Aunque su vida pueda parecer perfecta, muchos royals esconden un pasado de luces y sombras marcado por las dificultades que tuvieron en su infancia. Así se deduce de las últimas declaraciones que ha hecho la princesa Beatriz de York en una entrevista para la organización Made by Dyslexia. La hija del príncipe Andrés no ha tenido problema en hablar su dislexia y recordar de qué manera marcó su infancia y cómo sigue afectando a su vida.
La princesa Beatriz ha convertido lo que podía ser un handicap en algo positivo: «Creo que una de las fortalezas que tenemos como disléxicos es mirar las cosas de manera diferente, resolver problemas, encontrar nuevas formas de hacer las cosas, experimentar, ser emprendedor», explica Beatriz, reconociendo que «la dislexia realmente me afecta día a día».
Pero aunque ahora tiene la capacidad de verlo de manera positiva, no siempre fue así: «Tuve mucha suerte, pude ir a una escuela que fue muy enriquecedora y solidaria, pero describiría el aprendizaje diario de las cosas como algo desafiante. Recuerdo que teníamos libros de diferentes colores para describir hasta dónde llegaban tus niveles de lectura y yo siempre estaba en los libros blancos. Mis mejores amigos siempre estaban en los libros amarillos o los libros verdes. Iban muy por delante», ha recordado Beatriz. «Y creo que en ese momento, las dudas aparecen en tu cabeza. No soy lo suficientemente bueno, no soy lo suficientemente inteligente. ¿Por qué no soy como los demás?», ha contado la princesa con sinceridad.
De aquellos años de escuela, Beatriz prefiere quedarse con la parte positiva: «Esos momentos que vives en clase son muy definitorios. Creo que a mi yo más joven le diría que esos momentos que te sucedieron en ese examen o ese salón de clases son aprendizajes para toda la vida. Son lecciones que llevas contigo y te fortalecen para ser quien eres», ha reflexionado.
Y para quienes no están familiarizados con la dislexia, que altera la capacidad de leer debido a la confusión de letras y sílabas, hay querido aclarar que «se desarrolla a medida que te desarrollas, crece. Es parte de ti y de cómo se desarrolla tu cerebro. No es algo que está mal contigo. Es una gran parte de cómo funciona tu cerebro, y el cerebro de todos funciona de manera increíblemente diferente. No hay nada malo», ha explicado.
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