Hasta que el smartphone se adueñó de nuestras vidas, el cuello no pasaba al primer plano de las preocupaciones de belleza hasta pasados los 40, Solo al ver las primeras marcas de la edad aparecían los productos específicos en la lista de la compra beauty. Ahora, sin embargo, esta zona ha pasado a integrar la lista de las preocupaciones de las veinteañeras, conscientes de que la posición corporal al que obliga el móvil tiene efectos inmediatos. Hablamos de un envejecimiento prematuro que favorece la aparición de líneas primero y, más tarde, de arrugas en toda regla. Son unas marcas horizontales que se han bautizado ‘tech neck’ (el cuello tecnológico o digital) y lo sabemos (casi) todo sobre ellas.
Si pudiéramos contar exactamente la cantidad de minutos que agachamos la cabeza para mirar al móvil a lo largo del día, nos escandalizaríamos. Son muchísimos. De ahí que la delicadísima piel del cuello sufra tanta flexión.. Lo que se resiente es un músculo muy delgado llamado platisma que recubre el cuello y que, con la pérdida de colágeno y elastina propia de la edad, termina produciendo esas arrguas horizontales que delatan al ‘tech neck’ o cuello digital. Mirar demasiado el móvil no origina por si solo estas arrugas, pero sí las aceleran, también por el efecto de la nociva luz azul que despiden los dispositivos tecnológicos. Necesitamos protegernos de ellos.
Es imposible que dejemos de usar intensivamente móviles y ordenadores, pero podemos ayudar a nuestra piel a soportar mejor estas agresiones. Los dermatólogos son claros: lo primero es llevar hasta el cuello la protección solar de amplio espectro (que también bloquea la luz azul). Además, es importante evitar colonias y perfumes, pues provocan hiperpigmentación y manchas en contacto con los raos del sol. Y, por último, cuidar el cuello con productos específicos que incluyan antioxidantes, vitaina B3 y C y, por la noche, retinol. La clva del éxito es la misma que para el resto de los cuidados cosméticos: la consistencia.
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