La primera vez que Trump se calzó su chaqueta de cuero de piloto de bombardero con el escudo de comandante en jefe fue en Japón un año después de ser elegido. Estaba en la base de Yokota, rodeado de soldados suyos que le hacían fotos con los móviles, y quería avisar a su todavía enemigo y casi vecino en aquel momento, Kim Jong-un, de que más le valía a él, dictadorzuelo rechoncho, no subestimar la determinación norteamericana. Esa chaqueta es la que a lo largo de su mandato todo presidente desea exhibir en un momento crucial. La que demuestra que son los líderes del ejército más poderoso, los dueños del maletín nuclear, los reyes del mambo. Trump no ha tenido ocasión aún de ponérsela más que aquel día como atrezo.
Intuyo que debe de estar hoy deseando vestirla y que lo hará cuando el ejército empiece, como en Europa, a tomar las calles conquistadas por el virus. Se quitará esa americana que lleva que le tapa la gordura pero no la boca y se pondrá la chaqueta de cuero para hablar del virus chino, de bajas y de victorias. Y lo repetirá una y otra vez. Imaginar y vender una guerra que él no ha tenido como comandante en jefe será probablemente el último recurso para salvarse a sí mismo como presidente.
Me temo que lo único bueno que vamos a ver con la pandemia, pónganse cómodos para gozarlo bien,va a ser esa agonía de Trump en directo. Su desquiciamiento en vivo. El proceso desatado de ira y psicosis de un hombre que de contenido, además, nunca tuvo nada. Lo del Joker de Joaquin Phoenix se va a quedar en actuación escolar de fin de curso. Yo me lo imagino ya como al capitán Ahab, en su delirio final atado a Moby Dick, hundiéndose aferrado a su buque hospital, tan blanco y colosal como la ballena, de Nueva York. O, bueno, tampoco nos pongamos tan dramáticos, simplemente desapareciendo Hudson abajo vestido, por supuesto, con su chaqueta de piloto. Y a ver cómo se pone el cuero con los kilos sin que le entren más sofocos. Porque ha llegado abril, cuando prometió que vendría el calor y se iría el virus, pero solo lo primero se cumple.
David López Canales es periodista colaborador de Vanity Fair y autor del libro ‘El traficante’. Puedes seguir sus historias en su Instagram y en su Twitter.
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