Escribió Eleanor Roosevelt que «el futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños». Una frase que habría marcado a fuego a María Olvido Gara Jova (Ciudad de México, 1963) cuando con tan solo diez años ya soñaba en el patio de su colegio con evadirse de aquel mundo que no le correspondía. Casi dogmática, creyente en el ‘bowismo’ –David Bowie ya era aquel marciano intelectual que rompió con todas las reglas–, Olvido era todo lo que quería hacer: olvidar. Más que eso de ‘voy a cambiar EL mundo’,su oración era: ‘Voy a cambiar MI mundo’. En el otro lado del charco, aquí, en España, un tal Nacho Canut soñaba en esa misma época con lo mismo, ojalá que un día en el colegio bajase Bowie de un platillo volante para rescatarlo de ese horror colegial, de sus compañeros, de esa vida absurda… Y sus plegarias fueron atendidas. Bowie no bajó jamás de aquel platillo volante, pero les hizo creer en sus sueños y su música los unió para siempre… ya en Madrid, cuando los padres de Olvido emigraron de México a España, allá por 1973. Hoy, casi medio siglo después, la casualidad no existe. Mi burbuja vital es el primer single del nuevo EP que Fangoria, el grupo formado por Nacho y Alaska (así prefiere que la llamemos), lanza al mercado con cinco temas y que lleva por título Edificaciones paganas (Warner Music). Y habla justo de esto. De construir, de edificar un mundo virtual donde desarrollar una vida más interesante que la que ofrece la realidad, la huida de lo real a través de la imaginación. Ese mundo ha llevado a Alaska a lo que es hoy. Eso y decenas de consecuencias más. Liderar Kaka de Luxe. Arrasar con Alaska y los Pegamoides. Interpretar a Bom en Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, de Pedro Almodóvar. Triunfar con Dinarama. Conducir La Bola de Cristal. Dar el salto mortal con Fangoria… El resto ya es historia.
Siempre vivió como en el single, en burbuja vital, donde arranca su personaje o su vida en sí.
Mi vida. Exacto. Yo no soy un personaje, no tengo una ropa distinta ni ahora ni cuando tenía 12 años. Durante estos 45 años de carrera me han preguntado:‘¿Esto es un disfraz?’. Pues no, no hay disfraz. Esto es lo que soy.
Del uno al diez es otro de los temas de su nuevo EP, el segundo de la trilogía (el primero fueExistencialismo Pop y acabarán el año con el tercer EP). ¿Qué colocaría en el primer lugar de su vida?
Que esté aquí hablando contigo, que nos hayamos acordado de que llevo 45 años de carrera y que sigo haciendo aquello que decidí empezar con 12.
Además de su trabajo, ¿qué es lo que da sentido a su vida?
Pues es que yo no lo veo como un trabajo, además eso es una trampa. Recuerdo cuando estábamos de disc jockey’s en algún pueblo y cuando acabábamos de pinchar se acercaban los camareros o los encargados de la discoteca y nos decían: ‘Ya habéis terminado de trabajar, ahora nos tomaremos unos chupitos’. No, no, no, te equivocas. Ya he terminado de divertirme. Para mí divertirme era estar pinchando discos, no estar tomando 174 chupitos con desconocidos. A mí me divierte lo que hago, me gusta lo que hago, es una afición en el fondo. Me gusta presentar televisión, hacer radio, escribir, pero lo que es realmente mi profesión, o al menos lo único que yo planifico, es la música. Lo demás son proyectos de los demás que a mí me divierten profundamente.
¿Cambiaría algo de su vida?
Cambiar, cambiar, no. Incluso las cosas que en su tiempo puedes considerar errores, creo que esos errores luego llevan a otras cosas que igual no estarían. Esto es un poco Regreso al futuro, no puedes cambiar el pasado porque vas a alterar los resultados del presente. Así que, mejor, lo dejamos todo como está.
¿Es más del pasado, del presente o de mirar hacia el futuro?
Para mí resulta muy complicado el presente absoluto: es una quimera, algo ideal, que bastante bien lo llevo hoy en día, porque yo soy de planificar a futuro, futuro, futuro… Eso ha sido muy reconfortante del proceso de la pandemia para mí, antes me alteraba cambiar todos los planes, pero ya no pasa nada si las cosas no ocurren. Y el pasado, pues el pasado propio existe, no cambiaría nada, pero ya lo viví. Me interesa en cualquier caso más el pasado que no he conocido, el pasado de otras etapas de la historia que a lo mejor yo tengo mitificado, como los años 50 en Estados Unidos.
¿Cuál es el verdadero marcador del éxito para Alaska?
Un cierto equilibrio entre hacer lo que quieres sin grandes presiones económicas o familiares.
¿Ha tenido que renunciar a algo durante su carrera?
Yo no lo siento. A veces me dicen ‘pobre, no está en Madrid ningún fin de semana, y no puede venir a nuestros cumpleaños’. Pues es que yo prefiero, y perdón por esto, hacer mi concierto que estar en un cumpleaños. La gente ve la renuncia a veces en cosas que a ellos les costaría. O lo de estar en hoteles, ¡a mí me encanta estar en hoteles! Que me gusta estar en mi casa, pues también, pero no considero que es una renuncia. Intento equilibrarlo.
¿Le cansa a veces llevar a cuestas esta profesión?
No, nada, para nada, en absoluto. Te puede cansar físicamente una semana seguida de conciertos, pero es estar un día cansada, que es distinto. Amo lo que hago.
¿Algo de lo que se arrepienta?
Los pasos que he dado es porque los he querido dar, y eso es incontestable. No, no me arrepiento de nada. Bueno, sí, lo voy a contar, me llamaron Martes y 13 para hacer una colaboración con ellos y dije que no. De eso sí me arrepiento. ¡Cómo iba a desdibujar Fangoria que yo hiciera un sketch con Martes y 13!
Ha declarado que «la fama ni te cansa ni te molesta».
La fama es lo que es, tiene sus ventajas y sus desventajas, y es consecuencia de lo que haces. Incluso me maravilla que algunas personas sean famosas sin ser consecuencia de lo que hacen. Porque eso es muy ‘warholiano’, ¿por qué esa señora es famosa? Pues mire usted, no sé muy bien. A veces tiene que ver más la fama con la educación de la gente, por cómo se te aproxima, es verdad que tener el selfie es un poco más coñazo, porque ahora es el selfie por el selfie. Y en estos dos años sí que he notado que me habría gustado que la gente hubiese mantenido más la distancia al ir por la calle en determinados momentos. No la llevo ni bien ni mal, es lo que es. Eso sí, es supercómodo ir a Grecia y estar a mis anchas, es un privilegio mirar sin que te estén mirando, porque cómodo no es.
¿Cómo mira Alaska a lo que está por venir?
Pues ya con un poco de duda, porque cuando cumplí 52 años me caí del caballo como San Pablo. Hasta entonces era todo como Heidi: siguiente disco, siguiente examen de la carrera, siguiente concierto… Y ahí me di cuenta de que ya no era igual, de que si no había hecho esto en los primeros 45 años, que ya no iba a poder. Porque, aunque me cueste decirlo, no puedo ser a la vez cuidadora de mi madre, tener una relación con tu pareja, con tus amigos, dedicarte a la música y encima querer ser culturista, jardinera e historiadora, así que llegué a la conclusión de que podía seguir cultivando esas cosas solo como aficiones.
¿Le asusta el paso del tiempo?
No, pero hay que gestionarlo de otra forma cuando vas cumpliendo años.
¿Cómo es convivir con su marido, MarioVaquerizo, su arrolladora personalidad y algunos años menos?
Por suerte es un equilibrio, porque somos una cosa y la contraria. Él es un extrovertido y yo soy una introvertida, entonces se compensa bastante bien. Que a veces su extroversión me invade, sí; que a veces mi introversión le exaspera, pues también. En el confinamiento duro estuve superfeliz con mi madre viendo series de narcos colombianos, telenovelas por la tarde, jugábamos a las cartas; pero Mario lo llevó muy mal, y tengo ahí una nube negra, no fue un remanso de paz. Él se subía por las paredes, estaba tristísimo, yo feliz. Pero nos equilibramos.
Cuando el pasado año asesinaron al grito de ‘Maricón’ a un chico en Galicia, declaró que no se podía tolerar algo así, pero que es algo que siempre existió, el odio. ¿Sigue pensando que siempre estuvo ahí?
No ha dejado de existir nunca, y lo digo completamente en serio. Sé lo que es salir de la tele y que me llamen puta y a mis amigos, maricones. Y no te hablo de los años 70. Sino de los 2000. O que un taxi no pare por nuestras pintas a la salida de un after. Pero es así, y a veces hay gente que tienen formas de vivir diferentes. A mí no me ha dejado de pasar nunca, nunca, ni en los 90, en los 2000 ni ahora. Estamos vendiendo una idea de un mundo ideal de que a partir de los 70 no ha pasado nada, y sí ha pasado, y mucho.A lo mejor antes no había RRSS, o te pegaban y te callabas, tenías miedo y vergüenza. Ahora sales en la tele, eso ha cambiado. He tenido amigas trans que han tenido que refugiarse en la Fnac asustadas por los insultos de un energúmeno, y eso fue hace solo unos años.
¿Se lleva bien con su sombra?
Perfectamente, no tengo ningún problema.
¿Cómo le gustaría que la recordasen?
Llámame fabulosa en vida. No me recordéis (risas).
PELUQUERÍA Y MAQUILLAJE: KLEY KAFE (ESTHER ALMANSA MANAGEMENT) PARA MOROCCANOIL Y DIOR MAKEUP. PRODUCCIÓN: BEATRIZ VERA. ASISTENTE DE FOTOGRAFÍA: ENRIQUE ESCANDELL. ASISTENTE DE ESTILISMO: DIEGO SERNA.
*Esta entrevista forma parte del número de marzo de Harper’s Bazaar.
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