Fallece Felipe de Edimburgo: una infancia y una juventud llenas de dificultades, una historia de amor de película y una vida a la sombra de Isabel II

Nacido en Corfú (Grecia), en 1921, en el palacio de Mon Repos –donde pasó los veranos de su infancia la Reina Doña Sofía–, el casi centenario Felipe Mountbatten, que ha fallecido hoy tal y como ha informado la Casa Rea británica a los 99 años, era Príncipe de Grecia y Dinamarca: su nombre de origen es Philippos zu Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg y era el único hijo varón del Príncipe Andrés de Grecia y de la princesa Alicia de Battenberg, que nació sorda, aunque salió adelante gracias al apoyo de su madre. Era nieta de la reina Victoria y se casó con el príncipe Andrés de Grecia en 1903. Las dificultades comenzaron con la guerra turco-chipriota. El rey Constantino I, tío de Felipe, fue depuesto y su padre, el príncipe Andrés, fue arrestado y juzgado por el Gobierno Revolucionario instalado en Grecia y desterrado. La familia tuvo que escapar a Inglaterra. Felipe solo tenía 18 meses y se cuenta que fue escondido en una caja de naranjas.

La familia se instaló en París. Los Battenberg habían cambiado su apellido por el de Mountbatten. Fue una iniciativa del abuelo de Felipe, Luis de Battenberg, para evitar que les asociaran con los alemanes. Mountbatten fue el gentilicio que, a partir de entonces, utilizó la familia. Y el que adoptó Felipe cuando obtuvo la nacionalidad británica, años después.

A los ocho años, la princesa Alicia fue ingresada en un psiquiátrico, tras sufrir lo que entonces se llamaba un “colapso nervioso”, mientras el padre de Felipe se iba a vivir con su amante a Montecarlo. En realidad, se trataba de una crisis religiosa. Pero Alicia fue internada en un hospital de Suiza y diagnosticada de esquizofrenia. Le aplicaron tratamientos bárbaros como radiaciones de rayos X en los ovarios para suprimir su libido. Felipe no volvió a verla hasta bien entrada la adolescencia. Con el tiempo Alicia de Battemberg decidió tomar los hábitos.

El único lazo de unión de Felipe, en los años siguientes, fueron sus cuatro hermanas mayores, aunque se casaron rápidamente, tres de ellas con oficiales nazis, y se instalaron en Alemania. Su hermana Sofía, se unió a Cristóbal de Hesse-Kassel, nieto del káiser Federico III, afiliado al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) al año siguiente de su boda y nombrado, en 1935, jefe del servicio de inteligencia de Herman Göring. Otro de sus cuñados alcanzó el rango de Oberführer en las temibles SS.

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Felipe fue matriculado en un internado en Cheam. Fue a partir de ese momento cuando su tío, Louis Mountbatten, Lord Mountbatten, hijo del príncipe Luis de Battenberg, se convirtió en una figura paterna para él y ejerció de consejero del joven Felipe durante toda su vida. Fue él quien consiguió que le otorgaran el título de Príncipe tras tener que renunciar a sus títulos, y quien, cuando tenía 13 años, le presentó a la entonces princesa Isabel, con la que casó a los 26 años.

A los 12 años años, su padre le inscribió en una escuela alemana, pero poco después regresó a Inglaterra e ingresó en un centro escocés. Cuando tenía 16 años, la tragedia sacudió de nuevo al joven Felipe, cuando su hermana Cecilie, la mas cercana a él, murió junto a su marido y sus dos hijos en un accidente aéreo, de camino a Inglaterra para visitarle.

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En 1939 se alistó como cadete en la Real Marina de Gran Bretaña. Fue entonces cuando se asentó su relación con la heredera al trono británico, Isabel. En 1942, con 21 años, se convirtió en el primer teniente de barco más joven de la Royal Navy. Pero tras convertirse Isabel en Reina, tuvo que abandonar su carrera naval y renunciar a sus títulos reales. A cambio, el rey Jorge VI le concedió los de duque de Edimburgo, conde de Merioneth y barón de Greenwich, y le otorgó el tratamiento de Alteza Real. Sin embargo, la tensión en el joven matrimonio surgió cuando la Reina Isabel se negó a que sus hijos llevaran el apellido Mountbatten, en lugar del de Windsor. Para el Príncipe Felipe fue una amarga decisión que puso en riesgo la estabilidad de la pareja. Desde entonces tuvo que acostumbrarse a vivir un paso por detrás de la Reina y reinventarse como patrono de decenas de organizaciones benéficas.

En 1967, la Princesa Alicia se instaló en el palacio de Buckingham. Había fundado una orden religiosa para cuidar a los niños pobres y enfermos y regalado todas sus posesiones para financiar su obra. Murió dos años después. Está enterrada en Jerusalem.

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