Han pasado dos meses desde que, tras días de búsqueda, Blanca Fernández Ochoa apareciese sin vida en la sierra de Guadarrama. En los días previos, durante las batidas, la prensa intentó dar pinceladas de la vida privada de la exesquiadora, que siempre había sido muy discreta. Uno de los detalles que se conocía era el de que había mantenido una relación con un tal Ernesto Montes, con quien hacía meses que había roto y que colaboró en las tareas de búsqueda.
Este había estado callado hasta ahora. Ernesto ha roto su silencio en una entrevista con el diario ‘La Razón’, donde ha relatado lo mal que lo pasó durante esos días y los posteriores al hallazgo del cadáver de quien fuera su pareja. Pero, sobre todo, de la importancia que debería tener el no estigmatizar a las personas con problemas de salud mental en la sociedad.
«Creo que ya es hora de que no esté tan mal visto decir que estás deprimido. No puede ser que te dé vergüenza decir que tienes un problema. Si fuésemos otro tipo de sociedad, lo que le pasó a Blanca no habría sucedido. Nunca. A nadie», explica Ernesto con serenidad, tratando de que, en el futuro, haya quien pueda llegar a la misma situación que la leyenda de nuestro deporte.
«Hay que ver a la gente con problemas de otra manera. No aislarles ni juzgarles. Entenderles y ayudarles, como hacían su hermana Lola y Adrián, y todos los hermanos en algún momento. Ellos sí que son increíbles», añade antes de relatar cómo se conocieron y cuánto le marcó a ella la muerte de su hermano Paco.
Y de narrar ese recuerdo de cómo quiso terminar con todo su sufrimiento: «Blanca cogió un poco de queso, que le encantaba, e hizo lo que quiso hacer con libertad. Buscó un sitio donde disfrutar por última vez, su montaña, su pueblo. Se quedó mirando a los Siete Picos, a Cercedilla, y dejó de llorar. Ahora nos quedamos los demás llorando por ella».
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