"El daño que me ha hecho es irreparable". Así cierra Kiko Rivera la puerta a una reconciliación con su madre

Ha pasado casi una semana desde que se publicara esa entrevista concedida por Kiko Rivera a Mila Ximénez para la revista ‘Lecturas’ y con la que se destapaba la caja de los truenos familiares en Cantora. El DJ se hartaba de hacerse el tonto (como él mismo aseguraba) y dejaba muy claro que la relación con su madre estaba rota. Y que ya había reclamado a sus abogados que revisaran el testamento de su padre para ver si la tonadillera había respetado las últimas voluntades de este o si, por el contrario, hay algo que esté en merced de exigirle.

No fue un calentón. Fue una charla de cuatro horas en las que la colaboradora de ‘Sálvame’, incluso, le instó a hacer una pausa para tomar un café y aclarar la cabeza. Porque era tal la cantidad de información que quería dar para que se entendiera bien el dolor que está padeciendo por culpa de las actitudes de su madre, que era preciso ordenarlo todo muy bien.

Con la información reposada y después de ver la que se ha organizado y cómo sigue siendo carne de titular, Kiko sigue pensando igual. Este lunes en ‘Sálvame’, era su buen amigo y colaborador del programa Rafa Mora quien se encargaba de trasladar a la audiencia cómo se encontraba tras el revuelo y si seguía sin moverse de su postura inicial de no aceptar tender puentes con Isabel.

«El daño que me ha hecho mi madre es irreparable», explicaba Rafa que le había manifestado Kiko, que se encuentra tocado, porque no es agradable enfrentarse así a una madre, pero, a la vez, aliviado por haber soltado toda esa carga ante la opinión pública. «No te digo que algún día no la pueda perdonar, pero jamás lo voy a olvidar«, respondía a través de Mora sobre una posible reconciliación con ella. Lo que descarta de manera clara es que Isabel vaya a dar marcha atrás y a pedirle perdón de manera pública.

«Creo que realmente hubo una época en la que él entendió que su madre estuviera más ausente, pero cuando ya no tiene ese volumen de trabajo pasaba muchas horas en Cantora y se desentiende de ellos», era el análisis que hacía Mora, que conoce muy bien y desde hace mucho tiempo a la familia y todos los entresijos de una finca que, ahora, está en el punto de mira como caramelo de una herencia resucitada 36 años después.

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