La comunidad española de creadores que están fabricando viseras y respiradores con impresoras 3D

"Una fábrica tarda varios días en producir el molde necesario para fabricar en masa el material de protección. Pero no tenemos días. Somos la primera línea", nos cuenta Overland García, el joven burgalés que coordina uno de los proyectos solidarios más inspiradores de esta crisis sanitaria, los Coronavirus Makers: producen 10.000 viseras protectores al día, tienen preparadas más de 12.000 piezas con las que construyen respiradores en sus casas, trabajando estrechamente con la comunidad sanitaria. Plantan cara a las necesidades más inmediatas de cada provincia mientras la industria y las instituciones intentan conseguir más material en esta crisis mundial.

Es una comunidad de más de 15.000 personas, unidos de forma altruista para ayudar en este momento crítico, y coordinados mediante la app de mensajería Telegram (donde también cuentan con un asistente virtual para guiar a los que quieran saber más: @CV19_FAB_ESP_bot). Entre ellos hay doctores, ingenieros, diseñadores, aficionados a la impresión 3D… Entre todos, han creado más de 50 proyectos pioneros, gratuitos y con planos replicables en cualquier parte del mundo. Sus armas son impresoras 3D que trabajan sin descanso en convertir materiales de base en el alivio y la protección que pacientes y sanitarios precisan en todas partes.

"El movimiento se puso en marcha el mismo día que se decretó el estado de alarma", nos cuenta Overland, que quiere dejar claro que es una voz más en la comunidad maker. Se hizo un llamamiento por parte de cuatro médicos miembros de esta cultura que abraza la creación o cocreación de productos con personas en red. Una cultura enfocada a compartir el conocimiento, la experiencia y las creaciones en una comunidad global, con la tecnología sostenible como bandera. Creaciones destinadas a tener, como en este caso, un gran impacto social. "Y el resto de la gente se unió voluntariamente. Ahora somos más de 15.800 miembros". Gente con amplia experiencia en medicina, biotecnología, impresión 3D o diseño industrial, entre otras disciplinas.

Días más tarde, su proyecto más ambicioso, la creación de respiradores, esenciales para mantener con vida a los pacientes más críticos, está dando su fruto en varias comunidades. Con la supervisión de las instituciones médicas y sometidos a rigurosas pruebas, los respiradores del grupo están a punto de conseguir la homologación para poder ser distribuidos de forma segura a todos los hospitales que sea posible. La comunidad se organiza por autonomías y a partir de ahí por provincias.

La belleza de la comunidad maker está precisamente en ese espíritu colaborativo y descentralizado. En Granada, por ejemplo, el personal de la UCI del Hospital Virgen de las Nieves ha agradecido con un vídeo la creación de material protector a dos colegios, La Purísima y el Eugenia de Montijo, que han coordinado sus esfuerzos para ayudar a los profesionales sanitarios.

Un miembro de la comunidad educativa nos cuenta que, viendo el efecto positivo de esta iniciativa maker, han decidido ampliar por su cuenta recursos y materiales para poder seguir ayudando. Es algo que Overland ya nos había recalcado: los makers no hacen dinero con esto, ni aceptan donaciones en metálico, ni mucho menos venden las piezas creadas. El proyecto es altruista, tiene unas firmes líneas éticas, y ha llevado la delantera a las grandes empresas del ramo.

HP, por ejemplo, ha creado una línea paralela de piezas y diseños aunque, al igual que muchas otras firmas, mantiene abierto las peticiones de material para que todo el que tenga una impresora 3D pueda seguir produciendo durante los límites del decreto de alarma. Las fuerzas de seguridad del Estado y Protección Civil, cuando no directamente los propios hospitales, se han encargado de poner en contacto a los makers con los centros médicos.

Porque la colaboración entre sanitarios y creadores no es nueva. "Es un trabajo de años", recalca Overland. La comunidad nació como tal en 2005-2006, y desde entonces ha ido estrechando lazos con el sector biosanitario. Pequeños pasos, como las reproducciones de huesos en 3D, o incluso enseñar a los médicos a imprimir el modelo de "un tumor detectado en una resonancia", y poder usar la pieza en ensayos preoperatorios, por ejemplo, han sido algunos de los triunfos de esta filosofía y su comunidad. Overland recalca que todos estos pasos se han sometido a "todas las certificaciones y controles" imaginables durante estos casi 15 años. También que los propios médicos que empezaron a estrechar lazos con la comunidad –o a formar parte directamente de ella– han sido esenciales para dar este paso: el de miles de personas, en todo el territorio español, ayudando desde sus casas a proteger al personal que aplaudimos cada noche; y a que los que están en riesgo puedan salir adelante.

De persona a persona, sin beneficio y sin la publicidad que acompaña a los protagonistas más famosos de los grandes donativos. De forma cercana. Y de parte de una comunidad a la que el gran público ha tenido durante años como ese puñado "de frikis que se dedicaban a imprimir figuritas". Los mismos que en estas dos semanas críticas han estado horas creando una red de colaboración tan indispensable como insustituible en medio del caos logístico de la pandemia.

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