Quizá es la más desconocida de los nietos de don Juan Carlos y doña Sofía, pero en cada una de sus últimas apariciones al lado de su madre, la infanta Cristina (54), Irene Urdangarin ha destacado por su estilo a la hora de vestir y su madurez ante los duros momentos que ha tenido que vivir siendo aún una niña con el ingreso de su padre, Iñaki Urdangarin (52), en la cárcel en junio de 2018. Este viernes, Irene cumple 15 años y repasamos cómo es su vida como una adolescente más en Suiza.
Irene de Todos los Santos Urdangarin y Borbón venía al mundo el 5 de junio de 2005 en la clínica Teknon de Barcelona asistida por los doctores Manuel García Valdecasas y Alfonso Vergés. Era la sexta nieta de los reyes Juan Carlos y Sofía, y cuarta hija de los entonces duques de Palma, que daban la bienvenida a la pequeña de la casa con mucha emoción tras el nacimiento de sus otros tres hijos: el primogénito, Juan Valentín, el 29 de septiembre de 1999; Pablo Nicolás, el 6 de diciembre de 2000, y Miguel, el 30 de abril de 2002.
Su orgulloso padre fue el encargado de anunciar el nacimiento de Irene, un nombre que eligieron porque “siempre nos había gustado por su significado y su belleza”. Iñaki Urdangarin añadía en ese dulce momento que la llegada de la niña cumplía “con todas las expectativas del planteamiento de familia que nos habíamos hecho".
El día de su nacimiento, sus abuelos maternos se encontraban en París para presenciar la final de Roland Garros en la que jugaba Rafa Nadal y al término del primer set, doña Sofía abandonaba el palco presidencial para volar a Barcelona y conocer a su nueva nieta. El Rey, por su parte, esperaba al final del partido para declarar que estaba muy feliz por el doble resultado de la tarde, refiriéndose a la victoria del tenista manacorí y al nacimiento de la pequeña Irene. Nada más nacer, Irene obtenía consideración de Grande de España y tratamiento de excelencia, y junto a sus primos y hermanos pertenece a la undécima generación con derecho a la sucesión directa (la joven ocupa el décimo puesto) de la Casa de Borbón de España, dinastía iniciada por Felipe V en 1700.
Su bautizo se celebró en los jardines de La Zarzuela apenas un mes y medio después de su nacimiento y actuaron como padrinos dos buenos amigos de los duques de Palma, Rosario Nadal, esposa del príncipe Kyril de Bulgaria, y Pedro López Quesada, casado con Cristina de Borbón Dos Sicilias, hija del infante don Carlos, duque de Calabria. Como manda la tradición real, la niña recibió las aguas del río Jordán de la pila del Palacio Real envuelta en el faldón de cristianar con el que fue bautizado su abuelo materno en Roma en 1938.
La niña bonita de doña Sofía
La que dicen que es el ojito derecho de su abuela doña Sofía, siempre destacó de pequeña por su melena rubia platino y sus ojos claros. Durante los veranos en Mallorca, la veíamos pasárselo en grande junto a su prima Victoria Federica, a la que está muy unida, llevando a cabo cursos estivales de vela en la isla balear, que siempre ha costeado la reina emérita para el disfrute de sus adorados nietos. Su hermano mayor, Juan Valentín (20), fue su protector ante las bromas que le gastaban por ser la pequeña de la casa tanto sus otros hermanos como su primo Felipe Juan Froilán.
Irene creció llevando una vida alejada de los focos y la presión mediática. Aunque sus primeros años los pasó en Barcelona, con apenas cuatro, en 2009, sus padres se mudaron a Washington, en Estados Unidos, donde vivieron hasta 2012. Desde 2006, Iñaki trabajaba como consejero de Telefónica Internacional y había viajado con frecuencia al país. Allí, la familia llevó una discreta estancia en el lujoso barrio de Chavy Chase donde tenían como vecinos a algunas de las familias más adineradas de la zona. Allí, la niña estudió en el Liceo Francés y la familia recibió la visita de doña Sofía en varias ocasiones y también de Alexia de Grecia, una de las grandes amigas de Cristina (que es madrina de su primera hija, Arrieta) y cuyos hijos tienen edades muy parecidas a las de los Urdangarin.
Apasionada del esquí y la vela
Tras casi tres años en la ciudad norteamericana, Iñaki abandonaba su puesto en Telefónica y toda la familia volvía a la Ciudad Condal, donde Irene y sus hermanos retomaban sus estudios en el Liceo Francés, ubicado en el barrio de Pedralbes y por el que han pasado alumnos como Joan Laporta o las hijas del que fuera presidente de Pronovias, Alberto Palatchi. Sólo un año después, en 2013, la familia volvía a hacer las maletas para mudarse a Ginebra, en Suiza, cuyas leyes son muy estrictas con respecto a los paparazzi y la persecución a personajes conocidos en la ciudad. Allí, Irene comenzaba una nueva etapa escolar en la prestigiosa Escuela Internacional de Ginebra, también conocida como Ecolint, situada en el campus de Grande Boissiere, a pocos metros del lujoso dúplex en el que han vivido desde entonces los Urdangarin-Borbón.
El colegio es uno de los más conocidos de Suiza y está considerado uno de los 20 mejores del mundo según el ránking anual de The Guardian. Fundado en 1924 es la escuela internacional más antigua y grande del mundo, ya que tiene tres campus (la Grande Boissière, la Châtaigneraie y le Campus des Nations), y es muy conocido por ser elegido habitualmente por diplomáticos y aristócratas adinerados para sus hijos. Cada curso en Ecolint cuesta unos 30.000 euros y por sus aulas han pasado desde el actor Michael Douglas a Tatiana Santo Domingo, Indira Gandhi o la princesa Yasmin Aga Khan. El centro, que imparte Bachillerato Internacional, algo que posibilitará a Irene el poder elegir una carrera en cualquier universidad del mundo, cuenta con instalaciones deportivas de primera, varios laboratorios de ciencias y lleva a cabo diferentes ligas con otros colegios internacionales.
Siguiendo la estela de su padre y de sus hermanos mayores, Irene (que es políglota y habla perfectamente inglés y francés) también es una gran deportista. Le apasiona el esquí y con el colegio suele ir cada fin de semana a practicar el deporte blanco en las estaciones más glamurosas de la zona. De ella dicen que es aplicada y responsable, pero no “una empollona”, y que en la ciudad suiza ha podido crecer prácticamente siendo una joven anónima. También le apasionan la natación y la vela, disciplina que practica desde muy pequeña cada verano en Mallorca durante los días que pasa con su abuela y sus primos en Marivent (generalmente antes de la llegada de los Reyes y sus hijas Leonor y Sofía). El running es otra de sus aficiones y participa cada año en la maratón de 20 kilómetros de Ginebra y que llevó a cabo junto a su padre en mayo de 2018 poco antes de que éste ingresara en la prisión de Brieva (Ávila).
En Ginebra con su madre y su hermano Miguel
En Ginebra ya solo viven la infanta Cristina y sus dos hijos pequeños, Irene y Miguel, que cumplía 18 años el pasado 30 de abril. Pablo Nicolás (19) se mudaba a la ciudad alemana de Hannover en septiembre de 2018 para compaginar su formación académica con el balonmano, deporte en el que sigue los pasos de su padre jugando en el equipo juvenil del TSV Burgdorf en el club del TSV Hannover-Burgdorf de la Bundesliga. Tras sus buenos resultados, Pablo Nicolás lograba ser fichado por el club francés de la primera división de la liga de balonmano francesa HBC Nantes, ciudad en la que reside actualmente.
El mayor de los hermanos, Juan Valentín, comenzaba su formación universitaria en 2018 en la Universidad de Essex en Reino Unido, pero en 2019 decidía instalarse en Madrid para seguir sus estudios y estar así más cerca de su padre, al que hemos visto acudir a verle a prisión en más de una ocasión demostrando su madurez y lo mucho que lo apoya.
La gran aliada de Cristina
En 2011, mientras aún vivían en Washington, el padre de Irene Urdangarin comenzaba su periplo judicial cuando ella solo tenía seis años. Primero era investigado junto a sus socios en el caso Babel, derivado de la investigación del caso Palma Arena, y poco después Iñaki era apartado de los actos oficiales de la Casa del Rey. En diciembre de ese mismo año era imputado por el juez José Castro y el 17 de febrero de 2017, la Audiencia Provincial de Palma sentenciaba a Urdangarin a seis años y tres meses de cárcel (que finalmente se quedarían en 5 años y 10 meses) siendo acusado por varios delitos, entre los que destacan el de prevaricación y el de fraude a la Administración Pública y a Hacienda.
Desde su ingreso en la prisión de Brieva, en Ávila, el 18 de junio de 2018, Irene se convirtió, a pesar de su juventud, en el mayor apoyo de su madre, la infanta Cristina, que rompió prácticamente su relación con su hermano Felipe, que siempre había sido una de las personas más cercanas para ella. Junto a su madre hemos visto a la adolescente visitar a su abuelo en las últimas intervenciones clínicas a las que ha tenido que ser sometido y también disfrutar de la familia de su padre en Vitoria, donde acuden cada verano para pasar unos días con sus abuelos paternos, Juan María Urdangarin Berriochoa, militante histórico del PNV y expresidente de la Caja de Ahorros de Vitoria y Álava, y Claire Liebaert Courtain, de origen belga y de la que Irene parece haber heredado su belleza y elegancia.
La reina Sofía siempre ha estado pendiente de sus nietos y de su hija Cristina y les ha ido a visitar en numerosas ocasiones a Suiza. Además, es conocido que varias veces se ha traído a su nieta Irene, que es una niña muy cariñosa, a España y han disfrutado de jornadas de compras y teatro (como en 2019 cuando asistieron a ver El Rey León junto a Victoria Federica), una de las pasiones de la reina emérita que ha querido inculcar a su ‘nieta favorita’.
Toda una ‘it girl’
Aunque se habla mucho de los looks de Victoria Federica, siempre a la última y con un estilo muy personal y boho-chic, lo cierto es que Irene destaca cada vez que la vemos junto a su madre por sus outfits más modernos y desenfadados y muchos la consideran ya toda una ‘it girl’. Adora las cazadoras de cuero y los pantalones baggy, muy de moda en los últimos meses, y ha lucido una melena bob muy distante de las melenas larguísimas que llevan sus primas Leonor y Sofía, con las que no tiene demasiada relación.
El 2 de noviembre de 2018 era la última vez que veíamos a toda la familia unida de nuevo en una fotografía. Lo hicieron para celebrar el 80º cumpleaños de la Reina Sofía en un almuerzo privado en La Zarzuela al que acudieron los tres hijos de los Eméritos y sus hijos, una instantánea que sin duda llenó de felicidad a doña Sofía y que no ha vuelto a repetirse.
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