Unas fotografías con otra mujer que no es Ágatha Ruiz de la Prada han devuelto a Luis Miguel Rodríguez a la primera línea de fuego. La supuesta deslealtad destapada por la revista Lecturas ha reabierto heridas del pasado que parecían cicatrizadas. A pesar de la viralidad de los fotogramas, Luismi niega rotundamente que haya existido algo más allá que un encuentro amistoso con Marcia Di Lele, a quien conoce desde hace años: «también he estado con su marido, porque está casada e igual de feliz que yo. Lo único que me preocupa es que Ágatha sufra, porque yo estoy curado de espanto», dice en declaraciones a ‘Hoy Corazón’.
El dolor del primer impacto ya ha pasado. Ágatha ha escuchado las explicaciones de su novio y está dispuesta a reflexionar sobre ellas. No es la primera vez que el empresario se ve envuelto en circunstancias similares y siempre se ha demostrado que, más allá de gestos impúdicos y poco afortunados, sus cacareados escarceos han quedado en meras anécdotas. Hechos claramente incómodos e injustificables que nunca han trascendido al nivel prohibido. Luismi tiene claro lo que siente por la diseñadora y no está dispuesto a perderla. Es consciente de sus bienaventuranzas hasta el punto de, incluso, haber domado a esa fiera incontrolable que lleva dentro.
También he estado con su marido. Está casada e igual de feliz que yo»
En conversación con esta revista, Luismi entiende que las imágenes que se han publicado pueden mostrar más juego que engaño pero incide en que no representan, en ningún caso, lo que en realidad siente por su novia. No hubo encuentro íntimo con Marcia ni nada más allá de lo que se aprecia en las imágenes. De hecho, tan poca importancia le ha querido dar a este reportaje que, pudiendo haber retirado el material, dejó que la agencia realizara la venta a las revistas: «me pedían diez mil euros por esto, pero la verdad es que tiene tan poca importancia que ni se me pasó por la cabeza», dice en declaraciones a ‘Hoy Corazón’.
La decisión de Ágatha
La realidad no se puede negar. Plantear un escenario diferente al verdadero supondría el efecto contrario. Por eso, consciente de lo ocurrido y confiada en que todo puede resolverse, Ágatha necesita poner tierra de por medio, amortiguar el golpe recibido y volver a recolocar sus propias reglas. En las próximas horas emprenderá un viaje fuera de España para reflexionar sobre los últimos acontecimientos y será después, a su retorno, cuando mantenga una conversación aclaratoria con el que todavía es su novio. No está dispuesta a que nadie medie en sus sentimientos y será entonces cuando las emociones vuelvan a encajarse, cuando tome una decisión sobre su relación. Si bien es cierto que le costó asimilar el derechazo, todo parece indicar que habrá reconciliación. La única certeza al cierre de esta edición es que el amor que siente por Luismi no puede resquebrajarse fácilmente y que él, por su parte, va a desplegar todos sus encantos para demostrarle que su pasión por ella es incuestionable. Solo el tiempo, como en todo, dictará la sentencia final.
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