Tras la muerte de la reina Isabel II, Carlos III no solo se convirtió en el nuevo rey de Gran Bretaña, sino que dejó en herencia a su hijo mayor, el príncipe William, algunos de los títulos que ostentaba, como el de príncipe de Gales y el de duque de Cornualles. Títulos que llevan aparejados distintas propiedades reales y cuantiosas sumas de dinero, que ahora pasan a ser parte del patrimonio del príncipe William y Kate Middleton.
El ducado de Cornualles genera unas ganancias de algo más de 26 millones de euros, según arrojan los datos del último año fiscal, que provienen de su importante cartera de inversiones y de los más de 500 km2 entre tierras y propiedades que administra. Entre ellas está el castillo de Highgrove, en Gloucestershire, adquirido por el ducado en 1980 y la residencia favorita de Carlos de Inglaterra.
En ese castillo Carlos de Inglaterra hizo posible su sueño de poner en marcha una granja ecológica y allí pasó algunos veranos en sus años felices con Diana de Gales. Tras su separación, se convirtió en su refugio, y en el lugar donde Carlos y Camilla se veían tras sus divorcios, pues la casa de ella está a tan solo 27 kilómetros. Ahora, diversos medios apuntan a que Carlos III tendrá que pagarle a su hijo la nada desdeñable cifra de 800.000 euros anuales en concepto de alquiler para seguir disfrutando de la propiedad.
Pero esta no es la única propiedad que Kate y William añadirían a su patrimonio, que ya contaba con un apartamento en el Palacio de Kensington, una casa de campo, Anmer Hall, en Norfolk, y otra en Escocia: Tam-Na-Ghar Cottage. Los príncipes de Gales acaban de mudarse a Adelaide Cottage, en Windsor, y algunos medios ya han especulado sobre la posibilidad de que se muden al castillo de Windsor.
Pero según The Sun, habría una posibilidad intermedia, pues Carlos III baraja cederles Frogmore House (otra propiedad en Windsor que nada tiene que ver con Frogmore Cottage, la casa en la que Harry y Meghan vivieron y se alojan cuando regresan a Reino Unido). Carlos III considera que esta casa es más apropiada al nuevo estatus de herederos de la familia, y no la pequeña residencia de solo cuatro habitaciones a la que se han mudado.
Ahora está por ver qué deciden los príncipes de Gales, que seguramente querrán esperar antes de realizar una nueva mudanza, pues apenas llevan un par de meses en su actual casa. Sea como fuere, lo que está claro es que la riqueza de Kate y William ha aumentado exponencialmente y opciones no les faltan a la hora de escoger un nuevo hogar.
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