La princesa Basmah bint Saud, la menor de los 115 hijos del antiguo rey de Arabia Saudí, es la última de una lista cada vez más numerosa de princesas desaparecidas en Oriente Medio. Después de siete meses sin noticias suyas, Deutsche Welle, una de las cadenas públicas alemanas, informaba ayer en exclusiva que se encuentra bajo arresto domiciliario en Riad junto a su hija, con quien el pasado diciembre intentó embarcar en un avión rumbo a Suiza, donde pensaba iniciar un tratamiento prescrito por su médico.
Según fuentes consultadas por DW, el avión en el que la princesa y su hija embarcaron no recibió el permiso para despegar, parece ser que por las sospechas que levantó una escala en Turquía, país enemigo de Arabia Saudí. Tres meses después, fueron detenidas sin un motivo aparente y desde entonces se encuentran arrestadas bajo vigilancia en la capital saudita, una situación que recuerda a la de las dos hijas del emir de Dubái, las princesas Shamsa y Latifah, que habrían sido encerradas en palacio tras intentar fugarse de Emiratos Árabes.
“Simplemente desapareció. Nadie sabía donde estaba y nos temíamos lo peor”, cita DW a Leonard Bennet, el abogado estadounidense de la princesa que programó su viaje a Ginebra. Después de dos meses intentando contactarla sin éxito, logró hablar con ella en una ocasión, aunque su conversación no le dejó más tranquilo. “Hablaba igual que un rehén”, cuenta Bennet a DW.
Aunque se desconocen las razones de la desaparición de la princesa Basmah, su supuesto arresto podría tener como marco los casos de desapariciones, encarcelamientos ilegales e incluso asesinatos que, según recuerda DW en su exclusiva, han sufrido en los últimos meses las personas críticas con el régimen saudita y con el príncipe heredero Mohamed bin Salman, incluidos miembros de la numerosa familia real saudita.
La princesa Basmah era una de esas voces críticas con el régimen. Tras mudarse a Londres en 2010, donde residió hasta su regreso a Arabia Saudí en 2015, solía aparecer en medios como la cadena BBC para defender el establecimiento de la democracia en este país, criticando por ejemplo en 2012 que el reino de Arabia Saudí no hubiera reformado la monarquía para separar el papel del rey del correspondiente al primer ministro, reunidos todavía en la misma persona del actual monarca, el rey Salmán. Un año después, en 2013, la princesa denunció que había sido víctima de un chantaje por este tipo de críticas, pidiéndole los chantajistas 320.000 libras -unos 374.000 euros- a cambio de no difundir un vídeo en el que se le veía fumando un cigarrillo y lanzando un beso con el pelo descubierto, rompiendo así con la tradición de su país.
“En Arabia Saudí es un escándalo que una mujer fume y no se ponga nada en el pelo”, declaró en aquella ocasión la princesa Basmah al diario británico Telegraph. “Es como si la duquesa de Cambridge no se pusiera sujetador. Tiene el mismo efecto. Y dado que yo soy un símbolo en la lucha por las causas humanitarias y contra la corrupción, eso arruinaría mi imagen en mi país”.
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