest Beaux, este le presentó sus propuestas numeradas en dos tandas: del 1 al 5 y del 20n al 24. Escogió una de cada: la número 5 y la 22. El resto es historia.

Sin embargo, la primera parte de la historia es menos conocida. Chanel dio con Ernest Beaux, a la postre uno de los perfumistas más famosos de toda la historia, a través de Dmitri Pavlóvich.

Dmitri Pavlóvich (también) era un duque, primo del zar Nicolás II. Fue exiliado de Rusia tras verse involucrado en el asesinato de Rasputín en 1916. Lo mandaron al frente persa, primero a Kazvín y luego a Teherán. Después fue trasladado a Reino Unido y más tarde terminó en París. Tanto a los ojos de los británicos como de los franceses, el gran duque había sido presentado como el máximo pretendiente al trono ruso. Hacia 1920, Gabrielle Chanel y Dmitri Pavlóvich mantuvieron una relación amorosa que fue corta, pero lo suficiente como para que el gran duque le presentase a Ernest Beaux.

Pavlóvich y Beaux se conocían de Moscú. De hecho, Beaux (de origen francés pero nacido en Rusia) había creado en la época prerrevolucionaria dos perfumes para los Romanov: Bouquet de Napoléon y Bouquet de Catherine, a través de la compañía Rallet (fundada en Moscú en 1843). Cuando Chanel le comentó a Pavlóvich que andaba buscando un perfumista, este no dudó en presentarle a quien había prestado sus servicios a los zares en el pasado.

Gabriele Chanel y Ernest Beaux compusieron uno de los tándems más exitosos de la historia al crear, entre otros, Chanel Nº5. Un perfume que hoy no existiría sin la historia de amor que hubo detrás y que ha estado presente en el origen de muchas otras historias de amor, en un círculo virtuoso que ahora cumple 100 años.




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