Si todos tenemos un precio, el de Bob Bylan (79) ha quedado sellado con Universal por 300 millones de dólares. El cantautor por antonomasia, galardonado con un polémico Nobel de Literatura que no recogió, ha seguido los pasos —y el precio— de Taylor Swift, cuya obra está a años luz de la suya, tanto en calidad como en cantidad.
Así, 60 años de música y poesía en 600 pequeñas joyas pasan ahora al catálogo de la multinacional francesa. El contrato firmado por Robert Zimmerman, su verdadero nombre, no incluye aquellas canciones que componga en el futuro, que —esperamos— serán una cuantas, porque no deja de crear: de hecho, este año ha publicado el álbum ‘Rough and rowdy ways’ que en junio encabezó la lista Billboard de ventas.
Es el único cantante que ha colocado temas en el número 1 durante siete décadas consecutivas, un récord impresionante que confirma el talento y gancho del autor de míticas composiciones como ‘Blowing in the wind’, ‘Like a Rolling Stone’, ‘Mr Tambourine Man’ o ‘All along the watchtover’, que popularizaron con sus versiones Jimi Hendrix y Neil Young.
Uno de sus temas más famosos, ‘Knockin’ On Heaven’s Door’, formó parte de la banda sonora de Pat Garrett y Billy el Niño. El director, Sam Peckinpah, le había ofrecido un pequeño papel en la película tras escuchar algunas de sus canciones, lo que no imaginó es que a cambio recibiría para su película una de las más inolvidables de la historia del cine.
El amor y las mujeres han influido de manera notable en su obra. Desde su madre, Beatty Zimmerman; su primera novia, Echo Helstrom; la intelectual y activista Suze Rotolo a la cantautora Joan Baez, que se vengó del desamor con la canción ‘Diamonds & rust’.
La lista es extensa, hasta que entró en juego Sara Lownds, con quien se casó el 22 de nombre de 1965 y con quien tuvo cuatro hijos: Jesse Byron, Anna Lea, Samuel Isaac Abram y Jakob Luke, que se ha dedicado a la música con la banda The Wallflowers. El matrimonio le alejó del mundo durante muchos años. En 1986, se volvió a casar, esta vez en secreto con una cantante de góspel, Carolyn Dennis, con quien tuvo una hija, Desiree Gabrielle. Su vida personal ha sido siempre de una total discreción.
En cuanto a la compra de derechos de autor, lo cierto es que el fenómenos se ha disparado desde la entrada de plataformas digitales y en streaming, pero no es nuevo: recordemos que en 1985, Michael Jackson se hizo con el catálogo de Los Beatles (45 millones por las composiciones de 1964 a 1970). Pero ahora las cifras son de escándalo: Hipgnosis Songs Fund ha invertido 670 millones en un fondo de 44.00 canciones de Barry Manilow, Rick James, Chrissie y Blondie, entre otros artistas. La música mueve el mundo. Y con el mundo, el dinero.
Tarjetones famosos
En 1965, Bob Dyan realizó una gira por el Reino Unido que el cineasta D.A. Pennebaker aprovechó para rodar su documental ‘Don’t look back’: el inicio de la película se filmó en la terraza y el callejón trasero del Hotel Savoy, en Londres. Rodado en blanco y negro, mostraba al cantautor pasando, una a una, una serie de tarjetas en las que aparecían palabras de la canción ‘Subterranean Homesick Blues’, que sonaba mientras en la pantalla aparecían, al fondo a la izquierda, el poeta Allen Ginsberg y el productor Bon Neuwirth.
Esas imágenes fueron el primer videoclip de la historia y su influencia fue tal, que el cine quiso rendirle homenaje con la icónica secuencia de Love actually en la que Andrew Lincoln se declara a Keira Knightley en la puerta de su casa —»Para mí, tú eres perfecta»—. Ese momento generó, a su vez, muchas parodias: desde Boris Johnson en su campaña del Brexit o la brutal versión de ‘Saturday Night Live’ en la que Hillary Clinton (Late McKinnon) intentaba cambiar el voto de una republicana.
Carne de ‘meme’, casi todo el mundo cree que la imagen es original de la película. En cambio, el cantante Prexton usó también las tarjetas para el videoclip de su canción ‘Tony Montana’ sabiendo perfectamente el origen verdadero de la referencia.
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