Cuando Meghan vivía en Canadá tenía dos perros que había adoptado en una protectora. Guy y Bogart vivieron juntos hasta que el amor se interpuso en sus vidas y la exactriz decidió dejar de serlo para convertirse en duquesa siguiendo al príncipe Harry a Londres. Bogart se quedó en Canadá. En principio, en casa de unos amigos. En principio, porque era demasiado mayor para ir de un lado para otro. Hace poco la biógrafa real Sally Bedell Smith contó a la edición estadounidense de Vanity Fair que su hijo adoptó a Otto, el hermano gemelo de Bogart que, según desveló, tenía cinco años cuando Meghan se fue a Londres y Smith sigue boquiabierta -u “obsesionada con la historia de Bogart”- por la decisión de Meghan de dejar a su querido perro atrás y porque cuando ha vuelto a Canadá no se haya reunido con el animal.
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Pero la vida sigue y también siguió para Meghan en Londres junto a su príncipe y el resto de la familia real. La historia ya la conocemos: se casaron en una increíble boda en el Castillo de Windsor, tuvieron a su bebé Archie, se mudaron de Kensington a una preciosa casa en Frogmore Cottage y entonces pensaron que no era en realidad eso lo que querían, que preferían una vida menos expuesta, más dedicada a ellos mismos, a la pequeña familia que habían creado formada por Harry, Meghan, Archie, el beagle Guy y el labrador Oz. Porque entre todos estos acontecimientos llegó a sus vidas también Oz, un labrador negro que vino a llenar el huego que había dejado Bogart. Y cuando emprendieron el viaje sin planes de retorno, lo hicieron todos.
Primero, se fueron a Canadá. Los paparazzi fotografiaron allí a Meghan paseando con su bebé y sus perros Guy y Oz. La duquesa anunció que los demandaría porque habían vulnerado su privacidad y la de su hijo. Ahora, en Los Ángeles han vuelto a fotografiar a Meghan con Guy y Oz y el príncipe Harry en lugar de Archie a quien los duques han dejado en casa evitando así cualquier exposición a la pandemia que azota el mundo.
Protegidos con mascarillas (o pañuelos) y gel desinfectante, han cambiado el glamour de otros tiempos por las zapatillas, las camisetas y los vaqueros, las gorras y las gafas de sol para vivir una vida no royal. Y ahí están sus compañeros más fieles siendo testigo de todo y dejándose llevar en brazos por Meghan y subiendo al coche conducido por el propio Harry estos días en los que los duques los sacan a pasear cuando terminan sus labores de voluntariado para ayudar a las personas más vulnerables frente al coronavirus.
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