Esto es lo que debes hacer para mantener las bacterias y los gérmenes lejos de tus cremas y maquillajes

Ya hemos hablado aquí de la importancia de mantener nuestros pinceles y útiles de maquillaje limpios, e incluso hemos encontrado los artilugios más modernos para que nos ayuden a hacerlo lo más cómoda y rápidamente posible. Pero el riesgo bacteriológico que tiene cuidarse no es exclusivo de las brochas y pinceles. También tenemos que tener en cuenta otros factores para que nuestra rutina de belleza sea lo más higiénica posible.

Según un estudio realizado por la Universidad de Aston, se han encontrado superbacterias que incluyen E.Coli y estafilococos en más de nueve de cada diez de nuestros productos de belleza diarios como la máscara de pestañas o el brillo labial. Unos resultados que no son sorprendentes, teniendo que en cuenta que, según una encuesta realizada en Estados Unidos, solo el 61% de las mujeres limpian su kit de maquillaje una vez al mes y el 31% de los millenials reconocen que no saben cómo limpiar sus herramientas de maquillaje correctamente.

Los especialistas insisten en la importancia de una rutina de belleza higiénica, que va desde la limpieza de tu neceser, hasta la de las manos. Sí, a la hora de maquillarse también. Porque esterilizar los productos es fundamental para detener la propagación de bacterias, tanto si se trata de un rodillo de jade como del cepillo del rímel. Cualquiera de ellos puede contribuir al exceso de grasa, así como a la propagación de bacterias, principales causantes del acné.

Las bacterias no crecen por sí solas en nuestros productos. Pero si les sumamos los ambientes húmedos propios de los baños, o los restos que podemos tener en nuestra piel o puede haber en el ambiente, obtendremos un foco de actividad bacteriana. Y con el uso de nuestra crema o sérum de cabecera, este terminará trasladándose a nuestra piel, creando inflamaciones, o infecciones como la foliculitis en la piel o conjuntivitis en los ojos.

Si bien es cierto que nuestras esponjas y pinceles pueden albergar los niveles más altos de bacterias, los científicos han descubierto que la exposición al aire y los dedos sucios contribuyen a que los microbios peligrosos se establezcan en nuestros productos. Y para evitarlo es importante seguir unas sencillas pautas que, sin obligarnos a llevar a cabo una agotadora rutina de limpieza diaria, nos ayude a mantener alejadas a las bacterias.

Por ejemplo, a la hora de aplicarnos la máscara de pestañas debemos ser conscientes de que ese último pedacito de producto que se queda en el aplicador, está en contacto con el aire constantemente, creando un caldo de cultivo seco y oscuro para los gérmenes que puede terminar en los ojos. Por ello es recomendable retirarlo con un papel antes de volver a introducirlo en el envase. Y utilizarlo como máximo durante tres meses, para evitar posibles riesgos.

En lo que se refiere a los labios, todas hemos ido a retocarnos alguna vez al baño tras una comida en un restaurante. Sin embargo, si no nos limpiamos los labios antes de aplicar el pintalabios, podemos empujar partículas de comida hacia el producto, que permanecerá en él creando un caldo de cultivo perfecto para las bacterias. Por ello, es recomendable pasarse una toallita para limpiarnos los labios antes de volver a aplicarlo.

A la hora de aplicarnos las cremas, es recomendable recurrir a aplicadores que impidan que tengamos que meter el dedo en el frasco, tanto si son productos con bombas de aire como si queremos optar por aplicarlos con espátula. Así evitaremos que la crema entre en contacto con la piel y, lo que es más importante, que las bacterias presentes en nuestras manos se queden en el frasco. En el caso de decantarnos por una espátula, tras cada uso la desinfectaremos con alcohol o un aerosol antibacteriano.

Por último, otro posible foco de bacterias puede ser la bolsa de maquillaje que habitualmente llevamos en el bolso o nuestro neceser de viaje. Tanto si se produce un accidente y terminamos derramando productos, es recomendable que, al menos, la metamos una vez al mes en la lavadora, para evitar que los agentes externos con los que han estado en contacto nuestros productos se establezcan en ella creando un posible foco bacteriológico.

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