El pasado sábado 9 de julio tuvo lugar uno de los encuentros más esperados del año, la boda de Cristina Fernández de Torres con Álvaro Castillejo Preysler. Hasta la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced del lujoso paraje gaditano de Sotogrande se acercaron personalidades de la élite patria como la madrina del enlace y tía del novio, Isabel Preysler, que acudió con su pareja, Mario Vargas Llosa, y otros miembros de la familia como Tamara Falcó e Íñigo Onieva o Julio Iglesias y Ana Boyer.
Para darse el ‘sí, quiero’ rodeada de sus familiares y amigos más cercanos, Cristina Fernández de Torres quiso sorprender con un primer imponente look de novia que, por fin, después de posponer su boda por la pandemia, pudo lucir inaugurando el verano. Lo hizo por todo lo alto apostando por los códigos tradicionales que caracterizan a la familia, enfundada en un vestido de Pronovias diseño a medida por Alessandra Rinaudo con 200 horas de confección y 100 horas de modelaje. Se trató de un diseño brocado de manga ligeramente abullonada y francesa con uno de los escotes tendencia del 2022: el escote cuadrado (que hemos podido ver recientemente a Sassa de Osma). Una apuesta idónea y muy favorecedora que ayuda a estilizar la zona de la espalda.
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La zona superior del elegante vestido se trató de un corpiño que se ajustó perfectamente a su figura y cuya espalda abotonada contó con uno de los detalles más románticos y aptos para novias: un lazo al final de la misma que dio paso a una falda voluminosa y kilométrica que la convirtió en una de las novias más especiales de la temporada.
Cristina Fernández fue pura inspiración. La recién mujer de Álvaro Castillejo Preysler supo a la perfección cómo deslumbrar en su gran día y para complementar el diseño que escogió, recogió parte de su melena larga peinándola hacia atrás para prender su velo de tul, también largo hasta el suelo. Como broche final al atuendo, además, la novia decidió añadir al conjunto unos pendientes largos nada clásicos terminados en perla, un detalle que resultó todavía más llamativo al quitarse después el velo, para la posterior celebración que siguió a la ceremonia.
En esta ocasión, Cristina Fernández cambió su estilismo y apostó por otro diseño de Pronovias, también elaborado a medida con 50 horas de modelaje, 100 de confección y 20 de bordados. En una apuesta más festiva, la novia lució un vestido confeccionado con tul glitter con fantasía 3D y forrado con georgette de seda en color nude. El cuerpo del mismo estuvo adornado con un tirante y cinturón bordado y, esta vez, sustituyó el escote cuadrado por uno que también está arrasando entre las tendencias del año, el escote semi-corazón, con un sutil drapeado en forma de abanico, corsé interior y una falda con volumen.
Si con el primero deslumbró, con el segundo terminó de conquistar a todos los invitados ya que este vestido estaba bordado con un degradé combinado entre perlas, cristales y tupis. No faltó detalle.
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