Una cosa es querer ser ‘influencer’ (como han asegurado desde el entorno universitario de Ana Soria) y otra llegar a serlo y poder aguantar la presión. Esa es la encrucijada en la que se ha encontrado en las últimas horas la novia de Enrique Ponce y ha optado por tomar la más drástica de las decisiones: eliminar su cuenta de Instagram.
Ayer comprobábamos cómo había decidido hacer público su perfil. También como la cosa se le había ido de las manos, pasando de 5.000 a 30.000 ‘followers’ en un suspiro. Ante la avalancha de medios que empezaban a coger sus fotos para trazar un perfil de la estudiante de Derecho, ha tomado la determinación de deseaparecer de esa ventana que le ha robado el anonimato y la privacidad.
Cuando uno trata de acceder a ese @anasoria.7 en el que se podía observar cómo posa ante la cámara y descubrir ciertos detalles de su vida personal, tan solo se encuentra con un mensaje de que es imposible, porque la página ha desaparecido. Se ha borrado. Ha sucumbido a una presión que, nos tememos, irá en aumento ahora que se ha puesto en el ojo del huracán.
Quizás haya sido por preservar la intimidad de su familia, a quienes los que mejor les conocen, describen como discretos. Todo lo contrario a lo que están experimentando dese que el pasado fin de semana el abuelo materno de Ana diera por buenos los rumores de relación de esta con Ponce. Se acabó la calma, y ahora tiene que ver cómo frenar el tsunami que la arrastra.
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