Si había una relación estrecha entre dos hermanos del panorama de famosos patrios, esa era la que unía a Javier y Rosa María Sardá (las tragedias que han marcado sus vidas). Por eso, desde que el pasado jueves ella nos dejara víctima del cáncer, se había buscado la reacción de él. Tan solo se le vio de manera fugaz a las puertas del tanatorio, donde consiguió balbucear un «muchas gracias» a la prensa que cubría la noticia.
Ahora, le ha dedicado una carta en la columna que tiene en ‘El Periódico’ bajo el título de ‘Una lectora menos’, y comenzando pidiendo perdón porque no tiene la cabeza para buscar otro tema de interés sobre el que hablar a sus lectores: «Hoy pido disculpas a todos porque no se me ocurre hablar de ningún otro tema«.
«Este artículo quedará por hacer como tantas cosas en la vida. Sin mi lectora me he quedado bastante solo. Digo ‘bastante’, para hacerme el distante. La verdad es que la falta de mi lectora es irreparable. Creo que hablaré con contabilidad y que no me paguen este artículo. Es un artículo que no lo es», prosigue en lo que parece un desahogo en toda regla ante el dolor idescriptible de perder a quien ejerció como figura materna.
Imagino a mi lectora diciéndome que me deje de historias y de cuentos»
«Pido toda vuestra condescendencia y comprensión. El caso es que este deslavazado texto ella no lo leerá, creo que para mi bien físico. Imagino a mi lectora diciéndome que me deje de historias y de cuentos y que a ver si me pongo en solfa y me dejo de tonterías», añade, dejando esa pincelada del carácter de Rosa María.
Y termina con una emotiva despedida que lo es no solo en el artículo, sino, por desgracia, en la vida real: «Agradezco a mi lectora que me haya enseñado a ver el mundo con su apasionante temperamento y su enorme cultura. Adiós, lectora».
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