Esta semana nuestra portada la protagoniza el amante más buscado en lo que llevamos de año, Edmundo Arrocet. El que fuera pareja de la veterana periodista María Teresa Campos durante seis años ha decidido romper su silencio y aclarar algunos detalles sobre su mediática ruptura. Si algo queda claro de las palabras del popular humorista es que a veces los enamorados nos precipitamos y el calentón de una discusión o una rabieta nos puede llevar a decir cosas de las que luego nos arrepentimos.
Por mucho que nos empeñemos en sacar conclusiones o escuchemos diferentes versiones, la clave solo la saben los protagonistas. Qué se dijeron y qué se escribieron… Las palabras se las lleva el viento pero los WhatsApp los carga el diablo y son la nueva hemeroteca emocional de las parejas. Todos guardan los historiales de conversaciones, las imágenes enviadas, etc.
Me gusta la María Teresa que se derrumba, la que no tiene reparos en reconocer que lo está pasando mal por amor, que envía canciones, que busca intermediarios. Pero debería seguir por esa línea y dejar de airear su distanciamiento o ruptura. Con una entrevista bastaba, no hay que hacer una ronda, porque dicen que en el ‘curriculum vitae’ somos lo último que hacemos, igual que en los testamentos cuentan las últimas voluntades.
Algo parecido le ocurre a mi amiga Ágatha, que tiene miedo a recaer en la tentación del biodegradable ahora que ella ya no quiere reciclar en lo carnal. Y cuando no se habla de la ruptura de la periodista y de la diseñadora, se habla de la infiel Estefanía, a quien, por lo visto, Cristopher se lo ha perdonado todo. Y eso que se ha tenido que dar de baja del trabajo por el acoso de la gente que reclama al ‘cornudo de España’ un poco de dignidad. En unos días es San Valentín, y me temo que este año Cupido se ha estrellado. Ojalá a partir de ahora apunte mejor.
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