Ha pasado una semana escasa desde que Álex Lequio nos dejara. Seis días en los que sus padres, Ana Obregón y Alessandro Lequio, se han convertido en el foco de las miradas, pero también en los receptores de multitud de muestras de afecto y de apoyo para hacerles más llevadero el calvario por el que atraviesan. Y unos días en los que hemos visto cómo esa unión entre ellos, forjada por el empeño de su hijo, permanece inalterable.
Ayer por la mañana, Alessandro acudía a casa de Ana. Una visita que se repetía por la tarde, acompañado por su mujer, María Palacios. Si algo está claro, es que no va a dejarla sola en esta complicada travesía en la que, como ella misma expresaba en sus redes sociales al día siguiente de la muerte de Álex, se le «apagó mi vida». Pero su expareja no es el único punto sobre el que va a rehacerse la actriz y bióloga, puesto que, de manera temporal, ha abandonado su hogar.
Su casa, tan llena de recuerdos de su hijo y tan grande para ella sola, se le hace imposible de habitar en este regreso de Barcelona, tras un mes en el que Álex estuvo hospitalizado e intentando agarrarse a la vida. Así que, de manera temporal, se ha mudado a casa de una de sus hermanas, Amalia. Será junto a ella con quien pase este duelo indescriptible de una madre que ha visto morir a su único hijo con tan solo 27 años.
Además, las dos viviendas se encuentran muy cerca, por lo que supone un plus de comodidad para una Ana que ha visto cómo sus cuatro hermanos han estado a su lado en el trago más amargo de su vida. De hecho, era su hermano Juancho quien se dirigía a los medios de comunicación en primera instancia, a las puertas del centro hospitalario y una vez precipitado el desenlace, para hacer llegar el agradecimiento de la familia.
Los hermanos García Obregón han estado siempre muy unidos. Todos los hermanos de Ana han permanecido en un discreto segundo plano, a pesar del brillo que siempre ha desprendido ella, desde que comenzara su carrera artística. Y, ahora, es el momento para que esa complicidad entre ellos juegue a favor de obra de levantar a Ana, hundida por el golpe más terrible que podía asestársele.
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