La Jurado y Rosa Benito, un caso único de saber compartir la vida en compañerismo, admiración y amor

Fueron como hermanas o más. De gira, en televisión, en familia, trabajando o descansando. La Jurado y Rosa Benito fueron uña y carne desde que se conocieron hasta la muerte de la cantante. Mantuvieron una amistad por encima de las circunstancias. Con mutua devoción, coraje y voluntad lo superaron todo. Resistieron, seguramente lucharon y valientes supieron aguantar. Te contamos los secretos de esta familia.

Hace veinte años, La Jurado y Rosa fueron inseparables, envidiadas, y criticadas, todo hay que decirlo, por su compenetración y recíproca entrega. Casi se vestían igual. Causaban envidia, asombro, desconcierto, rumores disparatados, y hasta maliciosas sospechas de quienes, faltos de esa entrega y renuncia, no entendían tal relación ni tamaño entendimiento insólito.

Firmes, resueltas y leales a su sentir aguantaron sin rendirse. Daban que hablar y malpensar, lógico, a un mundo superficial, vacío y egoísta que no entendía tal compañerismo. Casi crearon una admirada escuela de fraternidad que hoy resultaría imposible, tanto hemos cambiado para mal. Una evolución lamentable, ¡ay! si echamos la vista atrás y sentimos admirativa nostalgia por lo de Rosa y ‘su cuñá’ –así la llamaba ella muy andaluza–. Fueron atípicas, un caso único de saber compartir la vida en compañerismo, admiración y amor del bueno. No cabía malpensar en más, porque iban de frente, sin tapujos, reservas ni dobleces.

Por eso no extraña, sorprende ni escama que Rosa ahora haya recordado, con lágrimas en los ojos, cómo reaccionó Rocío Jurado (casada entonces con Ortega Cano) al saber que padecía un cáncer de páncreas que se la llevó en 2006 cuando su carrera estaba muy alta, no tenía rivales y era considerada La Más Grande. Fue elogioso pero no excesivo ni gratuito adjetivo ‘inventado’ y sostenido por su hermano ‘Amadó’ que estaba absolutamente entregado y rendido al arte de su ‘Rosío’.

Todo esto que parecía olvidado, lo han rescatado y refrescado en un televisivo documental de Rocíito, a la que desde niña siempre llamábamos Ro. Luego más mayor y seria se transformó en Rocío y acabó como ‘la Carrasco’. Así pasará a la historia nacional, lo que hay que ver. «Esto va para largo», fingiendo no creíble resignación anticipa, casi desea y asegura Rosa, nada molesta por el beneficioso ‘revival’ familiar que la devuelve al primer plano rejuveneciéndola. Eso nunca molesta y posibilitará frecuentar programas bien remunerados. Más no puede pedirse. Dos por el precio de uno.

Hay que reinventarse y volver a ser tal este censurado y envidiado pero aplaudido ejemplo de ‘la Benito’. Las hay que nacieron con el pie derecho. Rosa, que acaba de ser vacunada contra el coronavirus, es el mejor ejemplo, pocos se permiten renacer y ahora trabaja y triunfa en el programa ‘Ya es mediodía’ de Telecinco tras dejar ‘Sálvame’.

A ver si aprendemos. Aunque no lo creo. Lo cierto es que Rosa se siente dolida con su sobrina «porque para decir tu historia no puedes mentir», denuncia sin reservas y abre el melón para próximos enfrentamientos, disputas y distanciamientos familiares. Asegura que la que fue su sobrina le está haciendo daño a Rocío Flores. Quedamos a la espera de lo que sigue diciendo Rocío Carrasco. Puede liarse gorda. ¿Contará Rosa Benito su verdad?

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