10 hábitos de tu rutina de belleza que (quizá) estás haciendo mal y no lo sabías

De nada sirve hacerse un tratamiento intensivo si después en casa tenemos malos hábitos que van a hacer que nuestra piel envejezca de forma prematura. Algunos forman parte de nuestro día a día y los hacemos mal por puro desconocimiento. Varios especialistas nos cuentan qué gestos de nuestra rutina de belleza debemos evitar.

1. No limpiar la piel

Uno de los pasos más importantes de toda rutina de belleza es la limpieza, incluso cuando no nos maquillamos. Hay quien se mete a la cama obviando este protocolo porque piensa que no hace falta al no haberte maquillado y según los especialistas de la marca de belleza orgánica Kriim, “es un gran error. La principal razón es que las células se regeneran por la noche así que no limpiar el rostro y eliminar la suciedad acumulada lo impide. A esto se le pueden sumar problemas como la obstrucción de poros, la irritación o la sequedad de la piel”.

2. Pasarse con la limpieza

El exceso de sebo propio de las pieles grasas produce puntos negros, granitos y brillos ciertamente antiestéticos. “La lógica nos puede llevar a pensar que tenemos que limpiar la grasa desde fuera”, dice Claudia Varanski, fundadora de la firma natural y vegana Varanski Naturals “pero lo cierto es que, al masajear la piel, estimulamos las glándulas sebáceas y le arrebatamos los lípidos naturales, por lo que es muy fácil generar un mecanismo de compensación que agrave aún más el problema. Queda claro que limpiar la piel a diario es necesario, pero la mesura es importante: basta con hacerlo mañana y noche y exfoliar una vez por semana”. En este punto coincide la especialista en dermocosmética Rocío Escalante, titular de Arbosana Farmacia: “La exfoliación es necesaria en muchas pieles, sobre todo en las grasas y mixtas, para mantener los poros limpios. Pero no podemos abusar de ella, porque podemos provocar irritaciones. Hay que encontrar el equilibrio, hacerla una o dos veces a la semana, y siempre elegir exfoliantes adecuados para el tipo de piel”. sentencia.

3. Usar agua muy caliente

Como explican desde Kriim, la temperatura del agua puede afectar a la dermis. “Hay que evitar que esté caliente ya que puede producir rojeces, sequedad o dañar la barrera de la piel. Incluso en invierno, cuando muchas personas buscan compensar la temperatura exterior, lo más recomendable es tibia”, aseguran.

4. No hidratarse

Principalmente las personas que tienen la piel grasa, mixta y con tendencia al acné, suelen cometer el error de no hidratar la piel, porque temen que les salgan granitos. “La piel grasa brilla y esto se puede confundir con un exceso de hidratación. Sin embargo, es perfectamente posible tener la piel deshidratada y grasa a la vez”, asegura Claudia Varanski. La hidratación diaria es esencial para reforzar la barrera cutánea. La clave está en elegir una crema adecuada a cada tipo de piel. Cuando ésta es grasa, la especialista lo tiene claro:“escoge una crema en textura emulsión no comedogénica que le aporte a tu piel el agua que necesita. De nuevo, si no hidratamos correctamente podemos empeorar el problema de sebo porque la piel también lo genera para protegerse de los agresores externos como la contaminación o la radiación solar”.

5. Aplicar mucha cantidad de producto

“Los beneficios de los cosméticos no se multiplican si aplicamos más cantidad. De hecho, podemos estar saturando la piel y provocar acné cosmético por oclusión de los poros. ¿Qué cantidad es la justa? Depende de cada producto, algunos cunden más, pero en líneas generales, el tamaño de un guisante sería suficiente para todo el rostro. Y el tamaño de un grano de arroz para el contorno de los ojos”, asegura la farmacéutica Rocío Escalante.

6. No cambiar de cosméticos según la estación

Según la facialista Biri Murias, unos de los principales problemas que cometemos al cuidar la piel es utilizar los mismos productos todo el año” ya que es necesario adaptar la cosmética a cada momento. Por ello, intensificar las sesiones de tratamiento de cabina para avanzar más rápido es una buena opción a la hora de preparar nuestra piel, a la vez que usemos productos más específicos que la traten con un mayor aporte de lípidos o agua”.

7. No usar protector solar

Como ya habrás oído muchas veces, el fotoprotector es el mejor antiedad. Y tienes que utilizarlo todo el año, no sólo en verano. “Un error común es pensar que por estar en invierno no necesitamos protección solar, cuando los rayos de sol siguen incidiendo y ocasionando los daños prematuros en nuestra piel”, advierte la especialista en belleza Biri Murias. Este error es tan fácil de remediar como buscar una hidratante con filtro solar. Y si tienes tendencia a las manchas, añade un filtro de alto espectro después de la hidratante. Incluso muchos maquillajes llevan ya protección solar. Al aplicarlo, no te olvides de las manos y el cuello que, junto además del rostro, están todo el año expuestas a la radiación solar.

8. No seguir el orden adecuado

En cosmética el orden de los factores sí altera el resultado. Así lo corrobora la farmacéutica Escalante: “Si utilizas diversos cuidados tienes que aplicar en el orden correcto. Si no lo haces, probablemente no sirvan de nada. Ten en cuenta el objetivo y la textura del cosmético, en general los más ligeros van primero. Si haces una doble limpieza, primero el limpiador oleoso y después el acuoso. Después iría el tónico (si usas), el contorno de ojos, el sérum, la crema hidratante, la protección solar y el maquillaje”.

9. Aplicar el contorno con el dedo índice

Tan importante como elegir un cosmético de calidad para la zona del contorno de ojos lo es la forma de aplicación. Así lo corrobora Aura Serrás, directora de iS Clinical España: “Es un error aplicar el producto con el dedo índice, hay que hacerlo con el dedo anular, ya que tiene menos fuerza y así ejerceremos menos presión, ya que esta es una zona muy delicada. Sabiendo esto, se emplea la crema por toda la zona ósea del ojo, es decir, por la parte del hueso sin invadir la zona de la ojera y del párpado”.

10. Frotar el pelo mojado con la toalla

Cerrar la alcachofa de la ducha, coger la toalla y frotar como si no hubiera un mañana. Este gesto, más que común, puede debilitar la salud de la melena. “Al frotar tendemos a recurrir a una fuerza excesiva que, en muchas ocasiones, puede llegar incluso a arrancar o partir cabellos”, explica Natalia Guerrero, experta técnica de RevitaLash Cosmetics en España, para quien lo ideal es envolver el pelo en una toalla cuidadosamente, y que ésta vaya absorbiendo poco a poco el exceso de humedad, para luego terminar de secar con el secador. La especialista advierte que hay que tener cuidado cuando se usa esta herramienta a altas temperaturas. “Estos gadgets suelen alcanzar hasta los 230 grados de media, una temperatura demasiado elevada para zonas como las puntas. También es un riesgo cuando se expone al calor desde la raíz, pudiendo quemar el cuero cabelludo, afectando a medio y largo plazo a la vitalidad del folículo piloso”, comenta Guerrero, que recomienda usar el secador en temperatura ambiente y la plancha, si fuera necesario, siempre al mínimo de su capacidad, al menos si el uso es diario o en días alternos.

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