El libro se llama «Lo mejor de ti. El arte de conocerse y cuidarse a uno mismo para ser feliz» y despliega el nuevo mundo al que Claudia Osborne (32 años), la hija pequeña de Bertín y su primera esposa, Sandra Domecq, se asomó tras volver de sus cuatro años de aventura neoyorquina: el ‘coaching’, la meditación, el yoga, el autoconocimiento y la inteligencia emocional. En suma, todo el universo de la autoayuda, un salvavidas que le ayudó, en primer lugar, a rescatarse a sí misma de unos años frenéticos y dolorosos: pasó por dos depresiones, trastornos de la alimentación, desequilibrios de carácter hasta el punto de la cólera…
“Hubo una época en que pensé que el amor conseguiría que todo cobrase sentido, de hecho, todos los cambios de país y ciudad han sido por amor», escribe la hija pequeña de Bertín Osborne. «Sin embargo, a los 22 años caí en una depresión a causa de una relación tóxica, y a los 27 años recaí en otra depresión por corazón roto… La búsqueda de amor me había traído mucho sufrimiento y tenía claro que había algo que estaba fallando, estaba dependiendo de algo externo a mi para sentirme completa”, cuenta Claudia Osborne sobre sus experiencias amorosas antes de convertirse en ‘coach’. También apunta a otros problemas por fin resueltos, aunque no llega a desarrollarlos en el libro.
«Con veinte años, cuando recibía una dura crítica por parte de mi sistema familiar solía reaccionar de manera instintiva y montar en cólera. Podría llegar a ser bastante despiadada con las palabras que dirigía a la persona que estuvieses entrometiéndose en mi vida», ha confesado. Por suerte, decidió tomar cartas en el asunto y cambiar. «Mi experiencia me ha enseñado que hay dos formas de interactuar con la vida: puedes ser victimista o responsable. Tú eliges qué quieres ser cada día». Por eso, «Lo mejor de ti» plantea ejercicios terapéuticos, técnicas de relajación y audio de meditación que guíen a quien pudiera estar en una situación similar. «Yo sabía que tenía que rehacer mi vida, pero no sabía dónde empezar», explica Claudia.
Uno de los momentos más reveladores del libro, detalla cómo Claudia Osborne entendió que sus desequilibrios emocionales tenían que ver con su niñez, algo tremendamente habitual. Más en concreto, con la relación con su madre. Claudia es la tercera hija que Bertín tuvo con Sandra Domecq, una niña que nació durante el proceso de divorcio de la pareja (1989). Pero, además, Sandra falleció en 2004 tras varios años de lucha contra el cáncer. «Llevaba tiempo sabiendo que había algo en mí que no iba bien», escribe Claudia. «No llegaba a los treinta años y ya había pasado por dos depresiones y había sufrido un trastorno alimentario. Parecía que, después de media vida tratando con especialistas todo aquel sufrimiento por fin lo tenía bajo control. Pero no era así. La clave que me ayudó a comprender el origen de esa tristeza inexplicable la encontré al iniciar la terapia del niño interior».
«Cuando hice mi primera sesión y entré en contacto con mi niña interior, vi muy claro que la relación con ella no fluía: mi niña interior rechazaba cualquier tipo de afecto por mi parte. Tenía tres o cuatro años, jugaba sola y se negaba a interactuar conmigo. Ni siquiera conseguía que me mirara a los ojos. Después de aquella sesión tan reveladora, no podía parar de llorar. A esa sesión le siguieron dos más y, por fin, conseguí que mi niña interior se abriera ante mí. Me dijo algo que nunca olvidaré: «Mamá está triste y no se puede hacer cargo de mí». Aquella frase, expresada con la inocencia de una niña, sacudió los cimientos de todo mi ser. Sentí como si una parte de mi corazón que llevaba toda una vida bloqueada se liberase y empezara a latir de nuevo. Un aluvión de emociones, imágenes y recuerdos que había enterrado en los escondrijos más recónditos de la memoria me asaltaron”.
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