Dos rasgos, evidentes a primera vista, definen la imagen de Beatriz de York : su pelirroja melena y sus abiertas pestañas. La princesa, que [se ha casado con Edoardo Mapelli Mozzi]https://www.revistavanityfair.es/tags/edoardo-mapelli-mozzi-1/5250) este fin de semana en una discreta ceremonia no anunciada en la Capilla Real de Todos los Santos, en Windsor, tenía ante sí el reto de arreglarse para una boda royal del todo atípica: casi sin invitados (con la presencia de la reina Isabel II, eso sí), en el contexto de una pandemia y en medio también de un terremoto particular, el que tambalea la imagen pública y la situación judicial de su padre, el príncipe Andrés.
En este escenario cualquier detalle llamativo u ostentoso (un labio muy rojo, unos ojos demasiado festivos) habría sido gasolina para los tabloides, pero Beatriz ha logrado mantener un perfil prudente gracias a un estudiado look de belleza, con un maquillaje y un peinado sencillos e, incluso, un tanto patrióticos. La princesa era la perfecta “English rose” británica. Del feliz día solo han trascendido algunos pocos detalles -como que el vestido de la novia y la fabulosa tiara eran préstamos de Isabel II- y un par de fotografías oficiales en las que podemos apreciar más de cerca los detalles de la imagen de la novia.
Un maquillaje “English rose”
Aunque no se ha confirmado aún quién maquilló a la princesa para su boda, sí es evidente que ha optado por una técnica clásica. Tradicionalmente, una “rosa inglesa” es el epítome de la belleza británica. Se distingue por una piel clara y luminosa, tocada por un golpe de rubor en las mejillas, siempre en tonos rosa y melocotón: un halo clásico, fresco y atemporal, uno de los maquillajes más comunes para las novias en la isla. Este look, que sublima la tez natural de las inglesas, ha sido estudiado una y otra vez a lo largo de la historia de la moda, e incluso algunas firmas icono del Reino Unido, como Burberry, lo han incorporado en sus desfiles (como en la colección de Otoño-Invierno 2016).
Para su boda, Beatriz ha bordado los tres rasgos más importantes de este look: 1) Una piel pálida, natural y luminosa (probablemente trabajada desde la hidratación semanas antes del enlace, y maquillada con una base muy ligera); 2) Un rubor en tonos rosados enfocado en las mejillas; y, 3) Una relación entre el tono del colorete y el de los labios. A diferencia de los polvos de sol que se usan más en países mediterráneos y que dejan un acabado bronceado o dorado, aquí el resultado es el de un toque de color en las sombras más suaves y dulces del rosa: blush, cuarzo y empolvados, consideradas modestas y sofisticadas.
Un colorete rosa iluminador.
Aunque la mayoría de las novias de la realeza eligen un labial sin color para su gran día, Beatriz ha optado por una tonalidad más cálida, con una barra de labios melocotón coordinada con el resto del maquillaje. Dos famosos nudes que se ajustan a este tono son Christian Louboutin Velvet Matte Lipstick en Just Nothing y Charlotte Tilbury Kissing Lipstick en Stoned Rose.
En tono melocotón claro.
El contrapunto a tanta dulzura: los ojos
Una de las técnicas más clásicas para maquillar los ojos claros en los rostros pálidos de la clásica lady inglesa es la de marcar con intensidad las pestañas. Esto modera la exagerada dulzura del maquillaje rosa y añade un punto de carácter en la mirada. Sin embargo, en esta ocasión Beatriz de York ha sido fiel a su manera de realzar las pestañas: en lugar de centrarse en añadir volumen, largura o curvatura (los tres objetivos clásicos del rímel), ella se enfoca en separar los pelos de la pestaña superior.
Lo que se consigue así es un acabado más natural y menos dramático (menos festivo también) que ayuda en ese reto de estar maquillada sin parecerlo. Un truco que antes de Beatriz ya usaba la leyenda de la belleza Audrey Hepburn. Teniendo en cuenta que en cada fila de pestañas suele haber entre 70 y 150 pelos, el proceso se puede hacer en casa pero requiere de cierta paciencia y de un alfiler o cepillo específico. Una vez aplicada la máscara, se comienza en la base, cerca de la línea de agua, deslizando el cepillo hacia arriba y separando cada pestaña individual. Esto define cada pestaña y ayuda a distribuir el pigmento de manera más uniforme. Una vez completado el primer ojo, se repite el gesto con el otro, algo que en total puede requerir unos 10 ó 15 minutos.
Una corona natural: su melena pelirroja
Se estima que tan solo el 1% de la población mundial es pelirroja natural, un porcentaje que sube hasta el 10 y el 15% en Reino Unido e Irlanda, de ahí que este color de cabello sea sinónimo de la Gran Bretaña. La princesa Beatriz heredó la melena poblada, fuerte y algo rebelde de su madre, Sarah Ferguson, y en su boda le ha servido para algo muy inglés: contrarrestar una imagen tan sofisticada (recordemos que llevó la misma tiara que la propia Isabel II en su boda) con un toque más desenfadado.
Aunque las novias de la realeza suelen recogerse el cabello en moños bajos y discretos, Beatriz ha acertado dejando su melena suelta, con un moldeado esponjoso y ondas suaves, similares al característico peinado de Kate Middleton. Al evitar un recogido más tradicional (y más recargado) al ya clásico look, la princesa ha evitado echarse años encima.
La clave para el cabello de Beatriz radica en tres cosas: una raíz hueca -obtenida con una espuma suave o un aerosol voluminizador-, unas ondas grandes y un cepillado con un acabado muy luminoso.
Un voluminizador para las raíces.
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