Karina: nuevo disco y nueva pareja… profesional

Hace solo dos años, cuando acaba de cumplir 71, Karina se convertía en abuela por segunda vez. Entonces aseguraba: «Siento que el tiempo se me ha ido como el agua entre las manos. si se me ha quedado algo por hacer ya no me va a dar tiempo a hacerlo».

Pero nada más lejos de la realidad, porque si algo ha sabido hacer siempre ha sido reinventarse. Ahora lo ha hecho de nuevo, ya que, después de anunciar hace tiempo que se retiraba definitivamente de los escenarios, ha sorprendido lanzando un nuevo proyecto, un disco que se suma a una carrera musical de casi 60 años. Su nuevo trabajo lleva por título ‘Tú eres’, e incluye una canción homónima y, otra, 14 quimera, que suponen su primera incursión en la kizomba, un género musical hasta ahora nunca escuchado entre sus temas.

Y es que se trata de un ritmo de origen angoleño, vinculado a las Antillas, y que se asocia con un baile de lo más sensual. «Se puede bailar a cualquier edad, es un baile de movimientos muy suaves, sensuales, con mucho contacto de pareja como el tango o el bolero. Ojalá las parejas se enamoren bailando kizomba como lo hicieron en su día con mis ‘Flechas del amor'», cuenta Karina.

Nuevo compañero

Para este nuevo trabajo ha contado con Jalex, un cantante de 42 años nacido en Guinea Bissau que lleva ya dos décadas residiendo en España y que domina, entre otras melodías, el Rhythm & blues. «Ha sido muy fácil trabajar con él», cuenta la cantante, «es un profesional que conoce bien el mundo de la música. Las canciones son suaves, de tono medio, y es muy sensual cantarlas».

Su nuevo compañero de trabajo tampoco se queda corto en halagos hacia Karina. «Es increíble esta mujer, su energía, su humildad, su paciencia, y lo rápido que aprende. Me encanta su forma de trabajar y me lo paso muy bien con ella porque me trata súper bien». Ambos están contentos con el resultado.

«Hemos hecho una fusión de ritmos africanos con guitarra española y el resultado es espectacular. Una mezcla maravillosa», asegura Jalex. Karina también está encantada. Está orgullosa en lo profesional, «pero también en lo personal porque siento que, de alguna manera, me he venido arriba en mi parte femenina, esa parte coqueta y de conquista que todos llevamos dentro y que yo he sacado con estas canciones».

Las flechas del amor

Ella, que ha conocido el amor en todas sus facetas, sigue cantándole a ese sentimiento, pero por ahora no tiene pareja ni se lo plantea. ¿Siempre se está a tiempo de volver a creer en el amor? «¡Uf!», resopla. «No digo que sea imposible, pero me he vuelto cómoda, en mi casa, sola. Además a estas edades nos quitamos el maquillaje y nos cuelga todo«, comenta entre risas. «No tengo la necesidad ni se me ha presentado la ocasión pero yo sé mejor que nadie que en el corazón no se manda, por lo que después de esta aventura solo puedo decir, ¿quién sabe?».

Sus grandes amores

Karina, que ha estado casada en tres ocasiones, describe a sus dos primeros maridos como los grandes amores de su vida. «De todas mis relaciones dos han sido las más importantes. La primera la de Tony Luz, que tanto me ayudó profesionalmente. Él fue mi primer amor, lo conocí con 17 años, y aunque nuestro matrimonio no funcionó le quise mucho. Fue un buen amigo y un gran colaborador, le he tenido cariño, respeto y admiración y sentí mucho su muerte», dice de su primer marido, con quien estuvo casada entre 1973 y 1975.

«La otra ha sido la de Carlos Díaz, el padre de mi hija Azahara. Nos llevamos muy bien, nuestra relación es estupenda, de mucho cariño que quedó después de seis años de matrimonio y una hija muy deseada», comenta sobre el segundo. De él ha dicho en alguna ocasión que ha sido el gran amor de su vida. ¿Hay posibilidad de un reencuentro?

«No lo creo, pero nunca se puede decir. Desde luego entre nosotros hay todo el cariño y respeto del mundo. Además, Carlos está hecho un abuelazo y no hay nada que una más que el cariño de una hija y un nieto». Le preguntan si a estas alturas se arrepiente de algo, si cambiaría algo de lo que ha hecho. «Seguramente vender algunas intimidades que, aunque lo hice por necesidad, no lo repetiría. Soy humana y como todos me he equivocado para bien o para mal», contesta con sinceridad.

Ahora lo más importante para ella es la familia y por eso ejerce de feliz abuela. «A mi nieto mayor, Iker, le veo menos por la distancia, pero al pequeño, José Carlos, que va a cumplir dos años, lo estoy disfrutando mucho. Vivimos muy cerca y voy a por él a la guardería, le cuido cuando su madre tiene algo que hacer… Vamos, lo que hacen todas las abuelas».

Karina y la familia

Como muchas otras abuelas, es un torbellino, una fuente inagotable de energía que dice que saca «del amor a mis hijas, que me dan mucha fuerza, y no quería que me vieran acabada«. Pero cuenta que también sale de su trabajo y de «la ilusión y la necesidad que tenía de no irme de este mundo sin dejar algo bonito y bien hecho. Ahora ya me puedo morir tranquila. No quería dejar el listón bajo y por eso me he metido en este jardín y ha salido bien. Una artista lo es hasta el último día de su vida, y con trabajo y esfuerzo en cualquier momento surge una chispa, un éxito. Quizá en este caso sea la kizomba».

No cabe duda de que este trabajo tiene un poso especial. «Sí, ¿sabes por qué? porque es un regalo que he querido hacer a mis hijas. Yo viví mi gran éxito antes de que ellas nacieran, y por tanto no han visto a su madre triunfar. Ahora he hecho un disco con el que espero que puedan comprobar todo el potencial de su madre».

Y lo ha hecho con el sello Blanco y Negro, y con el apoyo de la casa de los artistas y de su productor, Fermín Ortiz. «Desde que Hispavox, el sello con el que empecé hace ya 42 años, decidiera no renovarme, no había encontrado una discográfica que apostara por mí. Me siento feliz por esta nueva oportunidad que me ha traído la vida«, sentencia.

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