Llegó a Sanxenxo en coche el domingo por la tarde y partió el lunes, también en coche, a primera hora. Su rumbo no era conocido. Como tantas otras veces, don Juan Carlos se hospedó en casa de su querido amigo, el regatista Pedro Campos Calvo Sotelo. Según testigos de la velada, fue un encuentro familiar, con poca gente y donde al rey se le vio relajado y tranquilo. La conversación giró, principalmente, en torno al tema que tiene monopolizado la conversación desde hace meses: el coronavirus. El monarca se interesó por saber cómo la pandemia había afectado a Galicia e insistió en que era importante mantener las medidas de seguridad. Otro de los temas de conversación se centró en las regatas y el calendario de las próximas competiciones, un deporte que al monarca le apasiona y que había vuelto a practicar desde hace unos años gracias precisamente a Pedro Campos.
La noche se desarrolló tranquila, en familia, picotearon algo ligero y se fueron a dormir. Durante la cena no se hizo ninguna mención a la bomba mediática que se desató al día siguiente: el anuncio de que don Juan Carlos se trasladaría fuera de España por un tiempo. Sus anfitriones se enteraron de todo al mismo tiempo y por el mismo medio que el resto de los españoles: la prensa. Por eso ni saben –ni quieren saber– dónde está el rey.
Desde que el rey dejó de ir a Mallorca, hace ahora seis años, era habitual que en verano se desplazara hasta Sanxenxo para luego hacer un viaje más largo hacia a algún país lejano, muchas veces hospedado en casa de algún amigo. "En agosto se iba por ahí", nos confiesa una fuente cercana al monarca que asegura que pronto volveremos a saber de él. "Según dice la carta "se va a trasladar fuera de España en estos momentos". No dice nada de "para siempre". Y continúa: "Puede que haya cometido errores. Lo de Corinna no es para presumir. Pero a la única persona a quien tendría que rendir cuentas es a doña Sofía. Ella tiene una imagen impecable", afirma. Y añade: "Es una pena porque últimamente se llevaban bien". Y acto seguido recuerda la anécdota que protagonizó Santiago Carrillo cuando un periodista le preguntó, hace muchos años, sobre los rumores de que existía una relación entre don Juan Carlos y Bárbara Rey: "A mi la única noche que me importa del rey es la del 23F", zanjó el político, en alusión a la participación del monarca en frenar el golpe de Estado.
El amigo regatista del rey
Pedro Campos nació hace 70 años en Cuntis, Pontevedra, y lleva toda la vida vinculado al mar. Su padre, Marcial Campos Fariña, un ingeniero que trabajaba en Endesa y dueño de un famoso balneario en Cuntis, lo llevó a navegar con solo tres años. “Alquilaba un galeón en la ría de Arousa. Es como empezar a andar, uno no se acuerda de cómo fue", contó en una entrevista a Vanity Fair
Posee la medalla de oro de la Real Orden del Mérito Deportivo, ha sido 11 veces ganador de la Copa del Rey y 17 veces campeón del mundo. La última, en septiembre de 2017 en Vancouver, donde también participaba el Jefe, como él llama siempre al monarca. “Fue una sorpresa total. Nos presentamos para aprender, porque queríamos traer el campeonato mundial a España. Y ganamos. Para el rey fue la mayor alegría deportiva de su vida, dicho con sus palabras. Había ganado muchas regatas pero nunca un título mundial individual”.
Campos conoció a don Juan Carlos en 1983. “Me lo presentó su gran amigo, el armador José Cusí. Hasta entonces solo lo había visto en la tele”. Ahí nació una amistad que se ha ido estrechando y perdura hasta hoy. De hecho, Campos es uno de los responsables de que el rey volviera a navegar después de casi ocho años de inactividad debido a sus problemas de cadera. "Ya había abdicado cuando un día coincidimos en una regata. Comentó que lo que más le gustaría del mundo era volver a regatear. Así que nos pusimos manos a la obra”. Y así nació la regata Rey Juan Carlos, que desde hace cinco años se celebra en Sanxenxo.
Todos los años, después de la regata de septiembre, los participantes celebran una cena en un barco pesquero anclado entre las mejilloneras de la ría que ya se ha hecho famosa. "Lo pasamos bomba. Al rey le encanta. Somos unas 25 personas, gente importante que está de vuelta de ir a restaurantes con estrellas Michelin. Ahí comemos berberechos, percebes, camarones, santiaguiños… y, por supuesto, mejillones. Una vez vino Patrizio Bertelli, el dueño de Prada, y estaba entusiasmado. Otra vez se apuntó Joselito, el de los jamones. Dijo que si le dejábamos ir nos regalaba un jamón. ‘¡Pues que venga!”. Este año la cena en la ría tendrá que esperar. No solo por el coronavirus, también hasta que el rey Juan Carlos pueda, en su caso, volver a instalarse en España.
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