Josefina Vicario, la pionera de la cirugía estética que rejuveneció a Liz Taylor (y es abuela de la novia de Álex Lecquio)

“Mi meta como profesional es darle más vida a los años y hacerla más bella”, dice Josefina Vicario, la abuela de Carolina Monje, la novia de Álex Lecquio que no ha elegido seguir sus pasos profesionales. La doctora está considerada como una auténtica pionera de la medicina estética en España, fundadora de las Clínicas Vicario de nutrición y rejuvenecimiento, donde ha llegado a tratar a celebridades como Cristina Onassis o Liz Taylor.

Nacida en Zamora, aunque catalana de adopción, estudió Medicina y Cirugía en la Universidad de Barcelona y obtuvo el doctorado con la calificación de sobresaliente cum laude.Su abuelo y bisabuelo fueron médicos, cardiólogo y ginecólogo respectivamente, aunque su madre y su padre (profesora y comisario)no siguieron este camino. Con gran afán por aprender, trabajó y vivió a mil revoluciones desde jovencita (“Si me quitas el trabajo me siento como un cesto inundado de agua”). Quedó huérfana muyjoven, y se hizo a sí misma.

Josefina empezó su carrera siendo anestesista en el hospital Vall de’Hebron de Barcelonay había semanas que tan solo dormía dos noches, aunque asegura que nunca le fallaba la concentración. Se casó muy joven con un médico también anestesista y tuvo dos hijos, Virginia y Ricardo, que siguen sus pasos como médicos en las Clínicas Vicario. “Tan solo he visto parar a mi madre dos veces, una cuando era pequeña y tuvo un accidente de coche y la otra el año pasado cuando sufrió un problema de espalda del que ya está totalmente recuperada”, recuerda Virginia, que con 9 años a veces merendaba en el hospital junto a su madre. “Todo lo he hecho acunando niños”, ríe Josefina.Ese accidente de coche, aunque el vehículo diera dos vueltas de campana,la paró muy poco tiempo, “trabajaba de anestesista para La Caixa cuando estaba allíJordi Pujol, que me llamó muy preocupado, pero enseguida me reincorporé con collarín”.

Interesada por la mente humana, estudió psiquiatría con el doctor Salvador Sarró, pero no siguió por ese camino porque era la época de los electrochoques y de las habitaciones masificadas, y eso no le gustó.Su perspectiva se abrió hacia otro tipo de especialidad también muy relacionada con la percepción: la estética. “Uno de los grandes desafíos de la medicina estética es que estén en consonancia mente y cuerpo para poder mejorar, aceptar nuestra imagen es importantísimo para nuestra salud mental”, opina.

Una auténtica pionera

Fue pionera en ese campo hasta tal punto, que su primera clínica se llamó Medicina Estética S. A. y la llamaron de la recién fundada Sociedad de Medicina Estética de España para pedirle la cesión del nombre. No era fácil ser mujer emprendedora en esos años. Tuvo que luchar en un mundo de hombres con mucha constancia. Su marido, Enrique, con el que estuvo casada 15 años y murió en 1995, supo entender a la perfección su espíritu inquieto, la admiraba y se convirtió en su compañero ideal. “Yo tenía mucho trabajo, dirigía hasta 15 clínicas por toda España, con 64 médicos y él supo darme mi espacio”, explica. Su hija Virginia lo recuerda como “todo un señor”. Un hombre culto y generoso, filósofo y gran lector. Josefina lo conoció en la clínica Incosol de Marbella donde ella estuvo trabajando.“Me dijo que no me quería como médico, que me quería como esposa”.

Su larga y exitosa trayectoria profesional la ha convertido en toda una eminencia en el campo de la medicina antienvejecimiento, abogando por un antiaging sin cirugía. Ha asistido a multitud de congresos y cursos de alto nivel de terapia celular, endocrinología y nutrición. Especializada en antiaging por la University Center of Charleroy de Bruselas, introdujo en España por primera vez los tratamientos de metabolización local de la grasa, y por sus clínicas han pasado celebridades como Margaux Hemingway, Ursula Andress (que hicieron tratamientos de adelgazamiento), príncipes árabes o Rainiero de Mónaco, con quién ha compartido cenas y regatas en Montecarlo.

Porque su vida ha estado rodeada de nombres conocidos,entre amistades y clientela, con los que comparte veladas en su casa de Ibiza y salidas en barco, conciertos, como los del día de Año Nuevo en Viena, desfiles en primera fila en París o veladas en el Baile de la Rosa de los Grimaldi.Los Vicario forman partede la sociedad catalana, y en su consulta tratan a multitud de pacientes de alto nivel profesional y adquisitivo.

“Si tengo que elegir un coche nunca me quedaré con el de caballos, escogeré el de más revoluciones”, dice la doctora en la que es una buena definición de su espíritu. “Siempre ha sido una mujer muy moderna, una adelanta a su época”, dice su hija, que trabaja en la consulta de Barcelona. Aunque Josefina es toda una empresaria (ahora con clínica en Madrid, Barcelona, Valencia y Mallorca) reconoce que su auténtica vocación es la de médico, y se describe como una mujer del Renacimiento porque le apasionan las artes, los viajes, la música clásica y el interiorismo.

Decorar casas es uno de sus grandes placeres.Buena prueba de ello es su fantástico piso en la zona alta de Barcelona, decorado con mobiliario de los siglos XVIII y XIX que ha ido adquiriendo en subastas y anticuarios. Con la duquesa Alba conversaban mucho sobre pintura, y el decorador de la Casa de Alba, Manuel Ordaz, aconsejaba a Josefina, que vive en Madrid junto a su clínica, ubicada en un bello palacete en Chamartín. La joya de la corona de su vocación decoradora es el magnífico hotel spa Treixas, ubicado en un antiguo monasterio cisterciense del siglo XIV que ha rehabilitado completamente. El recinto se encuentra en pleno casco histórico de Puebla de Sanabria, y es todo un homenaje de Josefina a sus orígenes castellanos.

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