El cuidado de la piel requiere tiempo, paciencia y dedicación. En un momento en el que estos tres requisitos están a la orden del día, en el que seguir una rutina de cuidados faciales es más fácil que nunca, en el que dormir las 8 horas diarias recomendadas es posible y, situación en la que no hay excusa para cocinar sano, parece ser que la piel de muchas personas no logra obtener el resultado buscado.
La principal causa, según los expertos, es el estrés. Vivir una situación complicada en el que el cambio de vida ha alterado el equilibrio hormonal es uno de los factores que más están influyendo sobre nuestra piel. La preocupación sanitaria, familiar y laboral se agrupan creando un cúmulo de pensamientos y emociones negativas que pueden resultar abrumadoras también para nuestros rostros.
Así, el estrés puede causar brotes y llegar, incluso, a generar más estrés. Cuando estamos agobiados y estresados, la piel produce hormonas del estrés, como cortisol, que estimula la aparición excesiva de las glándulas sebáceas favoreciendo la obstrucción de los poros, la inflamación y los brotes no deseados.
Por esta razón realizar un descanso de cuidados faciales a veces puede llegar a resultar ser la mejor opción para garantizarle a nuestra piel el descanso que los productos no le permiten y, así, expulsar las toxinas.
A pesar de permanecer en casa, la piel continúa acumulando aceites, agresores ambientales, contaminantes y suciedad que bloquean los poros evitando la suavidad y pureza absoluta de la tez.
También junto al estrés se encuentra otro de los factores que más favorecen la opacidad de la piel: la falta de vitamina D procedente del sol. Esta vitamina refuerza la inmunidad de cada célula de la piel y ayuda a mantener bajo control las condiciones inflamatorias como el eccema y la psoriasis, por eso, cuando se carece de vitamina D, pueden aparecer y estallar afecciones subyacentes de la piel.
Para paliar este problema, se puede apostar por incluir en la dieta alimentos ricos en vitamina D, como pescado azul u hongos, cereales y leches sin lácteos.
Además de estas recomendaciones, existen algunos consejos prácticos que pueden llevarse a cabo para cuidar la piel sin necesidad de usar ningún producto. Lavar la ropa de cama para evitar el contacto con las bacterias, desinfectar a menudo el teléfono móvil y usar el altavoz para evitar el contacto con el mismo, hidratar la piel constantemente con cremas ligeras bajas en aceites, exfoliar la piel o añadir alimentos con retinol para favorecer la vitamina A.
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