Han pasado casi dos días desde la emisión de ese ‘Hormigas Blancas‘ (la reacción de Alessandro Lequio a las imágenes del programa) dedicado a Ana Obregón en Telecinco, y aún hay detalles que siguen siendo dignos de análisis o, al menos, de detenerse en ellos para darse cuenta de lo que ella lleva décadas siendo para la prensa del corazón, pero, sobre todo, de lo que significa para la actriz la familia.
La misma que el pasado 13 de mayo perdía a un miembro, al hijo de la Obregón. Y por ello, las palabras que rescataban en el documental el pasado domingo, en las que se le preguntaba cómo se veía en el año 2020, nos han causado un estremecimiento. Porque Ana ha perdido ese sentido que, en aquel 2011 cuando se le preguntó, tenía todo para ella: la unidad de la familia al completo.
«Me gustaría escribir que seguimos toda la familia unida, que no falte ninguno. Que finalicé mi libro y que fue un éxito. Que mi hijo terminó la carrera, que es un economista brillante. Que he encontrado un amor. Me gustaría escribir ese año que soy feliz porque he decidido de una vez serlo», pronunciaba mientras en una pantalla se veía la página de un diario con la fecha de hoy, 28 de julio de 2020.
¿Quién le iba a decir a ella que, nueve años más tarde, hoy mismo, estaría aún recomponiendo los pedazos de sí misma tras la muerte de su único hijo? De hecho, en ese mismo programa expresaba: «La primera vez que vi a Álex entendí mi lugar en el mundo«. Un mundo que, como ella misma expresó en esa primera publicación en redes tras la muerte del joven, dejó de tener sentido el 13 de mayo: «Se apagó mi vida».
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