Si bien es cierto que estamos intentado recuperar la normalidad hasta donde se puede, no menos lo es que el coronavirus está modificando cómo hacemos ciertas cosas que, antes, se realizaban casi de manera automática. Tras ver esa alfombra roja de los Premios Emmy desde las casas de las ‘celebrities’, por videollamada, ahora es Tamara Falcó la que se ha sumado a las nuevas rutinas de relacionarse con los medios de comunicación.
Este lunes, la hija de Isabel Preysler ejercía de embajadora de la Maison Sisley, que abría su primera tienda física en España. Tamara, que en las últimas semanas está demostrando sus ganas de reincoporarse al trabajo, se ponía delante de la prensa de nuevo, pero con una condición (llámese exigencia).
Todo el que quisiera ponerse delante de ella tenía que someterse a una PCR y obtener resultado negativo. Es lo mismo que pide a cualquiera que entre en su casa. Porque, en estos momentos, y con las restricciones que han entrado en vigor en Madrid, cualquier precaución es poca. Y no debemos olvidar que su padre fallecía la pasada primavera víctima del coronavirus.
Sin duda, una muestra de prudencia por su parte. O, quizás, algo que deberíamos incorporar a la normalidad de esos ‘photocall’ en los que, antaño, la prensa se apelotonaba. Algo, en estos momentos, absolutamente impensable. Ya hemos visto, en estos meses, cómo las comparecencias para la prensa se realizaban con la distancia que impone la videollamada.
Para ella, este tan solo es uno más de todos los proyectos con los que ha empezado con fuerza el nuevo curso. No hay que olvidar que la semana pasada debutaba como colaboradora de ‘El Hormiguero’, una línea en su currículum que tan solo viene a demostrar que Tamara Falcó es un fenómeno mediático en sí mismo. Y que tiene licencia para pedir a la prensa, con la que siempre ha tenido una enorme complicidad, que pasen un test que ponga de manifiesto que todos están sanos para colocarse frente a ella.
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