A pesar de la pandemia y sus restricciones la boda entre Belén Corsini, empresaria, integrante de “La Tribu” e hija de Juan Carlos Corsini Muñoz de Rivera, y Carlos Fitz-James Stuart, conde de Osorno e hijo menor del duque de Alba, ha sido uno de los acontecimientos más aristocráticos y glamourosos de la temporada, y mucha de la culpa de este éxito la tiene tanto la cantidad de títulos y buen gusto que reunían los asistentes al evento íntimo y familiar en el madrileño palacio de Liria como los acertados estilismos de las invitadas, especialmente el de la novia. El vestido de boda corte imperio escogido por Belén Corsini, tan sencillo pero tan espectacular al mismo tiempo, ha sido el gran plot twist de la boda del año, y apostamos que se va a convertir en un referente para las futuras bodas en la casa de Alba.
El vestido de boda de Belén Corsini reinventa el glamour romántico
Desde hacía semanas conocíamos el nombre de la firma que estaría tras el vestido de novia: Navascués. Cristina Martínez-Pardo, la fundadora de la marca especializada en vestidos de ceremonia, ya había trabajado antes con la familia Corsini y había vestido en ocasiones similares a miembros de la familia de la novia.
Como la misma diseñadora confesó, hacer el vestido para la condesa de Osorno fue un auténtico placer: Belén Corsini tenía claro qué tipo de vestido necesitaba para hacer un efecto “guau” inmediato entre los asistentes a su boda.
El vestido de novia de Belen Corsini es un precioso modelo de inspiración romántica, corte imperio, sencillo a primera vista pero con múltiples detalles que lo hacen único. Para comenzar, destacan las mangas abullonadas y el escote en V así como la espalda del mismo con una ligera abertura rectangular y pequeños botones forrados. El vestido está confeccionado en seda natural y lleva una doble falda.
Pero si hay una parte del mismo que nos ha encantado (y recordado a un capítulo de los Bridgerton) es la espectacular cola, independiente del vestido (y que desapareció en cuanto acabó la ceremonia para comodidad de la novia), realizada con tul plumeti bordado sobre gazar de seda con motivos florales. Este mismo tul fue usado en los cuellos de los trajes de las niñas que formaron parte del cortejo nupcial.
Para completar el look nupcial, Belén Corsini optó por un maquillaje muy natural, y una sencilla coleta sobre la que sujetó gracias a una joya de su familia (en vez de usar alguna tiara del joyero de la casa de Alba como se hacía en el paso) un velo de tul plumeti que también desapareció en cuanto acabó la ceremonia.
El novio por su parte hizo caso de la tradición de la casa de Alba y, como su padre, su hermano y casi todos los varones de su familia, esperó a la novia ante el altar vestido con el uniforme de gala de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Parecía un príncipe digno de una película (o una serie de época de Netflix), no cabe duda, pero, lo sentimos, poco puede hacer un uniforme cuando compite con la seda y el tul bordado con pequeñas flores capaces de hacer juego con los jardines versallescos del palacio de Liria.
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